PRÓLOGO - TEMOR A LA NOCHE I

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Pudo escuchar la voz de Jessica por el auricular que tenía en la oreja izquierda.

-¿Cómo están las cosas por allá?

Jongin se bajó las gafas oscuras y vio con sus astutos ojos grises la entrada del club nocturno. Clientes entraban y salían por debajo de las luces rosas, luces con la forma de un ramo de rosas de color chillón.

-El objetivo acaba de ingresar.

Jongin habló al micrófono escondido en la solapa levantada de su chaqueta y se recostó contra el mugriento muro de ladrillo. Actuaba como si estuviera esperando que llegara un amigo. Revisó la hora en su reloj, era cerca de media noche. La hora del día en la que la sangre comenzaba a fluir y ellos empezaban a moverse a niveles más elevados.

La lluvia había dejado de caer, pero el aire aún se sentía como una manta de humedad. La ligera brisa, impregnada con olor de tabaco y perfume barato, rozaba sus mejillas. Un mal presentimiento se había apoderado de él y le preocupaba.

Una mujer que estaba cerca de la entrada le lanzó una mirada sugestiva, pudo percatarse a simple vista de que el saco corto de piel que llevaba puesto era de imitación. Una tela de encaje salía de la minifalda que llevaba puesta, y un par de botas largas se ajustaban a sus piernas bien formadas. Si se quedaba mucho tiempo allí afuera ella se entrometería en su camino.

Jessica le preguntó indiferente.

- ¿Cómo se llama el lugar?

-Capullo de Rosa, ¿tiene una cripta?

Escuchó una vibración en su auricular mientras Jessica revisaba sus notas. Suspiró, podía imaginar la decepción en su rostro.

-No puedo asegurarlo, no está en la lista. El club nocturno tiene una licencia regular, nada fuera de lo ordinario espera un momento, revisaré los planos.

El sonido de su voz fue reemplazado por el sonido de las teclas de su ordenador. Jongin vio nuevamente su reloj.

Cinco minutos habían transcurrido desde que su objetivo entrase.

-¿jongin?

-Te escucho.

-Tenemos un problema, también se puede acceder al establecimiento desde el otro lado de la calle.

-Maldición ¡me lo hubieras dicho hace cinco minutos!

Se retiró de la pared y caminó velozmente. Si había sido visto el objetivo ya lo sabría. Jongin suspiró decepcionado y enfurecido esperando no haber sido descubierto.

El portero miró a jongin de pies a cabeza y le pidió la tarifa de la entrada. Jongin no sabía si existían requisitos de vestimenta o lo que se consideraba "apropiado" para el establecimiento. Aunque mientras esperaba vio a una pareja de llamativos pelirrojos con camisetas rotas y el cabello al estilo mohicano con botas de metal que parecían más ser armamento que calzado, cadenas por todos lados y una mirada algo lunática, parecían estar en casa. En cambio Jongin vestía chaqueta, camiseta negra de cuello alto y pantalones de cuero. No se vestía así porque tuviera un interés especial en alguna moda, el traje era simple... no se preguntaba qué combinaba con qué, y le funcionaba para el trabajo.

Su cabello era negro también, pero sólo porque ése era el color con el que había nacido. Pagó la tarifa y otro hombre enorme, cuyo trabajo de día
debía ser cuidar la entrada del infierno, abrió la puerta. Jongin se quitó las gafas oscuras y entró al club.
El lugar estaba más lleno de lo que había anticipado. No le sorprendía que hubiera dos entradas. La música de ritmo estruendoso pulsaba en su plexo solar y las voces roncas se
fusionaban con la risa y el ruido de fondo. Luces rojas y verdes irradiaban el local, resaltando el humo del tabaco sobre los clientes que bailaban. Jongin observó cuidadosamente todo el club, sus ojos iban de una persona a otra. El rostro de su objetivo apareció ante su mirada escrutadora. Los instintos de los vampiros operaban con un ritmo distinto al de los humanos y con un poco de entrenamiento, un cazador podía aprender a reconocerlo.

I Want To Bite (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora