Por el camino...

12 0 0
                                    

Y que mejor para hacer su bebida que esta agua pura que solamente él sabia encontrar.

Y Francisco lo encontró y tenia la misma intensidad que recordaba, era un ojo de agua pura que salía de la falda de una montaña cerca del riachuelo, casi nadie sabía de este tesoro que regalaba la montaña y Francisco se sintió orgulloso de haberlo encontrado nuevamente.

Llenó dos grandes galones con el agua, caminó de regreso a su casa y por el camino encontró un árbol de canela con un olor exquisito. Se le ocurrió añadir canela a su receta pero para esto necesitaba más paciencia, así que dejó los galones de agua descansando en la orilla y se preparó para sacar buena canela del árbol.

Con la navaja que siempre llevaba al cinto, regalo de su abuelo querido, sacó algunos trozos del tronco del árbol. La canela, para el que no lo sabe, es la corteza del árbol mismo, así que luego de sacarla, el árbol queda sin uso y hay que cortarlo dejando siempre un tronquito para que retolle de nuevo.

Francisco sacó la corteza necesaria (según él) para su receta, cortó el árbol y siguió su camino.

Se sentía totalmente agraciado porque la misma naturaleza iba poniendo en sus manos los ingredientes para su bebida, mas allá del árbol de canela se acordó que por la finca tenían árboles de vainilla y también recogió algunas vainas para su invento.

Mas adelante encontró un sembradío de canas de azúcar, "justo lo que necesitaba", pensó. Y se llevo varios pedazos también.

Al llegar a su casa sentía una emoción gigantesca, esta emoción que deben sentir las personas cuando saben que están a punto de crear algo que cambiará al mundo. La misma emoción que sintieron Miguel Angel, DaVinci, Faberge, y Shakespeare al crear sus obras maestras.

Y comenzó.

**continuará**


TopiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora