Cuando todo llega

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Las bombas, los soldados, los enfermos y las epidemias, inundaban las noticias, no sé cuando parará todo esto, ya es suficiente, ¿no se cansan?, bueno, de lo que sí estaba segura, era de que cosas horribles se aproximaban, y bueno, no estaba equivocada.

Charles Vaugham se llamaba mi padre, sí, un militar, que lamentablemente no tenía un "gran" sustento económico para mi madre y yo, pero en fin, no se podía hacer nada, es un puesto obligado para él, aunque a pesar de las pocas riquezas materiales, llevaba una gran riqueza espiritual, y eso lo convertía en el mejor papá del mundo; un padre ejemplar, luchador, generoso, amable, y podría seguir diciendo miles de sus geniales características, dejando afuera su gran personalidad que mantenía.

Recuerdo haber pasado muchas anécdotas y experiencias con él y mi madre, já, todo eso volvía genial mi vida, e incluso, cuando lo llamaron para servir al ejército, antes de cada guerra (que por cierto, no hay semana donde no haya un maldito ataque), me regalaba algo muy sencillo, pero a la vez, muy profundo, de mucho valor; por ejemplo, la primera vez que lo llamaron para batallar, me regaló un oso de peluche color rosa, en ese entonces, tenía algo de diez años, y esa etapa, realmente fue muy difícil y dura para mí, pero no solo por una razón, sino, por muchas, pero gracias al cielo, cosas y personas maravillosas llegaron a mí, aunque un poco misteriosas, o bueno, yendo al grano, la cosa es que pude superar todos los retos que se me presentaba, y aprender de ellos.

En esa etapa de mi niñez, cuando yo tenía ya, unos diez u once años, recuerdo que mi papá se había ido a batallar, entonces, cada vez que se iba, me quedaba sola con Emilly, mi mamá, y prácticamente todo era menos emocionante, porque se sumaba los ataques o las amenazas que hacían los enemigos de nuestra nación, y sinceramente, eso nos aterraba, y peor que no teníamos a alguien que nos proteja, entonces, entre una de esas semanas de guerra, llegó el cartero del ejército, lo cual nos pareció algo totalmente extraño, y lo único que deseaba era que sea un premio o una bonificación por la participación de mi papá en las guerras, entonces, yo estaba totalmente nerviosa por ver la carta. Mi madré firmó y cerró la puerta. Yo le pedía que lo abra ya, entonces, cuando mi mamá lo abrió, comenzó a leer en voz alta lo que decía esta:

Querida familia Vaugham:
Disculpamos las molestias, y lamentablemente esta carta no será de su agrado, debido a la penosa noticia que nos han hecho llegar del campo de batalla: El militar, Charles Vaugham, ha fallecido producto de una bomba radioactiva del ejército enemigo.
Lamentamos esta pérdida tan importante para ustedes, como para nosotros. Pronto haremos llegar más información del trágico acontecimiento.
Desde luego, saludos y un sentido pésame de parte de nuestras FF.AA.

Nos quedamos totalmente heladas, me dió muchísima impotencia, mientras se venían todos los benditos recuerdos con mi padre a mi memoria. Sentí mi corazón partirse en dos, sentí la vida en cámara lenta, sentí mis latidos dejar de sonar, sentí mi respiración entrecortarse, sentí la gran tristeza y el gran vacío en mí, mientras se me hacía un nudo en la garganta, mientras caía una lágrima lentamente por mi mejilla, mientras el tiempo pasaba. ¿Por qué mi padre? ¿Por qué? ¿Es que tal vez la vida no entiende al amor?, yo sentía tanto estima hacia él, era una persona inteligente, un hombre que le servía de mucho a la humanidad, un papá que le demostró y le enseñó las grandes lecciones de la vida a un ser humano que requería de él, y era yo.

Tan solo era una niña, y esa "niña" tenía el más sincero amor por su papá, tenía el más sincero cariño, y la más sincera esperanza, en que algún día, su padre, su gran héroe, logre salvar a toda una nación, apagando las últimas chispas de guerra y odio, para darle seguridad y tranquilidad a personas inocentes, pero no, esa gran "esperanza", se desvaneció, para pasar a ser una "enseñanza".

Mi madre desató un silencioso llanto, el cual me ponía aun mas triste, el cual me hizo dar cuenta de que no estaba en una pesadilla.

Volteé lentamente, y caminé lentamente hacia mi cuarto, con el dolor más inmenso que haya podido imaginar, y sin pensarlo, sentí ese recorrido, como el más largo y nostálgico que he tenido en mi vida.

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