Todo empieza

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Me encontraba sentada en aquella silla que tenía una de las patas desniveladas, observando la oscura y apacible noche por la ventana, en ella veía mi reflejo, veía a una chica acabada, destrozada y perdida, me sentía vacía, mi cuerpo estaba delgado, dejando a la vista mis huesos, mi piel tenía la tonalidad de una nube, blanca pero gris y oscurecida, mis ojos resaltaban más gracias a las grandes bolsas negras que se encontraban bajo ellos, mi cabello con un aspecto realmente deplorable, mis brazos, piernas, hombros y rostro demostraban la gran cantidad de días en los que no había ingerido ningún tipo de alimento, le tenía asco a mi reflejo; baje la cabeza y parpadee repetidamente para detener el mar de lágrimas que querían salir de mis ojos, me levante de aquella silla y al girar hacia la puerta, me encontré con mi sombra en la pared, a su lado se posaba una penumbra, que ocupaba desde el suelo hasta el techo, ocupaba una gran parte de la pared, y se encontraba detrás de mí, mi cuerpo se paralizo, a mi oído le susurraban, emitiendo escalofríos a mi cuerpo, una voz que reconocía como aquella voz desagradable y ronca, la voz, de la cual no conocía el portador. Me susurraba diciéndome que me volteara lentamente, diciéndome que no intentara huir, diciéndome que me tranquilizara si no quería que algo sucediera, insistió nuevamente al decirme que me volteara, ahora en su voz había un poco de burla al decirme que no tenía motivos para temer, mi cuerpo al ver que su voz me estaba ordenando que lo hiciera mas no que tenía alguna opción de seguir derecho y pasarla por alto, empezó a girarse con cautela, mis ojos estaban distraídos en el suelo, observaba los dedos de mis pies como si fueran a sacarme de este lugar, al girar completamente hasta quedar en frente del lugar del cual provenía la horrorosa voz, fui alzando mi vista hasta darme cuenta que estaba frente a un hombre de apariencia macabra, mi cuerpo reacciono separándose rápidamente a que estaba demasiado cerca de su cuerpo que doblaba mi estatura, mis piernas chocaron contra una pequeña mesa, haciendo que me arrodillara frente a el, me sentía como una hormiga junto a él, me sentía indefensa, se mentía cual oveja encerrada, atrapada y temblorosa frente al lobo, esperando su más cruel y horrible fin, me sentía desesperada, conservando mi más grande temor cuando su mirada callo nuevamente en mis ojos me quede petrificada, cómo sus ojos podrían ser tan negro y profundos, cómo u mirada desprendía tanto odio y prepotencia, sus pasos hacia mi eran lentos y pausados, sin dejar de ser fuertes y seguras, mis rodillas aun posadas en el suelo retrocedieron instantáneamente hasta que me acorrale entre el hombre y la pared, el me miraba con esa frialdad y burla, en cambio yo lo miraba aterrorizada, empezó a hablarme, preguntándome si me sentía insegura, que si me molestaba su cercanía, asentí insegura, en su rostro apareció una sonrisa lobuna, me sentía indefensa, no dejes de temerme, no me olvides y no dejes que me apodere de tu alma, al terminar de pronunciar cada palabra, se acercó demasiado a mí, rozo el lóbulo de mi oreja con sus labios al decirme adiós, dejando por ultimo un chupetón en mi cuello.


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Listo querido he cumplido, si quieren otro solo díganme, ok?



Tras el espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora