Capítulo 19: Chivo expiatorio

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Sabes que todo está muy jodido cuando la policía no te hace las interrogantes correctas, cuando el inoperante brazo de la ley solo te pregunta qué fue lo que viste y lo que sucedió, nada de sospechosos, nada de cuestionamientos hostiles como antes. Sus rostros -en especial el de Víctor y su fiel acompañante Christian- expresaban el cansancio y la frustración por estar siempre dos pasos detrás de lo que parece ser el asesino serial más inteligente de todo el maldito estado de Nueva Jersey.

Para mi tranquilidad, Peter, Lara y Megan estaban en la parte del frente de la casa junto a dos patrullas. Unos minutos después de encontrarnos con el cadáver de Jason cuatro oficiales entraron en la casa -uno de ellos siendo el novato Christian-, nos sacaron de allí y nos transportaron directamente a la comisaría, donde nos hicieron las dudosas preguntas que mencioné antes.

Y después de cuarenta cinco minutos de interrogatorios, de ver a Megan y a Nina llorar, a Peter perder la cabeza y casi golpear a dos oficiales, volvimos a casa.

No logré conciliar el sueño en toda la noche, la imagen del cuerpo de Jason y las palabras del asesino en aquel balcón no dejaban de reproducirse en mi cabeza; siento que pronto me volveré loco, que necesitaré terapia todos los días, hipnosis quizás, solo para poder dormir.

Mamá no se despegó de mí en ningún momento, dio vueltas alrededor de mi cama, acarició mi cabello, en incluso me cantó canciones que me ayudaban a dormir de pequeño, pero nada funcionó. Me gustaría saber qué tiene para decir después de esto, solo que estuve demasiado cansado y triste como para enfrentarla.

Doy vueltas en la cama, el sol entra a través del diminuto espacio que las cortinas dejan libre

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Doy vueltas en la cama, el sol entra a través del diminuto espacio que las cortinas dejan libre. Vuelvo a cerrar los ojos, estoy agotado, pero no logro dormirme.

MALDITO CEREBRO, YA DEJA DE FUNCIONAR.

Un fuerte sonido hace temblar el suelo de mi habitación, o al menos eso es lo que percibo, quizás sea el sueño y esté alucinando, pero me pongo de pie, el cuerpo me pide que no lo haga, provocándome puntadas en la columna y el cuello, aun así me fuerzo a continuar y salgo de la habitación. En el caso de que sea mi tonta imaginación obedeceré a mi cuerpo y volveré a -intentar- dormir.

Apenas cruzo la puerta aquel ruido se intensifica, y la voz de mi madre se aparece, mis niveles de ansiedad descienden, si ella está aquí hablando tan tranquila significa que nada malo sucede. Termino de bajar las escaleras con bastante dificultad, la puerta principal está abierta, mamá está debajo del umbral hablando con lo que parece ser un contratista.

Ella le da unos cuantos billetes y lo saluda estrechándole la mano. Frunzo el ceño, mamá se da media vuelta y se sobresalta al verme.

—¿Cielo qué haces despierto? Deberías descansar.

—No puedo. —Pronuncio. —¿Qué fue todo ese ruido?

Mamá respira profundo y mira de reojo la pared junto a la puerta, en ella yace un panel eléctrico con unos cuantos botones. Es una alarma.

El asesino de Brooklyn © [1] (NUEVA VERSIÓN YA DISPONIBLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora