Capítulo 2

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En un campamento en las montañas

(Alto Badajshán, Tayikistán)

3 años antes de la Actualidad

Mi vida había dado muchas vueltas como una montaña rusa. Sentía el mismo vértigo y las náuseas, que cuando subí por primera vez en una de esas máquinas infernales. Para recordar como fui a parar en todo este embrollo, debo remontarme a mi pasado. Estábamos iniciando el mes de abril, el año 2012 no había sido muy bueno, pero aún faltaba tiempo para que las cosas se fastidiaran aún más. Trabajaba como Jefe de Seguridad en los eventos protocolares de la NSA. Se trataba de un empleo sin complicaciones. Todo cambió en la primavera del 2012. Me vi involucrado en una serie de operaciones para desmantelar un presunto grupo terrorista, que poco a poco dejé mi labor original y fui adquiriendo nuevas tareas. La operación que selló por completo mi destino llevaba el nombre código Bismark. Reclutar a un experto en seguridad para una misión estilo Comando no me pareció una buena idea en ese momento. Alguien se tomó la molestia de investigar sobre mí, y sacó ventaja.

La misión trataba sobre un tema tan importante, que me enteré de todos los detalles por la boca del mismísimo director de la NSA. En aquella reunión también conocí al Secretario de Defensa, al Director de la CIA y a los otros miembros participantes de la misión. De un inmaculado salón de juntas en las amplias instalaciones de Maryland, fuimos a parar a un país que se me hacía difícil de pronunciar. Nos dieron menos de una semana para realizar los preparativos de la misión, pero para mí fueron solo cuarenta y cinco minutos. Sentí que me habían forzado a tomar uno de los peores trabajos de mi vida.

Nos encontrábamos en Tayikistán, un país que formó parte de la antigua URSS, ubicado en la región de Asia central. En un primer momento estuvimos en la ciudad de Khorog, donde nuestro contacto nos informó sobre la locación exacta del objetivo. Una vez en las montañas, pude apreciar que el lugar realmente parecía inhóspito, estábamos en los senderos montañosos de Alto Badajshán, a unos ochocientos metros de nuestro objetivo según Abduló Ayembékov, jefe del servicio de seguridad de la ciudad. El frío en ese sitio resultaba abismal. La nieve era gruesa, y como un manto gigantesco, cubría toda la montaña. Era una suerte que nuestros trajes nos brindaran el calor suficiente para sobrevivir ante las friolentas ventiscas. El viento soplaba con fuerza y carácter, agitaba nuestras tiendas de campaña del mismo modo, en que se agita la llama de una vela ante un intenso soplido.

Era la primera vez en que participaba en una misión de este calibre. En especial cuando eran dos organizaciones las que unían fuerzas para dar con una sola persona. Por lo regular siempre era una competencia entre agencias, para ver quien hacía mejor las cosas. El premio era el mismo: un mejor presupuesto para el año entrante. Sin embargo, esta vez era una de esas ocasiones espéciales, donde si algo salía mal, la misión nunca existió, y si todo resultaba de acuerdo al plan, de igual forma, la misión jamás se realizó. Un halo de misterio giraba en torno a esta misión, pero yo solo quería irme pronto a casa.

Los soldados pertenecientes a la CIA estaban preparando su equipo. Tenían en su poder un rifle de francotirador, un par de fusiles de asalto Carabina M4 con silenciador y miras ACOG, varias granadas de fragmentación y algunas cegadoras. Tenían mejores juguetes que mi compañero y yo. Nosotros éramos los representantes de la NSA en esta misión. La CIA representaba la fuerza bruta y nosotros el cerebro. Contábamos cada uno con un subfusil TDI Vector con silenciador y mirillas Reflex, unas pistolas automáticas M1911; y unas granadas aturdidoras y sónicas. Nuestro armamento ligero era una clara referencia a que seríamos el grupo que estaría lo más apartado de toda acción posible.

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⏰ Última actualización: Nov 14, 2015 ⏰

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