-Nota Final del Primer Capítulo-

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Habiendo terminado este primer capítulo, debo señalar que en los últimos párrafos tuve que realizar ciertos cambios para que denotara credibilidad, cabalidad, y continuidad lógica, puesto que ni el mismo escritor de este libro esperaba que sucediese lo que aconteció. Aunque los hechos relatados aquí parecen disparatados, son lógicos en este complejo universo que surgió de la mente de quien trazó estas líneas. Por ejemplo, si bien John Watson moría a manos de Langsley, el Albatros II era hurtado por un personaje no relevante en estos momentos, y Sherlock Holmes perdía un brazo, nada de eso sucedió por la omnipresente aparición de una situación difícil de explicar apenas en este primer capítulo; un hecho que trasciende más allá de lo que es un simple libro.

El párrafo original en cuestión ilustraba lo siguiente:

"Estaba completamente perdido. Langsley mostraba sus dientes, pero aun así con todo aquello su mente no dejaba de trazar una posible escapatoria, y su cansancio le era un motivo de freno ante sus ingeniosas y casi milagrosas escapatorias. Sentía sus brazos pesados, sus piernas como rocas, y su temple decaído. Y así como así se rindió y se arrodilló al suelo, quedando inerme ante el licántropo alfa.

Llegaba a su fin la asociación Holmes-Watson para desentrañar los casos más increíbles del vasto mundo. Llegaba a su fin la vida del doctor John Watson con una mordida a su cuello..."

Pero con la susodicha presencia de un elemento que pudo deformar la realidad de este universo, el párrafo original en cuestión quedaba de la siguiente forma:

"Estaba completamente perdido. Langsley mostraba sus dientes, pero aun así con todo aquello su mente no dejaba de trazar una posible escapatoria, y su cansancio le era un motivo de freno ante sus ingeniosas y casi milagrosas escapatorias. Pero... luego... ¿muere? ¿Langsley murió? Esto no debía ser así. ¿Qué demonios ha pasado? (...)"

La pregunta surge en este momento, ya que mi edición nos sugiere y confirma que el gestor del nuevo nombre de los Centinelas Rojas (y el que dio nombre a este libro) fue el mismo John Watson, pero en la ya mencionada versión original de este escrito este valiente doctor muere, y quien coloca el nuevo nombre a los Centinelas es Sherlock Holmes en honor a su compañero, ya que al darse cuenta de que ha muerto, dispara la bengala que todavía estaba en la pistola y asida ésta a la cintura del doctor en cuestión mediante una correa.

Así queda atestiguado la presencia de un elemento que es capaz de distorsionar todo un universo con una sola acción, siendo que esta acción desembocó en que una persona no muriese, que el Albatros II siguiese en poder de su dueño, y el que Sherlock Holmes menos que perder su brazo tan siquiera quedase herido.

Entonces, ¿el escritor hace lo que quiere y los personajes le siguen el compás, o el compás es puesto por los personajes y el escritor hace lo que le dicten los personajes?



La Compañía de la Bengala RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora