Capítulo III: Selene

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Desperté en un lugar oscuro. Mi cabeza daba vueltas y por fin tenía libres mis extremidades. Mi primer instinto fue llevar mis manos al costado de mi frente, estaba sangrando, eso iba a dejar marca, pero ese no era el peor problema, sino el hecho de que ni siquiera podía ver mis pies. El lugar donde me hallaba no tenía el mínimo atisbo de luz y tuve la gran idea de avanzar con pasos ciegos que solo provocaron tropezarme con un objeto.
Justo cuando me estaba haciendo amiga de la sucia tierra el lugar se iluminó al unisonido de velas prendiéndose. Tallé mis ojos que ardían  por el cambio drástico de luz y al quitar mis manos de mis ojos rojos me di cuenta del causante de mi torpe caída. Era un arco de madera junto a un puñado de afiladas flechas. 

—Al parecer ya encontraste tus armas —escuché la voz del hombre, pero no sabía de donde provenía, parecía que se encontraba en todos lados y en ninguno a la vez.

<<¿Armas?>> pensé, mirando confundida a mi alrededor. Analizándolo bien esto no parecía un simple lugar, era un campo de combate.

—Por años este ha sido el lugar para la sagrada iniciación —hizo eco la voz del hombre, afirmando mis pensamientos—tú tienes el honor de pisar la tierra alimentada con el sudor y la sangre derramada en combates, donde el mejor luchador gana el derecho de vivir y el perdedor es humillado con la muerte.

Su voz retumbaba en mis oídos cada vez más cerca, hasta que vi su oscura silueta saliendo de la sombras escoltado de dos cuerpos vestidos igual. Sus escoltas vestían completamente de negro y de su rostro solo se distinguían sus miradas fijas en el chico que llevaban a rastras.

—Gran líder, por favor, tenga piedad de mí —gimoteaba el chico.

Entonces pude reconocer su voz. Ese cuerpo tembloroso que pedía misericordia es el mismo cuerpo que se burlaba de mi miedo en la furgoneta que me trajo hasta aquí. Él era mi secuestrador.

—¡Silencio!— la voz del Gran líder hizo callar al chico como el chasquido de un látigo—te advertí las consecuencias de desobedecerme. Te ordené que no pronunciaras la más mínima palabras mientras hacías tu trabajo y fallaste. Ahora debes aceptar tu castigo.

El chico bajó la mirada como respuesta mientras las escoltas del Gran Líder retrocedían. Antes de que se volvieran a fundir con las sombras, noté que el más alto de los dos no quitó la mirada en mí.

—Zucht, el antiguo asesino tendrá que pelear a muerte contra Selene, la nueva recluta —vociferó el Gran líder antes de escabullirse, haciendo que varias voces gritaran ferozmente, no sabía que estaban ahí hasta que se hicieron presentes para ver sangre derramada.

Rápidamente, el chico me lanzo una dura mirada mientras corría por mí y yo me apresuraba a tomar el arco y las flechas. No se encontraba armado, pero su mirada decía que no quería perder contra mi y yo no quería morir precisamente a manos de él.

Justo cuando preparaba un flecha, el cogió un puñado de tierra y lo lanzó a mis ojos. El escozor se disipó por mis ellos, pero antes de poder calmar el dolor sentí el aire dejar mis pulmones. Zucht me había propinado un sucio golpe en el abdomen. Mierda. Despierta, Selene, estas peleando contra un asesino ¿Qué esperabas?

Reaccioné mientras esquivaba a duras penas el puño de Zucht, mis ojos llorosos no ayudaban mucho. Tenía que hacer algo, no me quedaba otra opción mas que devolver los golpes.

En estos momentos estoy infinitamente agradecida de tomar clases de defensa personal antes de tiro con arco.

Zucht se posicionó en frente de mí, su postura delataba que estaba dispuesto a matarme y su mirada solo lo confirmó.

Definitivamente su mirada me atemorizó. Esa chispa de miedo me hizo reaccionar llevando mis manos a una flecha y lanzandola increíblemente rápido a su costado. La flecha quedó ensartada en una pared detrás suyo junto a las ropas de un Zucht aturdido y mucho más molesto. Rompió la flecha en dos para liberarse fácilmente sin rasguños mayores, tomó la punta afilada y se dirigió hacia mí mientras yo retrocedía.

<<¿Dónde quedó tu valentía?>> me reprochó mi cerebro al ver a Zucht avanzar decididamente .

Quería huir, mis posibilidades estaban por los suelos junto con mis esperanzas de vivir, pero sabía que eso no cambiaría nada. Solo tenía una opción: Pelear.

Así que tome otra flecha y tensé el arco, la flecha se adentró en la mano de Zucht haciendo que soltara un grito de dolor que caló en lo profundo de mis huesos. Arrancó por segunda vez la flecha y trató de propinarme un golpe justo en la mandíbula, el cual asertó, pero al caer al suelo aproveché para hacerlo caer con un movimiento rápido de piernas.
En la sucia tierra, Zucht trató de usar la punta de flecha como navaja mientras yo utilizaba el arco para que no me sacara un ojo, el se encontraba encima mio, con sus manos tensadas hacia mi corazón, quedaban centímetros para que diera el golpe final y todo acabara.

—Aún sin armas y moribundo te venceré —susurró Zucht con una sonrisa amarga y llena de sangre- ¿Por qué no me haces el favor de morirte de una vez, niña tonta?

El Gran Líder tenía razón, la boca de Zucht lo había traicionado. La ira que provocó sus palabras en mí se fue convirtiendo en energía para mi mano, que pudo encontrar un flecha perdida en la tierra y insertarsela con furia a Zucht en el lado izquierdo de su dorso. Aproveché su momento de dolor y con un ágil movimiento lo derribé de mi. Rodeé lo más lejos de su cuerpo sangrando e intenté ponerme de pie antes que él lo lograra. Solo me quedaba una flecha y el tiempo se agotaba. Zucht logró ponerse de pie apenas unos segundos después. Se veía adolorido y con su mano derecha presionaba la herida que le había causado. Ver a Zucht así me hizo sentir desagradablemente bien. Tensé mi arco de nuevo apuntando con mis temblorosas manos al pecho de Zucht,
ya no había vuelta atrás, yo misma imposibilité mi paso al cielo entrando a este infierno, y Zucht era la primera prueba de ello.

Cerré los ojos y disparé la flecha.

Caí agotada de rodillas al mismo tiempo que el cuerpo de Zucht.

Nuestros cuerpos dieron el mismo golpe seco, la diferencia es que yo seguía viva.

Había matado a Zucht. Había asesinado a una persona.

Empecé a temblar, no sabía si a causa del agotamiento o por los espasmos de mi llanto.

Después de eso mi visión se tornó borrosa y en cámara lenta, El Gran Líder me proclamó vencedora, el sonido de los eufóricos gritos se volvió más salvaje, unos chicos se llevaron el cuerpo inerte de Zucht mientras el escolta más alto del Gran Líder me llevaba lejos de la pelea y el sonido ensordecedor.

Volví de mi ensimismamiento cuando me encontraba en un pequeño cuarto junto al escolta. Él me miraba desde una esquina y pude notar ya no portaba su capucha lo que ayudaba a distinguir su rostro. En pocas palabras era bastante atractivo. Su piel era de un perfecto tono blanco, ni tan pálida ni tan bronceada. Sus facciones eran despreocupadas pero a la vez serias, sin embargo lo más cautivante eran sus ojos, podría decir que eran tan hermosos y profundos como un abismo pero no creo que un abismo sea para nada hermoso. Sus ojos brillaban en un profundo tono negrizo, como si se tratara de una afilada daga con punta de obsidiana que quisiera atravesar directamente en tu alma. Su cabello estaba despeinado y era del mismo color que sus ojos.

—Hola —rompió el silencio.

—Uh, ¿Quién eres tú? —dije torpemente antes de  pensarlo.

—Mi nombre es Host y yo te ayudaré a lidiar con toda esta mierda. Bienvenida a Dark Assassins.



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