Estaba entre la decisión de ser entrenada, o no hacer nada, y quedarme a vivir en esta mansión. Realmente, pensar en todo eso, me llevaba al tema de mi padre, y recordar que está en una cárcel, me ponía algo melancólica. Yo realmente quería respuestas, y la única forma de saber cómo empezó todo esto, era ir a la cárcel, y hablar con él. Ese pensamiento era simplemente tentador, realmente quería volver a verlo, abrazarlo, pero mi mente me decía que no estaba preparada. Aunque mi corazón quería afrontarlo, porque después de todo, es mi padre, y lo amo.
- ¿Ya lo pensaste? - me preguntó Anthony, interrumpiendo mis pensamientos.
¿Quería ser entrenada?
Si se trataba de "luchar" contra el mal, me apuntaba. Pero... no lo sabía, no estaba segura, mi mente decía que sí, yo decía que sí.
Julieta también está de acuerdo.
Mi conciencia también se apuntó a la lista. Que más da, ojalá no me arrepienta de esto.
- Está bien, entrenaré. - les dije a todos los presentes.
Frente a mí, tenía a Venu, al pesado de Anthony y a sus padres. Que por cierto no tienen parecido con su hijo.
- ¡Freddy! - gritó Manuel, el papá de Anthony.
Al instante un chico de unos veintitres años o más, apareció.
- Aquí estoy. - le dijo a Manuel.
- Agrega a Lena Christenson al sistema, desde hoy pertenece a esta mansión, como una recluta más.
- Entendido.
Luego se fué.
- Muy bien Lena, ya que es tu primer día de entrenamiento, tú eliges la actividad que quieras: Boxeo, práctica de tiros, entrenamiento en el gimnasio, o deportes. - me dijo Clara, la esposa de Manuel, por lo tanto, la madre de Anthony.
- Práctica de tiros. - elegí decidida.
- Excelente. El tutor de esa área llegará en cualquier momento. Vé preparándote.
***
- Preciosa, el entrenador ya llegó, te llevo a la sala de tiros, yo también tengo que entrenar.
Salí de la habitación, detrás de Anthony, llegamos hasta un elevador, presionó el botón, esperamos hasta que la cabina llegó, entramos, y pulsó en número cero.
- ¿Piso cero? - le pregunté confundida.
- Es el sótano preciosa. - respondió.
Se cerraron las puertas del acensor, y este comenzó a decender.
- ¡Ya deja de llamarme así, me estás volviendo loca!
- Todas las chicas se vuelven locas al verme, no eres la excepción.
- Tú no tienes remedio. Eres un egocéntrico y un mujeriego.
- Todo lo que una mujer desea. - me dijo haciendo bailar sus cejas.
- No todas, creo que muchas de ellas saben pensar, no serían tan estúpidas de estar con alguien como tú.
- Mas bien, es la mejor elección que pueden hacer en su vida.
Las puertas del acensor se abrieron, dejándome ver un largo pasillo, que terminaba en una puerta.
Anthony salió primero, yo detrás de él, caminamos por ese largo pasillo, hasta que llegamos a esa puerta. Él la abrió. Dentro, pude ver a cinco chicas, y otros cinco del sexo opuesto.
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¿Enamorarme de nuevo? JAMÁS
JugendliteraturPuedes cerrar los ojos ante lo que no quieres ver, pero no puedes cerrar tu corazón a lo que no quieres sentir. ANÓNIMO