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¿Seguro que podrás conseguir que este viejo trozo de metal arranque de nuevo?

No podía evitar preocuparme y preguntar esto cada vez que oía algún sonido metálico que sonaba a "roto". La persona que se encontraba allí agachada debajo de la vieja caravana, reparándola, nunca respondía, quizá fuese por que no me oía con tanto ruido, o por que ya había preguntado aquello tantas veces que quizá se hubiese cansado.

Pero esta vez fue distinta. Justo cuando había acabado de pronunciar por enésima vez mi pregunta, mi compañero salió de debajo del vehículo, se levantó, se sacudió las manos y mirándome con una sonrisa se limitó a responderme, pero formulándome otra pregunta.

-¿Por qué no lo compruebas por tí mismo?

Rápidamente me llevé la mano al bolsillo a la par que corrí en dirección a la puerta del conductor de aquel medio de transporte sobre ruedas, para obedecer a las palabras que me había dicho la persona que me observaba al otro lado del cristal frontal de aquella vieja camioneta. Aunque me temblaba el pulso, conseguí encajar la llave en la ranura. Tragando saliva, y casi rezando le dí media vuelta a la llave, hasta que un estruendoso ruido de motor inundó mis oidos. ¡Funcionaba! Aún seguía sin creerme que casi después de un duro año de inactividad a causa de mi trabajo el viejo trasto pudiese seguir funcionando.

Me apeé de allí y me acerqué a mi compañero, quien se encontraba limpiando la grasa que había manchado su cara. Le hubiese abrazado, pero su olor a gasolina me hizo retractarme. Aún así, quería mostrar mi agradecimiento.

-Dell...

-Sí, lo sé, no hace falta que me lo agradezcas. No lo hago solo por tí... ¿Recuerdas...?

-Cierto... ¿Estás listo? --pregunté algo ansioso.

-¿Tu que crees? --se miró de arriba a abajo, dándome a entender que no. [Dame tiempo para cambiarme y ahora voy.

-Ah, es verdad. Vale... --suspiré esto último.

Aunque lo intentaba, en vano podía esconder mi verdadera emoción. Me entusiasmaba la idea de hacer una escapada con Dell, y cuanto antes mejor. Aprovechando que nos habían dado vacaciones a los mercenarios, Engineer y yo, ambos, decidimos hacer un viaje para relajarnos. Destino: Texas, a una casita de madera en medio de un bosque, uno de los lugares que más me podían gustar. Ya había preparado todo mi equipaje, que se basaba en una mochila que ya llevaba puesta a mi espalda y un carcaj, también sobre esta, completamente lleno de flechas. Un hombre como yo, que suele pasar días y días aislado y ya está acostumbrado, no suele necesitar demasiado material para sobrevivir durante largos periodos de tiempo.

Sin embargo, aquella espera sí que se me estaba haciendo larga, y justo en aquella situación no tenía nada para combatir el aburrimiento que me estaba causando el quedarme allí sentado, en la parte frontal del vehículo sin nada que hacer, excepto mirar la puerta del garaje que tenía enfrente, con la esperanza de que lo antes posible se abriese, revelando la figura de mi amigo.

Como si de un milagro se tratase y las divinidades me hubiesen concedido mi deseo, aquella gran puerta de metal se corrió hacia arriba, acción de la que estaba detrás mi compañero, ya preparado para marcharse: se había puesto un peto más limpio, había preparado su equipaje, (que en mi opinión, eran demasiadas cosas, pues el tamaño de la bolsa era bastante grande), incluso se había quitado el casco.

-Listo.

-Entonces... ¡Vamos!

Mientras Engineer dejaba su equipaje en la parte trasera del vehículo, yo ya me encontraba dentro de él, arrancando el motor, a la espera de que el asiento del copiloto fuese ocupado. Una vez se hubieron cumplido todas estas acciones, agarré fuertemente el volante, pisé el pedal y con un gran rugido del motor, la caravana salió despedida por la puerta del garaje en dirección al asfalto de la carretera.

Trucks n Vans.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora