Llegó el "gran día" que nadie quería que llegara, y todos hablaban sobre eso.
Muchos grupos de personas salían a protestar y a gritar, incluso, algunos se los veían con sus hijos babés para que puedan dar lástima a las autoridades, pero no era una decisión del Estado, sino, era una decisión de los enemigos, y prácticamente era algo casi imposible cambiar la elección.
Muchas personas fueron a las iglesias para orar y rezar, y fué algo traumante, porque lloraban y gritaban dentro de ellas. Después, habían esas personas pesimistas que decían que todo saldría mal, que moriremos todos y bla bla bla, pero, por lo contrario, habían esas personas que decían que todo estaría bien.
La verdad, yo estaba muy confundida, y por eso no estaba ni preocupada, ni despreocupada, ni pesimista, ni positiva, ni violenta, ni pacífica, solo actuaba como otro día más en la vida, a diferencia que me daba curiosidad de lo que iba a pasar.
Lo malo de ese día, fue que a pesar de esa terrible amenaza, las autoridades no declararon emergencia, solo advirtieron de lo que iba a pasar, y por lo tanto no se cancelaron los trabajos, entonces, mi madre tenía que ir sí o sí, porque según el reglamento de su trabajo, si faltaba dos días o más al mes, lamentablemente sería despedida, y ella ya había faltado una vez, así que ese día era su mala suerte.
Como yo me tendría que quedar sola en casa, ya que ese día no me tocaba ir a las clases de meditación, mi madre si estaba muy preocupada, y me dijo algunas advertencias por si el contenido radioactivo me afectaba, y eso si que me asustó un poco, porque empecé a ver la situación como algo serio.
Era ya la hora de la cena y aún no había pasado nada, estaba sentada totalmente atemorizada, hasta que recibí una llamada. Era Kendall.
Me preguntó si todo iba bien, y me dio mucha positividad para que ya me tranquilice un poco, pero cada minuto me entraba más pánico porque mientras más tarde sería el caos, peor sería.
En ese momento, escuché una gran explosión, lo sentí tan cerca. El piso se sacudió y caí.
Mamá ni había llegado y todo comenzaba a llenarse de polvo y de un olor totalmente indiscriptible.
Recuerdo que tenía una manta en mi encima, abrazada de el último peluche que me regaló mi padre antes de su última batalla y tenía un pote con agua en la otra mano.
Comencé a marearme, todo estaba oscuro y destruído. Sonó otra explosión e instantáneamente caí.
No recuerdo más de la realidad, no sé lo que pasó después, no recuerdo absolutamente nada, como si hubiera muerto por todo ese tiempo.
Lo único que puedo afirmar recordar eran todos esos extraños sueños que se veían tan reales a cada momento.
Estaba en un paisaje lleno de verdes árboles con hermosas flores de color anaranjado. Un río caudaloso de aguas traslúcidas. El cielo despejado, y Kendall. Ahí siempre estaba Kendall, acompañándome en aquellos sueños.
Él me hacía reír. Amaba hacerlo. Me decía que todo está bien y que debo esperar un poco.
Recuerdo bien que en aquellos sueños le preguntaba dónde esta mi madre, y siempre me abrazaba y repetía que todo estará bien.
Pasaron tantos sueños, no tenía noción del tiempo, no puedo hablar de cuántos días estuve así, o cuántas horas. Solo soñaba con él.
Mi inconciencia empezó a guardarle mucho cariño hacia él. Muchísimo.
Él último sueño que recuerdo, fue Kendall diciéndome que todo ya pasó, que el está ahí, que despierte ya, que necesitaba ver el brillo de mis ojos.
No sé que pasó, lo que soñé en todo ese tiempo lo sentí tan rápido como si hubiera sido solo una noche y después de aquel último sueño, desperté, y, efectivamente, Kendall estaba ahí.
Estaba totalmente confundida, le pregunté si él fue quien me dijo que me levante en la realidad, me miró, sonrió y me dijo que no.
Pensé que ese momento también era un sueño, pero no lo fue, porque empecé a tomar conciencia nuevamente.
Kendall estaba alegre, me dijo que espere un momento para llamar a mi madre.
Esperé, pero cuando ví a mi alrededor, estaba llena de camillas, aparatos médicos y enfermeras. Estaba en un hospital.
Mi madré llegó con una sonrisa gigante y me abrazó dulcemente. Mientras me abrazaba, sentía como lágrimas caían en mi brazo.
Seguía confundida, le pregunté cuándo fue el momento en que me llevaron al hospital, "hace 2 años y 8 meses". Me quedé helada.
Todos estaban tan alegres. El doctor vino a revisarme y me dijo que fue un buen tiempo para volver a abrir los ojos: la guerra había acabado justo hace una semana.
Todo estaba tan extraño, Kendall había cambiado, mi madre había cambiado, yo había cambiado, todo había cambiado, y seguía con ese tremendo misterio de los sueños.
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Inmortal
RomanceHan pasado tantas tragedias en la niñez y juventud de Jolianne, hasta que llegó un ser muy importante en su vida, Kendall, pero las dudas rondaban en ella si debía o no debía, si confiar en aquella persona o no. Él le oculta un secreto, pero un secr...