I

1.1K 117 32
                                    

Por varias noches se mantuvo despierto tratando de perfeccionar hasta el más mínimo de los detalles de su tercer experimento. Suspiró debido al cansancio acumulado, al terminar de implantar el corazón humano en el frió pecho de número tres. Se quitó los guantes quirúrgicos y los lanzó al bote de basura queriendo atinar en un sólo tiro, pero, falló. Procedió a quitarse la bata y echó un vistazo a su laboratorio. Chasqueo la lengua, quitándole importancia, dejaría a cargo a número dos para que limpiara su lugar de trabajo.


—Amo, debería descansar. —dijo el que antes fue nombrado número dos. Aquél castaño de blanquecina piel y con altura perfecta que todo bajito, en este caso el profesor Kim desea.


 Sungkyu sonrió a medias y se encamino a la salida del laboratorio.


—Sólo limpia, dos.—dijo fríamente. Volteó unos segundos dedicándole una esperanzada mirada a su nuevo experimento- debes despertar.—susurro, sonriendo satisfecho. Había dedicado mucho más tiempo, esfuerzo y dedicación que sus anteriores experimentos.


Tardó meses en fabricar la falsa pero brillante y suave piel de número tres. Unas cuantas semanas en conseguir ojos humanos en el mercado negro y sin contar lo demás órganos faltantes, si bien era un reconocido científico de toda corea del sur y tenia contactos que le facilitaban conseguir lo que quería y hacérselo llegar sin necesidad de ir por ellos ya que vivía en la provincia más lejana de su país.


Fue por la idea de llevar a cabo uno de sus más grandes sueños: Crear al hombre perfecto.


Para sungkyu su definición de hombre perfecto, no solo tiene que ver con su personalidad si no en la forma en que pueda satisfacerlo tanto física como...sexualmente. Una loca idea es lo que diría cualquiera pero a sungkyu no le interesa en lo mínimo lo que digan o piensen de su sueño.


—Uno, deja de acosar a dos en el trabajo.  —regañó al azabache que acorralaba al castaño en un rincón.


Aveces se preguntaba porque no los mató y así se liberaba de sus fallidos experimentos. Y es que si, el gran científico Kim Sungkyu había fallado, dos veces. Número uno: podía ser extremadamente guapo e incluso jodidamente deseable, se dedicó a moldear perfectas facciones en él, restandole importancia a lo demás. Cuando uno  despertó, lo primero que hizo fue abalanzarse contra su creador, y comenzará a devorar sus labios en apasionantes besos, no se detenía y en parte eso le gustaba a sungkyu pero; no era lo que buscaba. Uno  nunca fue cariñoso, delicado o paciente con su creador, a pesar de comportarse como una persona decente y respetuosa. Con respecto a la hora de hacer un ligue sus circuitos se descontrolaban y era demasiado salvaje. Sungkyu casi fue violado por su propio experimento. Poco después logró controlarlo y en ese entonces creó a  número dos. Gastó un poco más de tiempo y dinero, esta vez le dedicó menos tiempo a la apariencia pero sin restarle importancia al aspecto, el profesor tenía exquisitos gustos después de todo. El desperfecto de número dos es que...era fastidioso, insoportable.


¿Qué pensó cuando programaba la personalidad de número dos? Quería alguien más alegre y menos frío que número uno pero; volvió a fallar.


—Amo, que tenga buena noche. —se despidió número dos, cubriendo con la aterciopelada sábana blanca a su creador. Al menos él si era delicado y entendía mejor los sentimientos de sungkyu pero seguía sin satisfacer sus gustos.

Número Tres [WOOGYU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora