Capítulo 2. [Parte 1]

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- Hola preciosa.- saludó una voz muy conocida.

Cuando alcé la cabeza, pude verlo, con su sonrisa arrogante.
¡No me digan que también compartimos la clase de química!

- ¿Qué haces aquí?- le pregunté.

- Pues me toca clase de química.-

- ¿También compartimos esta clase?

Solo me sonrió, y se sentó a mi lado.

Su sonrisa me encanta.

Pues a mí no.

No lo niegues.

Pues lo niego amiga.
Jodida conciencia, lo único que haces es molestar.

- Preciosa, ¿cómo te llamas?, no sé tu nombre.

- Te he dicho que no me llames preciosa, no me gusta.-

- Solo quiero saber tu nombre preciosa.- repitió de nuevo ese adjetivo.

- Lena, ese es mi nombre, ¿satisfecho?-
- Aún no, quiero algo más.

Iba a preguntar qué más era lo que quería, pero la profesora me interrumpió.

- Señor Senett y señorita Christenson, ¿pueden decirme cuáles son las teorías atómicas?-

Ninguno de los dos supo responder a la pregunta de la profesora, y lo siguiente fué que ella nos expulsó de su clase.

- ¡Genial! Qué lindo de tu parte hacer que nos saquen de clases.- reclamé mirándolo.

- Te recuerdo que fuimos los dos, no solo yo, preciosa.

- ¡Joder! ¡Deja de llamarme así!

Estabamos en medio pasillo, totalmente solos, esta era la última clase del día viernes, y lo único que esperaba era esto.

- Fué tu culpa.- le dije señalándolo.- no parabas de molestar.

- Preciosa, deja de culparme, y vámonos de aquí.

Al decir eso, se acercó a mí, me tomó de la mano, y comenzó a avanzar.

Corriente eléctrica, eso sentí en todo mi cuerpo cuando su piel tocó la mía. Decidí ignorar eso, y seguirle los pasos. Me llevó hasta el estacionamiento de la escuela, por unos segundos dejó de caminar, examinó el lugar  unos segundos más, luego avanzó de nuevo. Me condujo hasta un Mercedes Benz de color azúl.

- Sube.- me dijo más como una orden.

- ¿Disculpa?

- Porfavor preciosa, ¿puede usted subir al auto?- habló en un tono muy elegante y caballeroso, lo cual me sacó una sonrisa, que traté de de ocultar, pero no pude.

Igual me negué.

- ¿Por qué iría contigo?- pregunté cruzándome de brazos.

- ¿Quieres caminar cuando frente a tí tienes un transporte más comodo y seguro?

- ¿Qué me asegurará de que es seguro?- volví a preguntar.

- Pues aquí estoy yo, no te pasará nada, no es como si te fuera a secuestrar.

- No subiré.- seguí negándome.

- Te llevo a almorzar.

- No tengo hambre.- le contesté.

Pero creo que el destino a veces se pone en contra tuya, aunque en este caso fué mi cuerpo, ya que al decir eso, mi estómago rugió como un león hambriento.

¿Enamorarme de nuevo? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora