Esa chica tenía razón, pero por alguna razón me lo dijo, algo había en esa chica que era extraño un humano no se da cuenta de tal cosa fácilmente pero ella si. Mientras seguía viendo hacia la cámara ella seguía metida en su libro como si el libro fuera a consumirse, lo leía a una velocidad sorprendente, opté por meterme en su mente y ver que era todo iba bien sólo veía letras de lo que ella estaba leyendo en ese momento y al quererme adentrar a su mente un flashazo azul sego mi mente y me dejó confundida y algo aturdida di un paso atrás para estar estable, ese tipo de dolores son pequeños a los que yo tolero.
-¿Sabes? Es de mala educación revisar la mente de las personas sin permiso.-dijo de una forma algo pre potente muy alzada para mi gusto. La miré de forma retadora y ella aún tenía la cara metida en el libro.
-Muéstrate - dije de forma dominante y ella volteó a verme. Era una chica algo delgada con cara afilada con lentes rectangulares que no dejaban que viera bien sus ojos. Después de unos segundos ella no hizo lo que pedí mostré mis ojos para que se diera cuenta de quien era, ya que era la única que tenía los ojos así y por obvias razones sabría que era la original.
Logró entender el mensaje de quien era. Al hacerlo su cara cambió y se puso pálida
-Lo...lo...lo lamentó mucho-dijo con voz temblorosa y prosiguió a mostrarme su antebrazo y que recorriera con sus pulsaciones su signo y con su sangre poder ver cada detalle de él. Era algo extraño de descifrar, no supe de que era.
-No conozco ese signo- dije con mirada hacía arriba aún aprovechando mi posición.
-Es un humbrian, sólo tengo ese don, es muy raro en realidad pero me imagino que es porque soy mitad humana.- dijo de una manera avergonzada, era muy raro conocer a esa raza y más en un humano, se supone que los humbrian sólo pueden leer las mentes, controlarlas a su conveniencia y controlar así mismo los cuerpos de cualquier ser vivo. Pero ese don siempre se da acompañado de sus otros legados, pero nunca solo.
Siempre que se da la situación de sólo tener un don, la persona solo se concentra en él, desarrollándolo de manera impresionante y no creo que sea la excepción.
-Tus datos y que es lo que sabes- dije aún mirándola a los ojos.
-Auria Kiggins, 19 años, irlandesa. Lo único que sé es que en esta escuela pasará algo y será algo grande, he estado aquí hace un año y me he dado cuenta que muchas cosas no concuerdan con una escuela normal.
-Bueno Auria ahora estarás trabajando para mi, voy a necesitar de tu ayuda para algo importante pero será luego, te veo a las ocho en el robre.- Dije por último sin esperar su respuesta ya que sonó mas como una orden y comencé a bajar las gradas del deportivo y caminé hasta llegar a mi casillero, guardé lo que me estorbaba llevar y agarré los libros de las siguientes dos clases ya que eran las últimas y caminé por el pasillo leyendo las mentes de cada uno que pasaba a mi lado.
Llegué a mi clase era historia, dejando a un lado mi posición odio historia, es una clase que en realidad no sirve para nada, pero ahora tengo que estar escuchando a un viejo canoso con voz de desahuciado por la vida hablar por una hora. Al entrar al aula me coloqué en uno de los únicos asientos libres, los de hasta adelante, los que están enfrente de el pizarrón. Después de cinco minutos todos quedaron callados y fije la mirada hacia arriba y me encontré con un hombre de unos 25 años con cuerpo escultural y facciones latinas entrando con un maletín a la clase diciendo "buenos días" y toda la clase respondiéndole al unísono. Creo que esta clase no será tan mala como pensaba...
Al pasar las horas las clases terminaron y procedí a dirigirme a mi casa, teniendo mi primer día de búsqueda fallido.
Llegué a mi casa pensando que mi día no podía ser peor, y el mejor al mismo tiempo tenía mis legados y teniendo el costo de que una guerra se aproxima y que mucha gente morirá y con la noticia de que un aberración podría destruir todo lo que conocemos.
-Intentas matar más personas de las necesarias- una voz me sacó de mis pensamientos era el otra vez, Galy, era lo único que sabía de él ni su edad ni su providencia pero al decir la verdad, nunca me importó de dónde fuera o que fuera...
-¿Qué haces aquí?- dije con voz gruesa y seca.
-Te lo diré si me invitas a tomar una cerveza.
Abrí mi casa y mientras que el seguía atrás de mi.
-¿Para qué viniste? No pedí tú presencia.- dije caminado hasta la cocina y trayendo dos latas de cerveza que tenía guardadas dentro del refrigerador.
-Siempre te gustaron las plantas- dijo viendo mi jardín el cual tenía detrás de el cancel de cristal y hablando con su voz tranquila de siempre.
-Tu venida, para que fue- dije otra vez, sinceramente su presencia me daba pequeños escalofríos que recorrían toda mi espalda.
-Todos ya saben de tu regreso y temen que algo suceda o te suceda. Temo por ti y por lo que pueda pasar a tu alrededor.
-No necesito que nadie éste al pendiente de mi, solo que me dejen trabajar sola sin que nadie se interponga en mi camino
-No estoy diciendo que te cuidaré, pero hoy involucraste a otro legendario en todo esto y eso significa más responsabilidad y si le pasa algo en tu caso más culpa- dijo acercándose a mi dejándome ver sus ojos grises y los tatuajes que tiene en el cuello.
-Ella es de utilidad y me ayudará en lo que quiero.
-Has lo que quieras cariño, pero estaré al pendiente de ti y vendré a verte las veces que yo quiera. Solo mantente en un perfil bajo y no mates a nadie aún - dijo por último y se desvaneció dentro de mi casa dejando un poco de niebla en el interior.
-Odio a ese desgraciado- y me la pasé todo el resto del día pensando que haré para encontrar a ese o esa aberración.
ESTÁS LEYENDO
Legendarios
FantasyJohanna Heart una chica normal hasta donde ella aparenta, designada a un viaje que nunca acaba en una época en donde una nueva raza de humanos aparece con capacidades que cualquiera soñaría pero solo pocos tienen. Su raza a sido amenazada y depende...