Capitulo 4

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Arthur estaba en su pequeña cabaña leyendo un libro mágico de como deshacer las fuertes relaciones y como eso puede cambiar el destino de su vida, pero a el no le importaba si cambiaba para bien o para mal solo quería terminarla, esa relación que había tenido con Francis hacía ya 19 años cuando lo había conocido porque buscaba una poción para sanar a la reina y que no muriera cuando naciera el príncipe, mas Arthur se había negado como siempre a dársela, por lo que siguiendo el mismo procedimiento que ahora, paso un tiempo determinado en el bosque dedicándose a conocer a Arthur y asi robándole la poción se llevo algo mas que eso, tambien se había llevado la poción de la inmortalidad que estaba buscando en ese momento Alfred, de forma cruel y en contra de su voluntad lo había lastimado para arrebatársela y desde ese momento no lo había vuelto a ver hasta ahora que Alfred buscaba lo mismo pero no dejaría que le volvieran a hacer daño. El libro mencionaba que para cortar una relación tan fuerte con un mago o bruja éste debía derramar la sangre de su mano con una daga de plata y agarrar un poco y colocar en el dorso de la mano de la persona con la que iba a perder aquel lazo la figura correspondiente al daño que le había provocado.


 Una estrella si le había lastimado físicamente. Un corazón si le había dañado emocionalmente. Una rosa si le había arrebatado parte de su magia. Una gota de hielo si le había quitado parte de su esencia y un circulo si le había enamorado.

 Arthur ahora estaba convencido de lo que tenia que hacer, pero era de mañana y Francis se podía defender por lo que decidió realizarlo al anochecer cuando estuviera descansando mientras tendría que evitar en todo momento que se le acercara o siquiera lo viera.

 Francis se encontraba almorzando con Alfred en la mesa de la cabaña que había construido el día anterior no platicaron nada en toda la mañana pues cada uno se encontraba metido en sus pensamientos y ambos se trataban sobre Arthur, Alfred pensaba en como llegar a agradarle y Francis pensaba en lo que había pasado hace 19 años, nunca se lo había dicho a nadie ni mucho menos al rey ya que trataría de hacer lo mismo y ademas a el le gustaba guardar los mejores secretos y éste era uno de ellos. 

 Al terminar su desayuno salio de aquel lugar para dirigirse a donde suponía se encontraba Arthur, más como en el dia anterior no lo había encontrado así que optó por buscarlo en el bosque. Lo terminó encontrando en su cabaña cuando paso por la sexta vez. Se encontraba leyendo un libro y traía otro en la mano, Alfred decidió pues a tocar la puerta lo cual sorprendió a Arthur que se encontraba muy concentrado en sus libros, al final decidió abrir la puerta sin revisar quien había tocado.

Hola Arthur.- lo recibió el alegre príncipe. 


Que haces aquí?.- preguntó en cambio 

 Visitándote, que no puedo?.- 

 Lo mejor sería que no idiota.-respondió Arthur. Alfred decidió hacerle platica hasta que Arthur permitió que entrara en su casa.

 Wow, se ve mas espaciosa por dentro.- decía Alfred mientras admiraba las cosas que tenia. 

 La encanté con un hechizo para que así se viera.- dijo con orgullo Arthur.

 Alfred en cambio se sentía como en una juguetería observándolo todo y jugando con el, Arthur se empezó a preocupar de que pudiera romper algunos de los objetos de valor que tenía y no fue hasta que llegó al jardín del mago que Arthur se preocupó de verdad.

 Oye detente, que crees que estas haciendo!? No puedes ir por ahí a tocar todo lo ajeno. ademas si rompes alguna cosa lo pagarás muy caro- en eso empujo a Alfred evitando que llegara al jardín- y está estrictamente prohibido entrar aquí!.- dijo colocándose entre la puerta y Alfred, este solo se levantó del suelo y miro a Arthur a los ojos. Arthur pensaba que lo iría a quitar por la fuerza sin embargo solo le dijo. 

Destinos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora