Juego De Mortales

Capítulo 4

El Ladrón empezó a sangrar, a diferencia del Asesino, no me daba ningún tipo de pena, él era el culpable de la muerte de Ellisabeth.
Seguia su mano junto con la mia, y cada vez era mas fría. Suavemente la cabeza de Elli se dió la vuelta hasta mirar hacia mí, y dijo:
"No pensé que moriría aquí, no he podido declararme a la persona a la que amo..." Y sonrió mientras lloraba.
- No! ELLISABETH, NO MUERAS AQUÍ .- Estaba frustrado, era yo quien tendría que estar ahí desangrandose, no ella.
¡ PUM !
Se escuchó a mi izquierda, era el cuerpo muerto del Ladrón, ya podría descansar en paz. Empezé a llorar. Me levanté, pero aún seguía con el brazo derecho dañado, así cogí una pistola que se hallaba en el mostrador de la tienda, corrí hacia el Titán, resbalé por debajo de sus piernas hasta llegar al curandero y disparé. Solo se oían las balas tocando el suelo, "clink" hacian. Y finalmente el Curandero caió hacia atrás sin vida. Solo quedaba el Titán, con velocidad reducida grácias a una flecha de Ellisabeth, su muerte no fue en bano. Kannen cogió su espada y corrió hacia el Titán, no fue un movimiento muy estrategico, hasta un idiota podria haber deducido que iba a hacer. El Titán reaccionó a tiempo, pues se llevó un manotazo con mucha fuerza, pero Kannen también pudo reaccionar y paró lo máximo posible el golpe, igualmente le lanzó contra la pared.
- Vamos.- Chilló Sophy.
Yo asentí con la cabeza y caminamos los dos hacia él, ella le iba de frente, yo por las espaldas le disparé varias veces, pero no parecia hacer mucho efecto, decidí atacar con los puños y corrí hacia él.
- ¡Ahora! - Grité.
Era obvio que teníamos un plan, nosotros no haciamos como Kannen, solíamos atacar con un plan aún que siempre fuesen idea de Ellisabeth. Ella lanzó el cuchillo por debajo del Titán, pudiendo cogerlo yo, salté y lo clavé en su espalda lo más cerca que pude del corazón para no hacerle sufrir más. Caió encima de mí y me aplastó, cuando desperté estaba apoyado en un arbol, miré rapidamente a mi alrededor y mis dudas se confirmaron.
- ¿¡Donde está Ellisabeth!? - Grité.
- La hemos tenido que dejar ahí, Nathan. - Dijo mientras me sanaba. No me lo podía creer...