Reconocia el camino, íbamos por la Via de la Conciliazione al final de la que se alzaba la Basílica de San Pedro, giramos a la derecha y empezó un viaje rápido por calles estrechas y zonas de jardín. El niño satánico había logrado que su chaqueta cubriese la ventana agrietada y aun precariamente de una pieza. ¿Había tantas zonas verdes en Roma?
Que yo recordase, en esta zona de Roma solo había una... Y no era parte de Italia. Tras 10 tensos minutos por calles desiertas de elegantes jardines, una villa al estilo de la Roma patricia apareció ante mis ojos. Enorme y sencilla de paredes encaladas y tejados rojos de teja. Jonnhy aparcó bajo un porche adjunto a la entrada al atrio, un pasaje a una zona de verdor y frescor. Habia tierra con flores y macetas por todo el patio y en lugar de tener el techo abierto un cristal sombreado daba al interior una luz azulona. Cuatro bellas mujeres pararon de charlar al vernos entrar.
Dos rubias, una morena y otra tan negra como un ónix, cada una mas bella que la siguiente. Llevaban frescos vestidos ibicencos, Cara que no había despegados los labios en todo el camino, se reunió con ellas, se abrazaron y contuvieron las ganas de preguntar sin quitarnos ojos.
Seguí al niño al interior, es decir , ¿que mas podría hacer? El interior no era para nada el de una villa romana, estaba formado por una gran salón que perfectamente podría haber salido de uno de los salones de el palacio de Luis XIV.
¡Oh! ¿Y he dicho ya que la opera italiana llenaba el lugar? Si el salón no había sido suficiente con sus muebles sacados de una sala de juegos de Maria Antoniette y sus cuadros de recargado barroco, la siguiente sala era una galería.
De ahí salia la musica de opera, resonaba en las paredes y en mi cabeza como su me estuvieran metiendo un hierro candente por el nervio auditivo.
-¡Quinto¡- Saludo Nagte sin hacerse oir por encima de la musica, me sorprendí de oirle a la perfección. El hombre robusto recostado en el triclinium se incorporó para recibirlo. La cabeza rapada y la mirada melancólica de unos ojos marrones, el rostro de mandibula fuerte y arco cefálico sobresaliente con una nariz grande y recta. Era un rostro de carácter. El hombre de mediana edad mediría poco menos que yo, rondando el metro setenta cinco.
Abrió los brazos hacia Nagte y se fundieron en un sentido abrazo como un padre que se reencuentra con un hijo o dos hermanos que hace mucho que no se ven, ¿pero eso es posible? Cuando tu mente es incapaz de diferenciar entre lo razonable y la irracional, preocupate. Besaron sus mejillas.
-Veo que aun no lo has conseguido.- Dijo sosteniendole la carita entre sus manazas y miro en sus ojos durante unos segundos eternos.
-Si algo me sobra es tiempo.- Nagte le palmeo el brazo y rompieron su contacto, ambos con una sonrisa triste. Sus ojos se giraron hacia mi antes de que entendiera que su reencuentro había terminado.
-¿Quien es tu invitada?- Pregunto con la mirada penetrante puesta en mi.
-Soy Keiran Malkiev, su rehen.- Me digne a decir.
-Le sobra imaginación.- Comentó Nagte con un tono de fastidio poco disimulado.
-Huelo tu miedo, pero también odio y rabia. Y un tufo a dolor.- Me perforaba con la mirada, cada vez lo veía mas cerca y grande pero sabia que no se había movido.- ¿Te duele algo, niña?- Le sentía como si estuviera a un palmo de mi cara, sentía tanto miedo que me era imposible moverme, incluso para retroceder. A la vez mis ojos le veían en la misma posición.
-¿Qué te duele?- Insistió como garras sentí sus uñas en mi cuello, pero seguía ahí plantado a diez pasos de mí, sin moverse, solo mirandome.
-La cabeza, esta horrible cosa que intenta ser musica de opera es insufrible.- Solté aun que sentí como si me cortase al hablar. La musica nos rodeó en el silencio. De la nada empezó una carcajada y la presión se alivio, me sentí libre de nuevo.
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Body & Blood: Educando A Una Dama, Cuidado Que Muerde.
Vampire¿Existiria proyecto hombre para vampiros novatos? Nagte era el causante de toda su desgracia, pensaba hacerselo pagar. Su mente se rebelaba contra su creador pero primero tenia que controlar su cuerpo y superar el mono de sangre. Keiran Malkiev hab...