Mercurio.

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31 de enero, 2016.

Me rompiste como el diamante que nunca fui, te metiste en mi vida como el Sol entre las nubes aunque hicieran la combinación perfecta y te pinte en mis ojos como Van Gogh lo hacia con la naturaleza.
Nunca me amaste y es algo yo lo comprendo perfectamente, suelo destruirme durante el invierno con tu belleza idílica caminando por los pasillos de la escuela y ojalá nunca huelas mi tristeza. Consumiste todo tipo de miedos, encontraste de todo tipo de esencias y los mapas de tu mente cayeron en manos equivocadas hasta que yo pude encontrarte atravesando toda la tormenta que eras, solía penetrarla como las olas del mar en la noche y completamente ahogarme ahí. Rasguñe las paredes para evitar buscarte pero la peor parte es que destruía cualquier muro, justamente así fue como me perdí en el abismo de tus ojos y recuerdo la última vez que te encontré. Recargaba mi cabeza en tu hombro y mis pestañas rozaban tu piel, como olvidar tu existencia en un mundo irónico y totalmente radical. Luego desperté y no estabas, fue cuando supe que lo radical e irónico eras tú porque eres el mundo para mi.

El arte de amar lo inexplicableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora