Comienzo a llorar y mis lágrimas nublan mi vista; no puedo más soy débil, egoísta, tonta y me siento impotente.
-¡¡ AHH !!- grito.- ¡¡ guíame!!- digo en un susurro.
De pronto siento una mano sobre mi hombro volteo mi rostro para observar a la persona pero mis lágrimas me lo impiden. El ambiente era incómodo, mis sollozos eran lo único que rompía el silencio hasta que...
-Levantate- su voz es cálida.
-...-.me puse de pie.
-¿Qué piensas hacer? ¿qué quieres hacer?-
Me cuestiona pero no puedo responder no se que decir.
-¿A dónde te diriges? ¿que camino sigues?-exhala-.¿es correcto o incorrecto? ¿cambio ó retorno?- seguía cuestionandome sin detenerse.
Permanecía anonadada, suspire cansada iba a detenerla a rogarle que se callara pero...
-¿Por qué sigues negándolo?, A esa persona tú la conoces mejor que nadie ¿Quieres respuestas? Entonces ¡¡ve!!-
Sus cuestionamientos me permitieron ganar curiosidad, supe que esa persona había venido a mostrarme el camino.
Sin temor a morir salté mejor dicho fui empujada, caí boca arriba... No me dolió mi cuerpo se encontraba entumecido por la euforia del momento, mire a mi abuela me sonreía y señalo el lugar.
Me puse de pie, comencé a correr y a correr hasta que llegue a mi destino; mi sorpresa fue enorme quede pasmada, aquella persona encadenada en la penumbra no era otra mas que yo... Mi otro yo.
-¡¡Claro!!- exclame.- ¿como pude olvidarlo?- dije.
Somos las dos caras de una misma moneda. Mientras yo vivía con sentido evitando la realidad, ella vivía con la verdad pero no entendía su sentido... algo que ella no podía alcanzar por encontrarse encadenada.
Ella me miró fijamente y una lágrima solitaria rodó por su mejilla derecha, extendió sus brazos hacia a mí...
Retrocedí, lo que había descubierto era horrendo, desastroso, impuro, asqueroso, insano... Era doloroso.
La causante de su aislamiento soy yo.
Ella sufre por mis acciones.
Mientras yo disfruto de mi libertad, ella agoniza en silencio.
yo era juez, carcelero y verdugo... De ella, de mi, de ambas.
