Camino a casa, Alicia vio un conejo blanco bastante familiar. No sabía por qué le parecía tan familiar, si en realidad no recordaba haber visto un conejo blanco en su vida. Tal vez lo habría soñado. Había visto algunos conejos en la casa de su tía abuela Gregoria. Pero todos tenían manchas negras y marrones.
De cualquier manera, este conejo en particular parecía mirarla fijamente y luego corría a saltos en una dirección. Luego la volvía a mirar, y volvía a correr en la misma dirección. Alicia no tuvo más opción que seguirlo, ya que sentía que era lo que el conejo le estaba diciendo que hiciera. El conejo avanzaba cada vez más rápido, desde que se dio cuenta de que Alicia lo estaba siguiendo, y no hacía falta que se volteara todo el tiempo. Pasaron por varias calles. Alicia no notaba por dónde pasaban, hasta que en un momento fue consciente de ello y se dio cuenta de que no conocía esa parte de la ciudad. Después de todo, ¿por qué estaba poniendo en riesgo su tiempo y su espacio por perseguir un conejo blanco que la convenció con tan solo una mirada?
A pesar de este pensamiento, Alicia no paró de correr tras el conejo. Si ya había llegado tan lejos, no tenía sentido parar ahora. Pasando por una calle vacía y oscura, ocupada solo por bolsas de basura mal ubicadas y un vagabundo que dormía sobre un sleeping bag que alguien habría botado, el viento empezó a cambiar de dirección. Si bien antes no se sentía más que aire bajo sus orejas, viajando en la dirección contraria hacia donde ella se dirigía, ahora se sentía en la dirección contraria. Poco a poco el viento comenzó a girar como en especie de un remolino suave que se formaba alrededor de ella. Alicia sintió cosquillas en el cuello y cerró los ojos al reírse. Siguió caminando en la dirección en la que iba, sabiendo que estaba caminando por un camino diferente al que había estado siguiendo. Lo sabía porque no era firme bajo sus pies, era como caminar sobre algodón. Miró a su alrededor buscando al conejo blanco, el cual no estaba a más de unos dos metros de ella, mirándola fijamente. Alicia vio que todo el escenario había cambiado. Estaba también en una calle pequeña de una ciudad, pero definitivamente no era la misma ciudad de siempre.
Caminó buscando una avenida principal, mientras personas pasaban por sus lados, hablaban entre ellos, compraban vegetales frescos en la calle... Había muchas tiendas de flores y de zapatos abiertas, llenas de gente. Alicia siguió caminando hasta que encontró una calle muy llena de gente. Se dirigió hacia el canal, que iba a lo largo de la calle, cerca del cual había dos jóvenes, uno tocando la guitarra y el otro cantando. Un grupo de unas quince personas los rodeaban, admirando su música, así que a Alicia no le dio miedo quedarse a escucharlos también.
Un niño -más o menos de su edad- se acercó a ella y la saludó.
-Здравствуй. -Dijo el niño.
¿Qué idioma extraño sería ese? ¿Había caminado hasta otro país sin darse cuenta?
-Здравствуй. -Dijo Alicia, devolviendo el saludo.
Alicia recordó con orgullo que no hay muchos países cercanos al suyo, porque vive en una isla... ¿entónces fue eso galés?
-Ты не русская? -Preguntó el niño.
-Не хочу с тобой поговорить. -Contestó Alicia sin saber por qué estaba entendiendo y hablando este idioma que ni siquiera sabía cuál era.
-Понятно. А где твои родители?
-Не знаю.
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Block Logoblog
Aktuelle LiteraturUna historia sin sentido, con algunos elementos de cierta otra historia sobre una niña en un país con menos sentido.