Un día en Nueva York, no es lo mismo que en Missouri.
Bajé a la cafetería Spirit a por mi café rutinario de la mañana y me dispuse a dar un paseo.
A la hora de comer, vi un restaurante italiano. La comida italiana es mi favorita. Bueno, la italiana y la española. Mi padre la cocinaba muy bien.
Estaba mi madre de viaje de estudios cuando conoció a mi padre en un restaurante de Italia. Un restaurante que cocinaba comida americana. Mi padre trabajaba como camarero allí para pagarse los estudios de arte. Creo recordar que se llamaba Christian Fray. Por eso a mi me llamaron Christina.
El restaurante estaba todo lleno, la lista de espera era de una hora. Por lo tanto me dí la vuelta para disponerme a marchar. No estaba dispuesta a esperar semejante cola con el hambre que tenía. Tras girar, noté algo delante mía con lo cual choqué. Cuando me quise dar cuenta, ya me encontraba en el suelo.
— Lo siento mucho. — me dijo un hombre. Me tendió la mano y yo la acepté. Era un hombre alto, fuerte, pero lo que más me atrajo de él, fueron su grandes ojos verdes. Llamaban la atención. Son de esos ojos que te obligan a alzar la mirada hacia ellos, como si lo único que pudieses ver a primera vista, fuese esos brillantes ojos.
— No pasa nada.— sonreí — Nunca miro por dónde ando. — le respondí mientras sacudía mi trasero.
— ¿Ibas a comer allí? — me pregunta señalando al restaurante, y como no, con su gran sonrisa.
— Sí, iba a comer en el restaurante, pero hay una cola de una hora. Si tienes pensado comer allí ya puedes ir dando la vuelta. — le expliqué mientras me colocaba el bolso.
— Eso lo arreglo yo. — me indica alzando un brazo en dirección al restaurante, simulando el mítico gesto de ceder el paso.
— Espera aquí un segundo, vuelvo ahora. — asentí curiosa y confundida, frunciendo el entrecejo sin saber que va hacer. No entendía lo que tenía pensado hacer.
Lo veo hablando con el encargado, quién le sonríe. El chico vuelve hacia mi y aparto la mirada rápidamente, como quién no estaba pendiente de lo que hacía.
— Listo, hoy comerás comida italiana. Conmigo, claro. — sonríe y lo miro confundida. No me parecía mala idea.
— ¿Cómo lo has conseguido? — pregunto asombrada.
— Tengo un encanto natural. — gesticula una sonrisa encantadora.
— Sí claro, será eso. — le sonrío y me adentro con él en el restaurante.
Nos dirigimos a la mesa situada al lado de la gran cristalera que formaba una de las paredes del restaurante, con vistas a un parque de al lado.
El camarero inmediatamente nos atendió y pedimos nuestros respectivos platos. Mi plato era vegetariano. Estaba intentándolo. El de él estaba formado por carne. Mucha carne.
— Bueno, desconocida con la que como, que conocí hace unos minutos. — rompe el hielo tras pedir la comida.— No tuvimos el placer de presentarnos. — sonríe, como no. — Soy Adam Parker. ¿Y tú eres?
— Yo soy el amor de tu vida. — bromeo y el sonríe a carcagadas.
— Pues no me importaría. — me responde y me sonrojo.
— Me llamo Christina Smith, pero puedes llamarme Chris. — le contesté y al momento el camarero llegó con el primer plato.
— ¿Eres de por aquí? — me pregunta comenzando a comer. — Por tu acento no me parece que seas de por aquí.
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EL MILITAR. [EDITANDO]
RomanceQuerido Adam: "Yo me enamoré de ti, sabiendo lo que eres, sabiendo que nuestro amor no iba ser fácil, que iba ser muy difícil verte partir y esperar a que regreses, pero por amor, todo se puede y te seguiré esperando cada vez que sea necesario, po...