Capítulo 1.

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Habían pasado unos meses desde nuestra ruptura. No pasé ni un sólo día sin echarlo de menos. El único consuelo que tenía era que era mejor así. No supe nada de él, ni siquiera de Mandy, a la que mandaba mensajes todos los días, pero no me atreví ni una sola vez a preguntar por Mickey.
Las cosas en casa no mejoraban mi estado de ánimo. No sabíamos nada de Frank, había cambiado de dirección para recoger los cheques, por lo que ya no lo veíamos ni el último viernes de cada mes. Lo último que supimos fue que estaba con una chica. Sólo esperábamos que ambos estuvieran bien, sobretodo ella.
La que peor lo llevaba todo era Fiona, llevaba todo un hogar a cuestas, cosa que ahora que nos habíamos librado de Frank fue a peor. No económicamente, ya que nuestro padre no nos quitaba el dinero para beber y todos seguíamos colaborando en la casa. El desgaste de mi hermana mayor era producto de los acontecimientos que habían pasado y seguían presentes en nuestras vidas. Carl estaba en la cárcel para menores, Debbie estaba embarazada y se negaba a perder al bebé por mucho que le explicáramos la responsabilidad que eso conllevaba. Su respuesta era que Fiona con su edad fue "madre" y no le iba mal. Ninguno podíamos discutirle eso. Por otro lado estaba yo. Por mucho que intentaran hacerme pensar que no era un problema yo lo sabía. Me dio una etapa depresiva poco después de lo de Mickey. Ver la situación de mi familia no ayudaba, por lo que decidí volver a la medicación. Me pasaba el día cansado y me irritaba con facilidad. Lo bueno es que poco a poco iban acertando con las dosis, pero parte de mí pensaba que no estaba haciendo lo correcto. Las palabras de Mónica, mi madre, no dejaban de resonar en mi cabeza. La otra parte de mí debatía con esta. ¿Quería ser como ella? La respuesta la tenía clara: no. No quería hacer sufrir a la gente de mi alrededor como hizo ella. Quizás, si se hubiese medicado mi vida sería muy diferente. Quizás mi padre no fuese un alcohólico. Quizás tuviéramos una familia normal como en las películas. Puede que viviéramos en algún bonito barrio de Chicago y no tendríamos que preocuparnos por llegar a final de mes. Quizás no hubiera nacido, ya que soy producto de un desliz entre mi madre y mi tío. Son muchas cosas las que podrían ser diferentes. Tengo la oportunidad de arreglar los errores de mi madre y no ser una Mónica 2.0.

Estaba tirado en la cama mientras reflexionaba. No estaba depresivo, simplemente tenía ganas de remolonear en la cama. Mi cuarto estaba más tranquilo ahora que Carl estaba fuera y Lip trabajaba. Veo la pantalla del móvil iluminarse y me giro a por él. El corazón me dio un vuelco como cada vez que veía la pantalla de bloqueo. Una foto de Mickey conmigo, cuándo todo iba bien era la causa. Mandy me había mandando un whatsapp. Preguntaba por Lip, además de por todos. Siempre preguntaba por él, pero nunca quería hablar de mi hermano. Estoy seguro de que le sigue gustando, lo que no entiendo es por qué sigue con ese gorila con el que está. La trata como la mierda, ella misma me lo cuenta y cuando le digo que lo deje siempre me responde lo mismo "no puedo". Eso me cabrea.
Desbloqueo la pantalla y abro su conversación. Me lanzo a escribir lo que llevaba días, semanas, meses, queriendo preguntarle y nunca me había atrevido.
" Sabes algo de Mickey???"
Apenas tardó en responder.
"No mucho, sólo me dice que está bien y que tiene trabajo. Ian, si quieres habla con él. Le sigues queriendo. Ve a casa"
Sonreí levemente ante las noticias. Había pensado mucho en lo que me dijo Mandy, pero no era tan sencillo. Al estar con él me sentía una carga y no quería ser eso. Nos veía como un reflejo de Frank y Mónica y eso tampoco me hace sentir cómodo. No quiero eso para ninguno de los dos. Me miraba como si estuviera roto, y no, no lo estoy. Soy así y tiene que aceptarlo. Voy a tener estos brotes toda mi vida. No quiero estar drogado todo el tiempo o al menos no de esta manera. Quiero volver a mi vida normal. Ese es el discurso que me doy todos los días para no ir corriendo a su casa y pedirle perdón y volver a estar junto a él y abrazarlo con fuerza. Es una batalla continua que tengo en mi mente. Mientras tanto, tomo la medicina y me siento un trozo de mierda hipócrita.
No he sido capaz de decirle a Mandy que Lip está liado con una profesora de la universidad. Sé que cuándo me pregunta por él sólo quiere saber si está libre, igual que hago yo con Mickey.
Mickey... Me paso el día con él en la cabeza. ¡Estúpido Milkovich! Hasta echo de menos que me llame zanahorio. Pero sobretodo me odio a mi mismo. Nadie me ha querido como él y yo le di la patada. Lo que al principio comenzó como un lío se convirtió en una relación. Aún recuerdo cuándo confesó que era gay. Una sonrisa se me forma en los labios al recordar como le decía a su padre las cosas que hacíamos.
Estaba tan sumido en mis pensamientos que no me di cuenta de que Fiona me estaba mirando fijamente con una sonrisa divertida.
- ¿En qué piensas que sonríes como un tonto? -pregunta con un tono burlón mientras apoya las manos en su cintura.
- Son las pastillas. -me limito a contestar y me siento en el sofá.
Podía sentir su mirada en mi nuca y me la imaginaba mirandome con fastidio y dejando el tema a un lado para seguir con las cosas de la casa o su vida, quizás preguntar por Frank.
Me sobresalté al oír como alguien aporreaba a la puerta.
-¡ES QUE MI PROPIA FAMILIA NO ME VA A DEJAR ENTRAR EN MI PROPIA CASA!
Era la inconfundible voz de mi padre. Me giré en el sofá poniéndome de rodillas mientras Fiona y yo nos mirábamos sorprendidos. Abre la puerta y mi padre entra refunfuñando. Para mi sorpresa, parecía aseado. Mi hermana cerró la puerta
-¿Se puede saber donde has estado? -pregunta gritando con casi desesperación.
-Conocí al amor de mi vida. -se dejó caer en el sofá y echó la cabeza hacia atrás para mirar a mi hermana- pero tal como vino se fue para no volver.
Me quedé mirando a mi padre con el ceño fruncido y luego a mi hermana que estaba igual de perdida que yo.
Frank debió notar nuestra duda en el silencio.
-Nunca os enamoréis de una enferma terminal. Aunque sea sin querer.
Fiona suspiró y cogió el bolso.
-Bueno, chicos, os dejo sólos, me tengo que ir a trabajar. Ian, no le des cerveza. Frank, compórtate.

Noté como en silencio mi padre me examinaba. Eso me ponía bastante incómodo.
- Te pareces a tu madre.
En cuanto oí eso tuve ganas de estrangularlo, pero me sentía demasiado cansado como para hacerlo. - No me mires así, ella se ponía igual que tú.
- Frank, cállate - le dije recostando la cabeza en el brazo del sofá- Ve al bar y déjame.
- No, demasiados recuerdos -dijo en un suspiro- ¿Por qué no está tu novio aquí?
-No estamos juntos -tardé en responder, no lo solía decir en voz alta.
- Mónica también se alejaba.
Me pasé las manos por la cara con desesperación quería estamparle algo es su estúpida cabeza.
- No me mires así. ¡Te di la vida!
-Te recuerdo que no eres mi padre. -respondí con sequedad.
- ¡No pienso aguantar eso en mi propia casa por muy drogado que estés! ¡Te cuidé como a mi propio hijo! -hizo una breve pausa- bueno, lo intenté.
Ruedo los ojos y los cierro, el sueño me empezaba a llegar y menos mal. No aguantaría sus tonterías mucho más tiempo.

Broken (Gallavich)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora