Capítulo 4

163 6 0
                                    

Ya estaba cansada. Yo estaba acostumbrada a viajar en carros tirados por caballos, así que no movía apenas las piernas en los viajes a las diferentes ciudades. Pero ahora me encontraba en una situación en la cual iba con dos chicos que parece que no se cansen nunca y disfrutan en todo momento.

Llevábamos más de cinco horas caminando hacia Herculano, que se encontraba al norte (y lejos) de Magnolia y aún no habíamos visto a ningún ser humano. Solo nosotros (bueno, un tema el cual deberíamos discutir, porqué cada vez lo tengo menos claro). Luffy y Natsu iban agarrados por el cuello como si se conocieran de toda la vida, cantando y a punto de comerse un muslo de pollo, como no. El problema era que no tenían nada para hacer fuego, pero eran capaces de comérselo crudo así que no me preocupé.

Llevándome una gran sorpresa, vi que Natsu sacaba fuego por la boca y los dos muslos de pollo se calentaron al instante. Sorprendida me acerqué a él corriendo.

- ¡Natsu!, ¿cómo es que puedes sacar fuego de la boca? - le pregunté con los ojos completamente abiertos.

- Pues porque me crió un dragón de fuego, ¿por qué iba a ser? - Me respondió como si fuera lo mas normal del mundo.

Miré a Luffy para ver si estaba sorprendido. No me equivocaba. Tenia los ojos en forma de estrellas brillantes y la boca completamente abierta.

- ¡Qué guay! - seguía con esa cara tan estúpida pero a la vez graciosa.

Natsu le sonrió como si le estuviese agradeciendo que le dijera ese alago.

- ¿Y tú que sabes hacer Luffy? Seguro que no me superas jajajajajaja – esa risa la llevó a a cabo con los brazos en la cintura y mirando hacia el cielo, con aire de superioridad. A mi me hizo gracia esa escena y me reí, pero tan flojo que ninguno de los dos se percató.

De repente Luffy estiró un brazo hacia un árbol que se encontraba a veinte metros de distancia. Cuando su mano agarró una rama, el resto del cuerpo fue hacia allí. Después de un minuto Luffy volvió corriendo y, cómo no, sonriendo. Me quedé con la boca abierta. Definitivamente no pueden ser seres humanos estos dos.

- ¡Uooooooooo! Tu habilidad también mola mucho Luffy – le dijo Natsu como si fuese lo más normal del mundo.

- Muchas gracias Natsu – le respondió sonriendo enseñando los dientes.

- Luffy, ¡¿cómo has podido estirar tu brazo?! - pregunté yo muy intrigada.

- Cuando era pequeño me comí la Fruta Gomu Gomu por error y me convertí en un hombre de goma - comentó con total tranquilidad.

Estaba completamente paralizada. Un mago que domina el fuego, un chico que se estira... Definitivamente no me encontraba con gente cualquiera; son fuertes.¿Puede que la tierra no sea capaz de 'tragarse' a gente con un poder tan increíble? Entonces... ¿Por qué estoy yo aquí? No soy fuerte. Bueno, soy capaz de dominar una espada que nunca he visto a nadie usar ni ha herreros forjar, la espada que conseguí aquel día tan triste en Herculano...

Después de descubrir esos poderes tan increibles de Natsu y Luffy continuamos nuestro camino.

- ¿Y tú que sabes hacer con la espada? - me preguntó Natsu y Luffy se giró para mirarme. Me miraban fijamente y por primera vez desde que empezamos el trayecto estaban serios. ¿Esperan que también sea fuerte, como ellos?

HABLA ERZA

¿Cómo me llamo?, ¿qué hago aquí? Es lo primero que me pregunté al abrir los ojos.

Me encontraba en una celda polvorienta, maloliente y con las manos y piernas completamente atadas con unas cadenas, pero con la suficiente separación de manera que podía caminar, mover brazos y manos.

Intenté recordar cómo había llegado hasta allí, pero no era capaz de acordarme de nada. Ni siquiera de mi nombre. No tenía ningún recuerdo. Cuando me giré vi a otras dos chicas tiradas en el suelo durmiendo. Seguramente aún no saben donde se encuentran...

Me acerqué a una de ellas. Tenia el cabello negro con flequillo y nariz un tanto peculiar. De repente se despertó ella y, al mismo tiempo, la otra chica que tenía el cabello rubio con un lazo azul en el lateral. Al mirar a la chica rubia sentí que la conocía de algún otro lugar, pero rápidamente ignoré ese pensamiento porqué primero quería huir de dondequiera que me encontraba. Cuando acabaron de incorporarse empezamos a hablar y me di cuenta de que se encontraban en la misma situación que yo.

- Chicos las de esta celda ya se han despertado – oí y supuse que era un guardia.

- Vale, ahora voy – contestó otro.

Escuché unos pasos que se acercaban con bastante rapidez y, finalmente, se encontraban delante nuestro.

- ¿Cómo os llamáis? - preguntó el guardia refiriéndose a las tres con una sonrisa que podía asegurar que era falsa.

- No lo sabemos – contesté con una mirada completamente fría y seria.

- Bien, eso quie...

- ¡Que nos habéis hecho! - le escupí a centímetros de la cara, ya que se encontraba muy cerca de la puerta de la celda.

- Me gusta ese carácter. Si quieres recuperar algún día tus recuerdos tendrás que trabajar.

Le miré de arriba a abajo con una mueca que a él no le agradó.

- Que se pongan a trabajar – le dijo a uno de sus compañeros – y ella que haga un trabajo más duro que las otras – continuó refiriéndose a mí.

El otro guardia le asintió, nos sacó de las celdas y bajamos unas escaleras. Cada vez que nos acercábamos a una gran puerta iluminada por la luz del sol, hacia más calor; un calor casi insoportable. Cuando llegamos a la puerta, nos encontrábamos en un lugar abierto al exterior, donde habían muchas casas pequeñas destruidas y muchísima gente con cadenas puestas, llevando materiales pesados a una zona que medía unos tantos diámetros. Alrededor de esta 'ciudad destruida' habían unas vallas lo suficientemente altas para que no pudiéramos escapar. Después de contemplar absorta ese panorama, un guardia me cogió del brazo para llevarme a otro lugar. Al girarme pude ver como los guardias empezaban a manosear y pegar a las dos chicas de mi celda. A la chica rubia se le calló alguna lágrima. Ojalá pudiera ayudarlas...

Después de cinco minutos caminando bajo el calor casi insoportable, me llevaron a una de las casas un poco más grande que las otras, pero igual de derruida, donde habían chicos con cuerpos más corpulentos y fuertes transportando materiales más pesados de los que estaban llevando a la zona central que había visto antes. A esto te referías con trabajo más duro eh... Pues no pienso darme por vencida.

Empecé a trabajar mientras que algún guardia que otro me daba una patada porqué, según ellos, iba más lenta de lo que debía. A medida que iba trabajando no podía dejar de pensar que ya había vivido una situación similar a esta cuando era pequeña.

- Fruta Gomu Gomu: Gracias a que Luffy se comió sin querer esta Fruta del Diablo cuando era pequeño, tiene la habilidad de estirar su cuerpo, es decir, es un hombre de goma.

- La infancia de Erza fue muy dura, ya que fue esclavizada para construir una torre para resucitar a Zeref, un mago oscuro.

¿Invisible? ( One Piece and Fairy Tail )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora