PREFACIO
FIEL a su nombre, Primeros Escritos presenta las primicias de lo que escribió la Sra. E. G. de White. Por lo tanto es para todos los adventistas del séptimo día una obra de interés especial y sostenido. Sin embargo, mientras sus mensajes conmuevan y alienten el corazón de sus lectores, estos alcanzarán a apreciar tanto más hondamente las verdades presentadas si recuerdan con claridad las circunstancias de los tiempos históricos en que fueron escritos los tres libros abarcados por esta obra. Aquí y allí se usan expresiones alusivas a sucesos que, para ser comprendidos, deben encararse dentro del marco de las actividades a las que se dedicaban los adventistas del séptimo día entre 1840 Y 1850. Por ejemplo, las referencias a los "adventistas nominales" podrían ser interpretadas por algunos lectores como designando a ciertos adventistas del séptimo día carentes de fervor, cuando en realidad aluden a quienes habían participado en el gran despertar de 1831-1844, pero no aceptaron luego la verdad del sábado y se contaban entre aquellos a quienes hoy llamaríamos "adventistas del primer día."
Hacia el fin de esta obra hay tres capítulos que se titulan: "El Mensaje del Primer Ángel," "El Mensaje del Segundo Ángel" y "El Mensaje del Tercer Ángel." Es posible que al consultar estos capítulos el lector piense encontrar una interpretación categórica de Apocalipsis 14 y la aplicación que corresponde a los mensajes dados por los tres ángeles; pero cuando uno recorre aquellos capítulos, penetra más bien en la experiencia de aquellos que participaron en la proclamación de los dos primeros mensajes e iniciaron la proclamación del tercero. La autora, Elena G. de White, participó ella misma en esa experiencia, y al escribir daba por sentado que el lector se había familiarizado con el comienzo y el desarrollo VIII del despertar adventista, así como con el nacimiento y el progreso del movimiento adventista del séptimo día, que empezó después de 1844.
Hoy, más de un siglo nos separa de aquellos tiempos heroicos y ya no existe entre los adventistas del séptimo día un conocimiento tan cabal de lo experimentado entonces. Si el lector del precioso librito que es Primeros Escritos recuerda esto con claridad estará mejor capacitado para dar una aplicación correcta a las enseñanzas y al mensaje de este libro.
Conviene, por lo tanto, señalar aquí algunos de los detalles sobresalientes de lo experimentado por los adventistas observadores del sábado durante la década anterior a la primera publicación de lo que aparece en Primeros Escritos.
En los párrafos iniciales de este libro, la Sra. de White alude brevemente a su conversión y al comienzo de su experiencia cristiana. Explica también que asistió a conferencias explicativas de la doctrina bíblica relativa al advenimiento personal de Cristo, que se creía inminente. El gran despertar adventista al cual la autora se refiere en pocas palabras era un movimiento de alcance mundial. Se produjo como resultado del estudio cuidadoso que muchos dieron a las profecías bíblicas y también del hecho de que en todo el mundo muchísimos aceptaron la buena nueva relativa a la venida de Jesús.
Pero fue en los Estados Unidos donde el mensaje adventista fue proclamado y aceptado por mayor número de personas. Como las profecías bíblicas referentes al retorno del Señor Jesús fueron aceptadas por hombres y mujeres capaces, pertenecientes a muchas iglesias, el resultado fue que el movimiento obtuvo muchos seguidores. Estos no crearon, sin embargo, una organización religiosa distinta y separada, sino que la esperanza adventista produjo profundos reavivamientos religiosos que beneficiaron a todas las iglesias protestantes, e indujo a muchos escépticos e incrédulos a confesar públicamente su fe en la Biblia y en Dios.
Al acercarse el movimiento a su momento culminante, IX poco después de 1840, varios centenares de pastores participaban en la proclamación del mensaje. A la cabeza se hallaba Guillermo Miller. Este residía durante su edad madura en la frontera oriental del estado de Nueva York; es decir en la parte noreste de los Estados Unidos. Era un hombre que, si bien se sostenía con trabajos agrícolas, se destacaba en su comunidad. A pesar de haberse criado en un ambiente de piedad, durante su juventud se había vuelto escéptico. Había perdido la fe en la Palabra de Dios y adoptado opiniones deístas. Mientras estaba leyendo un sermón en la iglesia bautista un domingo, el Espíritu Santo conmovió su corazón y se sintió inducido a aceptar a Jesucristo como su Salvador. Se dedicó a estudiar la Palabra de Dios, resuelto a encontrar en ella una respuesta satisfactoria para todas sus preguntas y conocer las verdades presentadas en sus páginas.
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Primeros Escritos
SpiritualEste libro es una importante pieza en la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, sin embargo no es de lectura exclusiva para sus miembros. Cualquier persona puede adentrarse en sus páginas para descubrir mensajes consoladores inspirados p...