Déjame escucharte.

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Los pasos de Luhan seguían a los de su madre, aquellos que cada vez se volvían mucho más apresurados mediante se iban acercando a la consulta médica. El chico se sentía cansado y bastante frustrado, aquella era la décima vez que era llevado a esos médicos, quienes solo lo veían como una especie de alíen fuera de este mundo.

Sus manos se empuñaban de solo estar sentado en esa silla fría en la sala de espera. Sentía asco y náuseas de solo estar allí, de poder ver lo individualista e insensibles que eran todos los trabajadores de aquel lugar. Ya no soportaría mucho más.
Luhan ladeaba su cabeza en búsqueda de alguna cosa interesante para poder distraerse de la voz de su madre. "Nuevamente reproches". Pensó el chico al oír a la lejanía la voz de aquella mujer. "Estoy preocupada por ti Lulú", "¿podrías ser amable y hablar con él?", "por el amor de Dios, compórtate como un niño normal, uno que tiene lengua".

Un nuevo suspiro se escabulló de los labiales del rubio, quien solo jugaba con sus manos, deseando huir de aquel lugar, poder escapar de su entorno y solo poder encerrarse en sí mismo. ¿Era posible que aquello ocurriera algún día? Ante esa pregunta de su mente, un rotundo "no" llenó su mente. Jamás sería capaz de liberarse de aquellas ataduras.

— ¿Xiao Luhan? — Cuestionó una voz profunda casi al otro lado del pasillo, pero que era suficientemente alta para poder abrirse paso entre el bullicio del lugar. Luhan se levantó de un respingo en cuanto sintió un codazo de su madre, quien le indicaba que ya era su turno.

Los pasos del rubio eran inseguros y el trayecto le habia parecido eterno, aunque solo se trataba de esquivar a algunas personas. Una vez frente al médico, éste le hizo un suave gesto con la mano para que pasara a aquella sala de atenciones. Luhan se adentró resignado al frío lugar, notando en aquel momento como se encontraba completamente solo.
"¿Y ahora quién hablará? ¿Qué haré ahora?" Pensó el chico, mientras relamía sus labiales y se sentaba en aquella incómoda silla de color negro.

— Soy Oh Sehun y desde hoy seré tu médico de cabecera. Ahora, dime, ¿cuáles son tus síntomas?, ¿por qué vienes aquí? —Dijo aquella voz calmada y suave, esa que parecía calar profundo dentro del interior de Luhan, sin embargo, el chico solo continuó con el jugueteo constante de sus manos, intentando aislarse y perderse en su propio mundo. No deseaba hablar, menos con aquel sujeto que parecía examinarle de pies a cabeza.

"¿Cómo es posible que no sepas lo que tengo? ¿Por qué debes ser tan idiota?" Pensó Luhan, mientras elevaba durante unos segundos su mirada hasta aquel hombre que estaba frente a su cuerpo.
En cuanto los segundos pasaban, Sehun notó que el chico no hablaría por si solo, así que comenzó a hojear aquella carpeta de color amarilla que estaba en el escritorio. Prefería entablar "lazos" con sus pacientes, pero si no deseaba hablar, no tenía muchas opciones a su alcance.

"Ahora debes haberlo notado. Ah~". Pensó el rubio, viendo aquel gesto de sorpresa e interés que se habia plantado en el rostro de Sehun. Este último se acomodó en su cómoda silla de cuero negro, mientras se inclinaba sobre su escritorio.

— Mutismo selectivo. Eres interesante. Quizá no desees hablar conmigo, pero yo sí contigo. Además sé que me escuchas muy bien, puede que solo te quedes allí jugando con tus manos, pero. .¿Qué hay en tu interior que no te deja hablarme? Eres como un reto. .
— Sentenció con voz pausada el castaño, mientras se elevaba con calma de su asiento, para así sentarse en la pequeña silla que estaba al lado de Luhan, quien solo atinaba a seguirle con la mirada, en busca de desafiarlo, de poder marcharse, de comprender por qué lo habia llamado "reto". Aquella fría silla con asiento de cuero comenzó a parecer mucho más incómoda que de costumbre y la atención del Luhan intentaba desviarse en cualquier cosa. ¿Por qué le hablaba de ese modo?, ¿cuándo se supone que había tomado confianza con él?

— En tu historial clínico no dice de forma explícita el por qué de tu enfermedad. No me queda más que verte hasta descubrirlo — Dijo nuevamente Sehun, viendo como el rubio se mantenía en completo silencio, a excepción de un vago suspiro que salió de sus rosáceos labios. Luhan solo ladeaba su cabeza en búsqueda de esquivar aquella penetrante mirada, esa que le hacia escalofriarse y sumirse aún más dentro de su mente. Era como si pudiera traspasar su cuerpo.

Sehun negó y soltó un posterior suspiro, acercándose unos centímetros al rostro del mas bajo, buscando poder encontrarse con esos orbes marrones que solo se volvían escurridizos entre los cuadros de la consulta, la pintura azul marino o incluso en aquellos diplomas que colgaban por algunas esquinas.

— Bien, cambio de planes. Ahora solo debes asentir o negar, eso no sería hablar, así que no romperíamos las reglas. Tienes dieciocho, ¿verdad? — Dijo Sehun, quien se mantenía expectante ante cualquier gesto o pequeño movimiento que Luhan creara. Tras esas preguntas, el chico solo movió su cuerpo, suspirando en la mitad de un gesto de fastidio. Quizá no hablaba pero sus facciones decían cada sentimiento que le recorría el cuerpo.
Sehun solo sonrió de forma ladina. El muchacho rubio se habia transformado en el desafío más interesante de toda su carrera y puede que sea inadecuado tratarlo de ese modo, pero, ¿qué importaba a estas alturas? No interesaba si todo parecía rápido, si Sehun se acercaba cada vez más a aquel muchachito, era como si pudiera hacer lo que deseara.

— No quieres hablarme, pero si puedes burlarte en mi cara — Musitó el mayor entre ambos con esa voz tan ronca que le caracterizaba. El doctor comenzó a acomodar aquella carpeta de color amarillo, escribiendo palabras casi inentendibles en ellas. Luhan lo miraba perplejo, realmente no comprendía por completo aquella situación en la que estaba envuelto. Ningún doctor se habia atrevido a hablarle de ese modo. La mayoría del tiempo se la pasaban haciéndole preguntas o en algunas ocasiones solo hablaban con la madre del chico, pero solo aquel castaño de aspecto serio -Aunque de sonrisa traviesa- parecía jugar con él y eso le molestaba de sobremanera a Luhan.

"¿Qué se supone que te crees? No eres mas que un simple médico". Pensó el rubio, cruzándose de brazos y resignándose en aquel incómodo asiento. ¿Por qué no podían dejarlo tranquilo?, ¿por qué solo no lo dejaba irse?

— Bien, hemos avanzado un paso. Te veré en unas semanas más, espero que regreses — Dijo Sehun con una cálida sonrisa cursándole los labios, como si nada malo hubiera ocurrido, como si no hubieran estado en una situación incómoda para el rubio. Era extraño, demasiado extraño para parecerle una relación "normal" entre paciente y doctor.
Luhan suspiró mientras se levantaba de su asiento. Sin embargo, una cálida mano le rodeó la muñeca. La mirada del mas bajo se posó en Sehun, quien solo se mantenía observándolo fijamente, investigándolo y  apreciándolo por completo. Luhan podía sentir como algo en su interior se remecía y revolcaba, como si fuera a explotar, como si pudiera gritar; era pánico, nadie podía tocarlo, nadie. Sin dudarlo el rubio movió su mano de forma brusca, logrando liberarse de aquel agarre y de paso, tomando por sorpresa al mayor de edad. El rubio posó su siniestra sobre aquel toque que había ejercido Sehun; su piel parecía arder.

— No faltes, realmente quiero verte. .— Soltó Sehun, antes de que Luhan pudiera abrir la puerta la consulta, dejando ver a la madre del menor con una mueca de esperanza y ojos brillantes.

"Deja de mirarlo, vayámonos, deja que me marche". Gritaba en su mente Luhan, mientras huía de aquella consulta con su madre tomada por el brazo o mejor dicho, mientras jalaba el abrigo de su progenitora. No quería que hablaran, no deseaba el doctor que le informara de su "mal comportamiento", solo deseaba huir o lanzarse de un edificio, lo que ocurriera primero.

Odiaba ser tocado, odiaba que lo inspeccionaran, que actuaran con confianza. El doctor Oh Sehun había traspasado cada una de las barreras de Luhan en menos de una hora.

Robame las palabras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora