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Hacía pocas semanas que había empezado clases en la universidad y de tantas materias, profesores y cualquier otra cosilla más, estaba seguro de una sola cosa. Las mujeres aquí son horribles. Y no es que yo sea muy selectivo en mujeres. ¡No lo soy para nada! Puedo decir sin ningún remordimiento que me han gustado muchas mujeres de muchos colores y formas. Pero acá... Acá la cosa está fea. Sé de quienes se contentan con una chola de buen culo o con buenas tetas y no niego que yo también me contentaría con un buen par para juguetear pero, esta "ley del camarón" esta jodida para que yo la ponga en marcha. La cosa está fea y no sólo es una cosa, son como cientos de ellas que ingresaron.
Pero todo tiene su contraste. Algunos alegan a que los milagros verdaderamente existen, y yo no soy fidedigno partidario de ello son embargo, noté en cierta clase(realmente previo a ella) a una chica que de buenas a primeras me pareció simpática. Sabía de lleno que era serrana por su remarcado asentó de longa hasta para respirar pero que va, no mentiré en decir que me gustó. La clase fue lo que menos me importó aquel día. Solo recuerdo que en mi camino solitario de aquel edificio a la estación de buses vagamente la vi junto a un chico. No me importaba una mierda a que chico (hasta el día de hoy sé su nombre y él me cree su amigo). Me importaba ella. Ella. Y los escuche en silencio a un lado esperando la ocasión precisa para mí inclusión a la conversación. Hablaron de una prueba en común y salte directo a tal tema. Puede que suene más entusiasmado que como realmente lo he hecho pero en el mar de ideas de aquel instante, moverse era indispensable. Hablamos un poco y luego aquel chico se marchó dejándome libre con mi objetivo real, ella. Hago un corto en este relato para decir lo poco expresivo y comunicativo que suelo ser generalmente, me importa muy poco el qué dirán o siquiera entablar nuevas amistades porque si. Y sin contar el desgano amoroso que me dejo una chica que pudo llamarse problema como nombre de pila. En que estaba? Si, estaba detrás de ella pensando que decirle en lo que me perdí en su trasero y muy pocas veces me deleito al ver uno. Ella logró eso. Seguí conversando sabiendo que el emocionado era yo y que ella solo hablaba con otro haragán de la universidad. Anastasia. Hablábamos en aquella fila clandestina de esas en las que esperas para colarte. Ella, delante mío aguardaba impaciente el momento de subir y largarse de tan odioso campus universitario y yo igual. Pero en ello y con su desespero, periódicamente se giraba hacia mí y yo podía sentir como esos bellos ojos penetraban dentro muy y me dejaban inmóvil y con una sonrisa inercia provocada por ese primitivo sentimiento de emoción. No sé que tanto me pase esto, pero soy susceptible a ciertos actos diminutos en sí pero que sellan esa gana de animarse a tener algo con ella. Fue esa mirada entusiasta, esa mirada y ese yo mirado desde allí. Recuerdo que de alguna otra chica, una vez en Quito, introdujo sus manos en los orificios de mi suéter detrás mío y posó su rostro contra mi nuca. Como carcelaria me llevó a una condena excitante de placer. Un libido, una lascivia de sentir ese frío de la noche fría y ese calor de tener a una quiteña cantándote lo que dice y expulsando de ella ese aire tibio que cosquilleaba mi nuca y erizaba mis cabellos y bellos hasta el borde de erizarme a mí por completo y dejarme sin poder dar un paso más. Cosas así pasan algunas veces, pero pocas veces se disfrutan tanto como para buscarla por más.
Será por esto que jamás he amado? Solo busco el placer que da estar con una mujer y eso que sigo sin conocer la opus magna de esta búsqueda. Pero este ánimo lascivo una vez que corre quiere más y más. Me la fije. Dije a mi y a quien se me cruzase -A esa me la vacilo y punto-  era un buen plan. Quizás lo siga siendo, no lo sé. Pero entre esto busque y busque y en atisbos tuve nuevamente esa sensación, esa locura mediocre que me daban esos ojos y esa mujer. Después de tantos amoríos fugaces ya no se sabe que es real y que se irá con el viento que llegó, con la mirada que cambió su curso o con ese calor de esas palabras en la nuca. Todo se va pero queda en pequeños recuerdos como perfumes los cuales sueño abrir y rocío el aire con ellos, mi memoria con ellos.
Pero de tanto en tanto, seguían ahí perennes las ganas de hasta meterme en su cama (lo cual no creo que vaya a pasar). Y la invite a un rave muy cerca de donde ella vive. No contestó. Sin embargo al día siguiente dijo que estaba con su novio y blah blah. Con su novio leí pero entendí que muy probablemente él pana se la comió hasta con pan. No me importó mucho, ya no estoy en una edad de escandalizarme por tales actos cuando quiero ser partícipe de ellos. Pero la noticia del novio desplomó rápidamente las ganas que tenía de tener algo con ella. Simplemente me quede en una sorpresa pero ella sabía que yo quería algo más. Lo notó en como respondí sus chats, como no parecía levantar cabeza ante la batalla que daba por perdida y ella que tomó el evento para reír un poco sabiendo mis intenciones. Quizás le robe un beso cuando la vuelva a ver, quizás. Me importa un carajo realmente ella, solo me gustó cómo me hizo sentir y bueno un beso ayudaría a tal fin, aunque vano, un final.


Una que otra mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora