Capítulo IV: Selene

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—¿Dark assassins? —pregunté, pero no respondió, solo se limito a darse la vuelta y hacer una seña con las manos para que lo siguiera.

—Así nos autodenominamos —dijo sin voltear a mirarme. Apenas y podía seguir sus pasos.

—Si tú eres el escolta del Gran líder, ¿Dónde está él? —pregunté otra vez. Esto era muy confuso para mí.

—Él está ocupado, ya sabes, ser el líder de un grupo de asesinos no te da tiempo para cuidar a los nuevitos —exclamó sarcásticamente. Iba a abrir la boca para hacer otra de mis preguntas, pero Host se detuvo haciendo que casi chocase con su ancha espalda.

En frente de nosotros había dos grandes puertas negras con antorchas a lo lados que la iluminaban. Host se acercó y empujó las pesadas puertas que se abrieron de par en par dejando ver un ambiente impresionante. Parecía toda un área de entrenamiento solo que más violenta y oscura, había aproximadamente veinte chicos de diferentes edades y géneros, todos haciendo algo que probablemente sea ilegal. No voltearon a vernos cuando entramos, supongo que estaban muy concentrados contando las veces que la cabeza de su contrincante golpeaba el suelo. Algunos peleaban con los otros en una esquina mientras otros destrozaban maniquíes sin sudar una gota. De pronto el otro escolta del Gran Líder se nos acerco dejando a un lado su... ¿Espada?

—Host, el Gran Líder quiere ver a la chica nueva —dijo mirándome de soslayo. Sus facciones eran muy parecidas a las de Host, la única diferencia se encontraba en su menor estatura y sus ojos color esmeralda.

—Lo sé, ahora muévete, hermanito —dijo el más alto haciendo que su hermano menor se fuera con el ceño fruncido.

¿Hermanito? Esperen. Matt. Mis padres. Desde que llegué aquí no he sabido nada de ellos. El miedo me inundó rápidamente. ¿Estarán bien? Ni siquiera sé si alguna ves los volveré a ver pero tengo que asegurarme de que mi sacrificio no fuera en vano.

—Necesito hablar con el Gran Líder —dije decididamente lo cual sonó ridículo a lado de Host y su estatura. Me consideraba alta, con 1.72 metros que a mis 18 años no estaban nada mal pero a lado de él parecía un impotente bicho.

—Hey, créeme que algunos desean no ver al Gran Líder en un buen tiempo.

—Yo solo quiero asegurarme de que mis padres estén a salvo.

Host me lanzó una mirada seria que no pude descifrar y volvió a caminar hacia un pasillo.

Nos detuvimos en otra puerta, esta no era tan grande como la anterior pero tenía el mismo aire de grandeza.

—Suerte, no hagas nada estúpido —me aconsejó antes de irse por el mismo pasillo en el que llegamos.

Muy tarde. Lo estoy haciendo desde hace días.

Inhalé una bocanada de aire y abrí la puerta. El Gran Líder se encontraba viendo el fuego arder en una chimenea. Tenía la misma pose de la primera vez que lo ví, la espalda firme y los brazos cruzados en esta. Como ya había previsto la decoración y la mayoría de lo que había dentro de ese cuarto era negro exceptuando que esta vez tenía destellos rojizos por el fuego y la luz que provenía de un enorme candelabro colgado en el techo. ¿Quién tiene un candelabro en estos días? Recuerda, Selene, este tipo está loco.

—Vamos, Selene, siéntete como en casa. —No sé si lo dijo de verdad o burlándose de mí, nunca se sabe con él.

—Quiero asegurarme de que mi familia esté bien, como lo prometiste —fui directamente al grano.

—¿Tú familia? Ellos están bien, como lo prometí —dijo de espaldas, restandole importancia, y volteó a verme— pero ellos ya no son tu familia, ahora nosotros lo somos.

—¿Qué?

—Aceptaste unirtenos, ya no hay vuelta atrás. Moriste y volviste a nacer. Desde ahora ya no eres Selene, la chica dulce y despreocupada, eres una asesina y tienes que comportarte como tal. Así que te asigné a Ravager, uno de mis mejores asesinos para instruirte. Empiezas mañana, te recomiendo que comiences a elegir tu arma y tu alias. —exclamo para después hurgar en el bolsillo de su túnica— Ah, y ten esto, tómalo como tu distintivo.

Me lanzó un pequeño objeto. Lo tomé en el aire y lo observé detenidamente, era un anillo color negro con los alrededores dorados, tenía en el centro una calavera y decoraciones doradas y plateadas.

—Es todo. Regresa con Ravager. —me ordenó, apreté los labios para no decir nada estúpido y di la vuelta en busca de Host que supongo que es Ravager.

Al salir, vi a Host parado en la esquina más oscura. Al parecer le gusta fundirse con las sombras como un gato.

—Pensé que jamás saldrías, muchos no lo hacen. —dijo al verme.

—Que lindo —respondí cortante—así que tu eres Ravager, uno de los mejores asesinos del Gran Líder.

—El mejor —murmuró agocentricamente—mucho mejor que cualquiera, incluyendo a mi hermanito —dijo burlonamente.

—Al menos tienes a tu hermano contigo... —susurré más para mi que para él. Dejar atrás a mi familia dolía, en verdad dolía.

—Sé lo que se siente, yo también pasé por eso —dijo acercándose a mi, había escuchado lo que dije—aunque sea imposible de creer hay un lado bueno. Ellos estás a salvo, de nosotros y de los Drakoi.

—¿Quienes son los Drakoi? —pregunté volteándolo a ver.

—Mercenarios —dijo con odio— nuestros enemigos. Ellos y sus malditas cicatrices en forma de dragones llevan interponiéndose en nuestro camino desde hace años.

Vaya, así que a nosotros nos dan un anillo mientras a ellos les hacen una cicatriz. Hey, te vamos a arruinar la vida, pero a cambio te damos un bonito anillo y no te haremos una cicatriz en forma de lagartija superdesarrollada. Genial ¿no?

—Pensé que nosotros también eramos mercenarios —murmuré dudosa, las facciones de Host se volvieron más duras.

—Nosotros no somos mercenarios, no matamos por un sueldo —dijo sin mirar a nada en especifico, igual que el Gran Líder, Host sabía como confundirte cuando tratas de leer sus emociones— Nosotros somos mejores, somos superiores a ellos.

No sabía que responder, para mí los asesinos habían sido todos iguales, personas sin corazón que disfrutaban lo que hacían, pero creo que me he equivocado. Tal vez haya algunas pequeñas excepciones.

Tal vez él y yo seamos esas excepciones.


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