Insomnio

20 3 0
                                    

Alicia se levantó en medio de la noche asustada por la pesadilla que acababa de tener. El aire le faltaba y respiraba tan a prisa que cada respiración contenía demasiado poco aire. Decidió levantarse y salió al balcón a ver si ya era de mañana... Nada. Entonces bajó por un vaso de agua. Bajó las escaleras tan rápido como le fue posible, como escapando de algún monstruo que la pudiera perseguir. Trató de no mirar ninguna ventana en el camino. Todas las luces de la casa estaban apagadas. Alicia tenía la visión nocturna de un gato, así que no necesitó encender ninguna, además, para servirse agua, la luz de la nevera era suficiente. Pensó en subir el agua al cuarto, pero quería pasar las escaleras rápidamente, como lo había hecho de bajada, y sabía que no lo lograría con un vaso de agua en la mano. La tomó tan rápidamente como le fue posible. Al subir las escaleras, probó hacerlo de dos en dos, tratando así de minimizar el tiempo que tardaría en terminar el temible recorrido. Nada pasó.

Al llegar al cuarto, cuando creyó que ya había logrado su misión de ir por agua, un ladrido aterrador rompió el silencio que cubría la casa.

'Rayos, desperté a la perra', pensó Alicia para sí misma. Luego oyó la puerta del cuarto de su abuela abrirse. Alicia no quería despertar a nadie. Todo por culpa de la boba pesadilla. Y, en realidad, ya Alicia no recordaba de qué se había tratado.

Alicia miró el reloj... Tan solo eran las dos y quince de la mañana. No tenía nada de sueño, ni ganas de tener otra pesadilla. Luego recordó que del otro lado del mundo era de día... Así que ¿por que no ir a China o a algún país donde fuera de día? Bueno, la respuesta era obvia: el viaje se demora tantas horas, que probablemente se haría de mañana acá antes de que llegara al país lejano, y aún así, no había garantía de que fuera a llegar de día.

A menos que llegara a uno de esos países donde no anochece nunca.

'Piensa: unicornios, dragones, sirenas...'

Esta frase siempre ayudaba a Alicia a concentrarse en las tareas para la escuela. ¿Por qué la estaba repitiendo ahora? Ella misma no lo sabía.

¿Cómo será no tener noche...?

Entonces Alicia abrió las cortinas y la ventana y se asomó para ver las estrellas. La sorpresa que se llevó fue muy feliz, porque el cielo estaba dando un espectáculo maravilloso, del que se habría perdido si no se hubiera despertado en medio de su pesadilla. Las estrellas viajaban de un lado a otro. El negro del cielo contrastaba vívidamente con la luz de las estrellas, regadas a lo largo del firmamento. Al principio Alicia se quedó de pie, embobada junto a la ventana. Por mucho tiempo, en realidad, hasta que su abuela entró al cuarto y le dijo que ya cerrara la boca o se le metería una mosca. La abuela se acercó a la ventana y observó el cielo lleno de estrellas cayendo. Alicia sentía el calor de su abuela muy cerca. Era una sensación muy agradable para ella, porque la hacía sentir verdaderamente en casa.

-Alicia, ¿ya pediste tu deseo?
-¿Mi deseo, abuela?
-Alicia, descubriste esta maravilla de estrellas y ¿no se te ha ocurrido pedir uno?
-No, no sabía...
-Bueno, ya, hazlo ahora antes de que se termine la lluvia de estrellas.

Alicia cerró los ojos y trató de pensar en un deseo. Pero, por supuesto, cuando tratas de forzar algo, no sale. Su mente se quedó en blanco. Y de blanco pasó a negro, y luego a gris, se formaron rayas rectas de diferentes grosores sobre el gris y luego se convirtieron en bocetos de serpientes caricaturescas con ojos saltones. ¿Qué era lo que estaba haciendo? Ah, sí, debía pedir un deseo. Ciertamente no era lo que estaba haciendo. Pensó que desearía tener noches blancas... ¡Eso era! Ese sería su deseo. Lo formuló nuevamente, esta vez a propósito. 'Desearía tener noches blancas', dijo en su mente. Abrió los ojos y su sorpresa fue enorme al ver que el cielo se había vuelto claro.

Block LogoblogDonde viven las historias. Descúbrelo ahora