SER DILIGENTES
La vida diaria de un obrero cristiano frecuentemente determina si es apto o nopara la obra del Señor. Algunos jóvenes manifiestan cualidades prometedorasque dan cierta confianza de que un día llegarán a ser siervos útiles de Cristo.Desde el principio dan la impresión de que son semillas buenas, que florecerán ydarán fruto. Mientras otros, debido a que confían mucho en sí mismos y tienenun alto concepto de sí mismos, en poco tiempo se desvían del camino. Además deresultar inútiles, traen deshonra al nombre del Señor. Eligen lo que está en elcamino ancho y fácil. Además hay otros que no son muy notorios al principio; sinembargo, con los años, demuestran que son valiosos delante del Señor. Quizás sepregunten cómo podemos explicar estas grandes diferencias. Permítanmecontestarles francamente que existen ciertos rasgos fundamentales en laconstitución y el carácter de cada persona, que determinan quién puede ser útilen el servicio del Señor. Sin estos rasgos nadie puede ser de utilidad al Señor. Unjoven puede ser muy prometedor en muchas áreas, pero si tiene carencias enestos rasgos fundamentales, simplemente no puede trabajar para el Señor,aunque tenga un deseo genuino de servir y aunque se haya preparado para ello.Tal persona nunca podrá llevar a cabo una labor adecuada para el Señor. Nuncahemos conocido a nadie que sea un buen obrero del Señor y no pueda controlarsu cuerpo. No sé cómo se desempeñen estas personas en otros trabajos, pero yonunca he conocido a una persona que sin ser capaz de controlar y gobernar sucuerpo, haya demostrado ser un siervo útil del Señor, ni tampoco he conocido anadie que, aunque sin estar dispuesto a sufrir, pueda servir al Señor con eficacia.Tampoco he conocido a nadie que sin saber escuchar a los demás sea bueno en elservicio. Todos los siervos del Señor tienen ciertos rasgos básicos en su carácter.En otras palabras, ellos necesitan poseer tales requisitos, por lo que tenemos quepedir la misericordia del Señor para que se nos conceda cumplir estos requisitos,a fin de que podamos servir al Señor de una manera adecuada. Servir al Señor noes muy sencillo. Se requiere pasar por el proceso de derrumbar el hombreexterior y reedificarlo. Si usted es una persona impropia, ligera e indisciplinadaen muchas áreas, simplemente no es apto para hacer la obra del Señor. Muchosno son aptos para laborar en la obra del Señor debido a que tienen defectos en sucarácter y en su personalidad, y no porque carezcan de la técnica, conocimiento odoctrina para ello. En muchos casos esto es lo que retrasa la obra del Señor.Debemos aprender a escuchar a los hermanos, a humillarnos delante del Señor, abuscarle y a entrar en tratos con Él en muchos aspectos. Nunca debemosmenospreciar el entrenamiento de nuestro carácter. Si nuestro carácter y manera de ser no pasan por la severa obra constitutiva del Espíritu, no podemos esperarmucho resultado de nuestra obra. No podemos descuidar nada del entrenamientobásico de nuestro carácter. Si nuestro carácter ha sido constituido por el Señor,entonces podemos trabajar para Él. Si no tenemos tal carácter, simplemente nopodremos trabajar para Él. Es necesario invertir tiempo delante del Señor paratratar con estos rasgos del carácter uno por uno.En este capítulo veremos un aspecto del carácter: la diligencia.UNOEn Mateo 25:18, 24-28, y 30 dice: "Pero el que había recibido uno fue y cavó en latierra, y escondió el dinero de su señor ... Pero acercándose también el que habíarecibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegasdonde no sembraste y recoges donde no aventaste; por lo cual tuve miedo, y fui yescondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo suseñor, le dijo: Esclavo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y querecojo donde no aventé. Por tanto, debías haber entregado mi dinero a losbanqueros, y al venir yo, hubiera recobrado lo que es mío con los intereses.Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Y al esclavo inútilechadle en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes". Estepasaje nos muestra que uno de los requisitos básicos de un obrero del Señor es ladiligencia. Claramente se nos presenta el doble problema fundamental en la vidade un siervo: él era ambas cosas: "malo" y "perezoso". Su maldad se manifestó aldecir que su amo era hombre duro, que siega donde no ha sembrado y recogedonde no aventó. No abordaremos este aspecto de su carácter; más bienhablaremos del segundo, que es su pereza. Él escondió su talento en la tierraporque su corazón era malo y sus manos eran perezosas. En su corazón teníaciertos pensamientos acerca de su amo. Estos pensamientos eran malignos.Además, no hizo con el talento lo que debía haber hecho, sino que lo escondió enla tierra. Esto es sencillamente pereza. Queremos prestar atención a este aspectode su carácter. Un carácter perezoso es la debilidad más grande de muchaspersonas.Las personas perezosas nunca buscan cosas que hacer. Y si algún trabajo les llega,procuran evadirlo. Muchos cristianos adoptan esta misma actitud: ellos no le danimportancia ni a los asuntos grandes ni a los pequeños. Siempre tratan de reducirel trabajo; un trabajo grande lo consideran pequeño y un trabajo pequeño loconsideran como nada. Esta es siempre su actitud. Basados en nuestraexperiencia, podemos decir que sólo una clase de persona es útil: los que son diligentes. Una persona perezosa es detestable. Cierta vez un hermano dijo que nisiquiera Satanás puede hacer nada con una persona perezosa. Proverbios 19:24dice: "El perezoso mete su mano en el plato, y ni aun a su boca la llevará". Esdifícil que un perezoso haga algo; y le es difícil porque tiene miedo de cansarse.Lleva la mano al plato, pero le parece difícil llevarla a la boca de nuevo. Tiene quecomer, pero desea que otros le llevaran la comida del plato a la boca. Si hayalguna persona inútil en la tierra, esa tiene que ser una persona perezosa. Dios nova a usar a ninguna persona perezosa. Hermanos y hermanas, ¿alguna vez hanconocido a un obrero cristiano que sea eficiente y que al mismo tiempo seaperezoso? Todos aquellos que son usados por Dios laboran y trabajandiligentemente en el servicio del Señor; siempre están pendientes de nomalgastar su tiempo ni su energía. Pero aquellos que siempre están buscando unaoportunidad para descansar y distraerse, no son dignos de ser llamados siervosde Dios. Un siervo de Dios no debe adoptar un vivir ocioso. Más bien, debeesforzarse por aprovechar cada oportunidad que se le presenta.Consideremos a los apóstoles del Nuevo Testamento, desde Pedro hasta Pablo.¿Podemos encontrar pereza alguna en ellos? No mostraron ningún indicio depereza. No pensaron en malgastar su tiempo. Todos ellos laborarondiligentemente y buscaron toda oportunidad para servir al Señor. Pablo dijo:"Que proclames la palabra, que te mantengas preparado a tiempo y fuera detiempo; convence, reprende, exhorta con toda longanimidad y enseñanza" (2 Ti.4:2). La proclamación de la palabra debe ser hecha a tiempo y fuera de tiempo.Tenemos que laborar diligentemente, ya sea a tiempo o fuera de tiempo. Todoobrero del Señor tiene que trabajar a tiempo y fuera de tiempo. Esto implica quetiene que ser muy diligente. Todos los apóstoles eran sumamente diligentes.Pensemos en la enorme cantidad de trabajo que realizó el apóstol Pablo.Podremos llegar a los ochenta años de edad y no haber hecho ni una décima partede lo que él hizo. Tenemos que darnos cuenta de que todos los siervos del Señorson diligentes. Al considerar la obra de Pablo, podemos ver que él fueverdaderamente diligente. En él no hubo negligencia alguna. Él estaba siempreviajando de un lugar a otro, predicando el evangelio dondequiera que iba, odiscutiendo resueltamente con individuos y enseñándoles. Aun cuando estaba enprisión, continuó escribiendo sus Epístolas. Las epístolas que tocaron la cumbrede las revelaciones espirituales fueron todas escritas en una celda de la prisión.Aunque estaba atado dentro de los muros de la prisión, la palabra de Dios noestaba presa. Pablo fue un hombre verdaderamente diligente. Él era como suAmo, quien nunca fue perezoso. En el idioma original del Nuevo Testamento, hay tres palabras griegas quesignifican "pereza". La primera es argos, la segunda es nothros y la tercera esokneros. Las tres palabras significan "pereza". Éstas se traducen de maneradiferente en el Nuevo Testamento (1 Ti. 5:13; Ro. 12:11; He. 5:11; 6:12; Mt. 12:36;20:3, 6; 2 P. 1:8; Fil. 3:1; Tit. 1:12). Ya sea que se traduzcan como ocioso,perezoso, lento, molesto o desocupado, todas significan rehusar el trabajo o estarrenuente a hacer las cosas. Ser perezosos es ignorar el trabajo o diluirlo hasta quese convierta en nada. Cuentan un chiste acerca de un portero cuyaresponsabilidad era abrir la puerta cuando algún visitante tocara el timbre. Undía alguien llamó a la puerta pero él no le abrió. Cuando le preguntaron por quéno la abría, él contestó: "¡Estoy esperando que el timbre deje de sonar!". Losvisitantes estaban esperando para entrar, pero él estaba esperando a que eltimbre dejara de sonar. Hermanos y hermanas, ¿qué clase de persona es esta?Lamentablemente, ésta es la manera en que muchos se comportan en la obra deDios. Ellos esperan que las cosas se desvanezcan. Pero aun cuando lasnecesidades sigan ahí, esperan que éstas no sean una carga para ellos. Se dicen así mismos: "¡Cómo le agradecería al Señor si estas cosas se desaparecieran y notuviera que bregar con ellas!". ¿Qué es esto? No es otra cosa que pereza.¿Qué es la pereza? Es dejarlo todo para después, alargar el trabajo lo más que seaposible para hacer algo. Tal vez un trabajo se pueda hacer en un día, pero esaclase de personas lo alargan para hacerlo en diez días; o quizás se pueda hacer enun mes, pero ellos lo alargan hasta tres meses. Toman su tiempo para terminar eltrabajo. Eso no es otra cosa que pereza. Algunas veces esta palabra se traducecomo "desocupado" (Mt. 20:3, 6). Una persona desocupada se mueve sin ningunameta. Nunca se decide a actuar o no actuar, y nunca se centra en lo que tiene quehacer. En Filipenses 3:1 este término se traduce como "molesto". Pablo dijo: "Amí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro".Tan pronto se pone algo en los hombros de algunos hermanos y hermanas, estosrehúsan tomarlo. Les es molesto. Se lamentan y se quejan. Pareciera como si seles hubiera pedido que hicieran una tarea imposible o que se les hubiera puestoencima una carga muy pesada. Pablo no actuó de esa manera. Él estaba en laprisión cuando escribió las Epístolas. En verdad, sería un reto para cualquieraescribir en una situación tan terrible como la de él. No obstante, cuando Pablo lesescribió a los Filipenses, les exhortó a que se regocijaran. "Regocijaos en el Señorsiempre" (4:4). En cuanto a sus circunstancias, ciertamente estaba en gravesdificultades. Sin embargo, dijo: "A mí no me es molesto el escribiros las mismascosas". Él no era perezoso en absoluto. No consideraba que era una molestiaescribirles, sino más bien, para él era un motivo de gozo. No conocía lo que era la ociosidad. En Pablo podemos ver un celo que es sobresaliente y que es comúnentre todos los siervos de Dios. Los siervos de Dios no son perezosos y noconsideran una molestia el aceptar los retos que se les presenten.Muchos hermanos y hermanas han llegado a ser inútiles en el servicio de Diosporque tienen temor a tomar cualquier responsabilidad. Todo les causa molestia.Siempre esperan recibir menos trabajo. Preferirían tener menos responsabilidadque más responsabilidad, o de ser posible, ninguna responsabilidad. No tienen uncarácter diligente. Si somos perezosos, estamos descalificados no sólo para elservicio de Dios, sino también para servir a los hombres. Muchos hermanos yhermanas no pueden ser siervos del Señor debido a que son perezosos. Algunosque se llaman siervos de Dios se sientan sobre un pedestal, haciéndosesuperiores, y pareciera que nadie pudiera decirles nada, ni tener control sobreellos, ni tocarlos en absoluto. Se consideran siervos solamente de Dios. Sicambiaran de amo por un momento, se dejaría ver que son un fracaso total. Nisiquiera un amo terrenal les permitiría ser tan descuidados como ellos son.Nuestra manera de ser y de actuar tienen que estar ejercitados de tal manera quenunca retrocedamos ante los problemas que se nos presenten, sino queprefiramos el servicio y el sacrificio por el pueblo de Dios tanto en el aspectomaterial como en el físico. Debemos preferir laborar y trabajar con nuestraspropias manos. ¡Si esta no es nuestra norma, no estamos calificados para serllamados siervos de Dios! Pablo dijo: "Vosotros mismos sabéis que para lo queme ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me hanservido" (Hch. 20:34). Él tenía dos buenas manos que no eran perezosas enabsoluto; trabajaban durante el día y durante la noche. Una persona así es unverdadero siervo de Dios.DOS¿Qué es diligencia? Es lo opuesto a pereza; es no rehuir a la responsabilidad. Unapersona diligente no trata de reducir su trabajo procurando no trabajar enabsoluto. Por el contrario, trata de crear trabajo donde no hay. En el servicio delSeñor, si no procuramos buscar trabajo, es muy posible que nos tomemos uno odos días de descanso. No debemos ser aquellos que esperan cómodamente hastaque algún trabajo se presente. Si sólo laboramos cuando algún trabajo aparece,no somos personas diligentes. Una persona diligente nunca está ociosa; siempreestá buscando qué hacer. Siempre está analizando, orando, contemplando yconsiderando delante de Dios qué debe hacer. A menos que uno tenga estapráctica, puede ser que no encuentre nada que hacer. Si sólo actuamos "por loque dice el libro", tal vez pronto descubramos que ya no queda mucho "del libro" por hacer. Debemos tener la expectativa de siempre encontrar mucho que haceren la obra Dios. Debemos descubrir muchas necesidades. Para ello, tenemos queorar mucho al Señor y buscarle constantemente. Debemos estar atentos, y tanpronto veamos algo que se requiera hacer, debemos llevarlo a cabo. Al terminarun trabajo, debemos esperar en el Señor y buscarle nuevamente, y tan prontoencontremos algo más que hacer, debemos emprenderlo. Después de esto,debemos buscar la voluntad de Dios una vez más y tomar otra tarea. Esto es loque significa servir a Dios. El Señor dijo: "Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yotambién trabajo" (Jn. 5:17). No debemos cambiar este versículo para que diga:"Mi Padre hasta ahora descansa, y Yo también descanso". La ociosidad no esnuestro camino; más bien, nuestro camino debe ser: "Mi Padre hasta ahoratrabaja, y Yo también trabajo".Debemos preguntarle al Señor: "¿Qué trabajo tienes para mí?". Después de laconversación que el Señor sostuvo con la mujer samaritana, Él les hizo unapregunta muy extraña a Sus discípulos: "¿No decís vosotros: Aún faltan cuatromeses para que llegue la siega? He aquí Yo os digo: Alzad vuestros ojos y miradlos campos, porque ya están blancos para la siega" (4:35). Según los discípulos, lasiega no estaría lista hasta cuatros meses después, pero según el Señor, la siega yahabía llegado. Desde la perspectiva del hombre, se tenían que esperar cuatromeses, pero el Señor dijo: "Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque yaestán blancos para la siega". Hoy en día hay una carencia de hombres que alzensus ojos. Todos quieren esperar cuatro meses para trabajar. Hoy muchos sequedan en casa en lugar de viajar por el camino de Dios. Sus ojos no estáncentrados en lo que Dios está haciendo hoy. En Juan 5:17 el Señor dijo que Élsiempre estaba haciendo lo que Su Padre le había enviado a hacer, y en Juan 4:35Él nos pidió que alcemos la vista y miremos. Si no alzamos la vista, no veremosnada. La obra está por completo relacionada con el asunto de la diligencia. Estoincluye el hecho de que estemos conscientes de la situación. No es una cuestiónde tomar cuidado sólo de lo que está en nuestras manos, sino que es un asunto dealzar nuestros ojos y buscar cosas que hacer. Dios se está moviendo y actuandodetrás de muchas cosas; así que tenemos que levantar nuestros ojos a fin debuscarlas y encontrarlas. Tenemos que levantar nuestros ojos para ver la siega yver si ya está madura. Una vez miramos, encontraremos mucho trabajo quehacer. Es muy extraño que muchos se encuentren ociosos; tal pareciera que notienen nada que hacer.Aquellos que tienen la intención de trabajar siempre encuentran algo que hacer.Pero los que no tienen ninguna intención de trabajar siempre temen que lesllegue trabajo. Una persona diligente siempre espera en Dios. Tan pronto como está libre, acude al Señor en busca de cosas que hacer. Siempre está buscandouna oportunidad para trabajar. Un hermano dijo en cierta ocasión: "El hermanofulano no está haciendo su trabajo. Hay tantos hermanos visitantes de otrasciudades y él no invierte nada de tiempo para tener comunión con ellos". Otrohermano le preguntó: "¿Por qué no se lo dices?". El primero contestó: "¿Es estoalgo que se tiene que decir?". Esto es cierto, un siervo del Señor siempre debeestar esperando que el Señor le indique qué hacer. Por supuesto, esto no significaque deba actuar ostentosamente procurando que los demás lo noten. Más bien, loque significa es que el siervo del Señor siempre debe estar buscando la direcciónde Dios, mirándole atentamente. Debe cultivar el hábito de alzar sus ojos y mirar.Si realmente está ocupado, Dios no lo cargará con más trabajo. Pero tan prontotenga tiempo disponible, debe preguntar: "Señor, ¿qué quieres que haga?". Tanpronto alcemos nuestros ojos, descubriremos que muchas personas necesitan denuestro servicio.Si una persona nunca tiene nada que hacer, sólo puede haber una razón para ello:que está acostumbrada a ser haragán; lleva una vida de ociosidad, y es perezosapor naturaleza. Cuando se le encarga hacer algo, tarda más de diez días enterminarlo, mientras que otros pueden acabarlo en un solo día. No tiene ningunamotivación para trabajar. Hermanos y hermanas, debemos buscar activamente eltrabajo. Si no buscamos a Dios para que nos asigne trabajo, ni oramos por trabajoni encontramos nada que hacer, somos perezosos y no podremos lograr muchoen la obra. Incluso si se nos conceden cinco o diez años más, aun así no haremosmucho con nuestra obra.Un requisito básico para un obrero del Señor es tener una vista aguda. Tanpronto como surge una necesidad, debe saber qué hacer y cómo actuar. Sin estacaracterística, no encontrará nada que hacer. Nuestro espíritu tiene que sersensible al Señor. Si no somos sensibles, seremos lentos para reaccionar, por loque tenemos que estar atentos y alzar nuestros ojos. No debemos dejarnos llevarpor lo que otros dicen. No debemos suponer que aún faltan cuatro meses para lasiega. Tenemos que escuchar lo que el Señor está diciendo: "He aquí Yo os digo:Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega".Es asombroso que algunos caminen por los campos todos los días y no tenganojos para mirar. ¡Ellos piensan que aún tienen que esperar otros cuatro meses!¡Pasan todos los días a un lado de las necesidades, pero aun así, no encuentrannada qué hacer! Tienen al frente el trabajo que deben hacer; sin embargo, siguendiciendo que no saben lo que deben hacer. ¡Qué extraño es esto! Hermanos yhermanas, nunca hemos visto que Dios use a una persona perezosa. Sólo usa aaquellos que están dispuestos a gastar sus energías, quienes siempre están buscando algo que hacer y quienes no son sueltos. Ellos guardan celosamentecada minuto que pasa y nunca dejan para mañana lo que pueden hacer hoy.Aquellos que son sueltos con su tiempo son de poca utilidad en las manos delSeñor. Algunos no se mueven a menos que otros los empujen a hacerlo. Son comolos relojes de péndulo; uno tiene que empujarlos y ponerlos en movimiento paraque funcionen. Si nadie les da cuerda, no harán nada por sí solos. Tales personasson de poca utilidad en la obra de Dios. No importa donde vayamos, dondequieraque encontremos hermanos que estén laborando y trabajando diligentemente allíhallaremos buenos resultados. Dios ha hecho grandes obras en muchos lugaresporque muchas personas han laborado diligentemente sin que nadie los vea. Perola obra de Dios sufre retrasos en algunos lugares porque algunos han sidoperezosos. Nunca hemos visto a una persona perezosa que haya sido usadagrandemente por Dios. A menudo, la razón fundamental del fracaso en la obra noes nada más que la pereza.La palabra diligencia en griego es spoude o spoudazo. También se traduce comocelo, solicitud, ansias o prisa. (Ro. 12:8, 11; 2 Co. 7:11-12; 8:7-8, 16; He. 4:11; 6:11;2 P. 1:5, 10; 3:14; Gá. 2:10; 2 Ti. 2:15; 4:9, 21; Tit. 3:12; Jud. 3; 1 Ts. 2:17; Ef. 4:3;2 P. 1:15; Mr. 6:25; Lc. 1:39). Romanos 12:11 pone junta las palabras diligencia(celo) y perezoso. Este versículo dice: "En el celo, no perezosos". En otraspalabras, ser perezosos equivale a no ser diligentes. En el trabajo espiritual, unodebe contar por diez o hasta por cien personas. Si los siervos de Dios sonperezosos, no se puede llevar a cabo ningún trabajo. Si somos perezosos y hacenfalta diez de nosotros para hacer el trabajo de un solo hombre, ¿cómo podremossatisfacer la necesidad de la obra? Hermanos y hermanas, debemos adquirir uncarácter diligente. Si nuestro trabajo es abrumador o no, es un asunto secundario.El asunto principal es si tenemos un carácter diligente o no. Debemos estardesesperados por buscar trabajo delante del Señor. Por supuesto, esto nosignifica que debamos aparentar que estamos ocupados. Es inútil aparentar.Debemos ser diligentes, y esto significa que no debemos temerle a laresponsabilidad, que debemos servir al Señor con celo y estar fervientes enespíritu. Tenemos que averiguar qué podemos hacer en el servicio de Dios. Talvez esto no se manifieste en actividades externas, pero sí debe manifestarse ennuestro carácter y en nuestra manera de ser. Si somos perezosos por naturaleza,será inútil que estemos ocupados diez horas al día por algún tiempo, porquefinalmente volveremos a nuestros hábitos antiguos. Si hemos de ser útiles alSeñor, necesitamos un carácter diligente y serio. Algunas personas puedenobligarse a trabajar por dos horas, pero en esencia aún son perezosos, le siguenteniendo temor a las responsabilidades. Oran día y noche para que sus responsabilidades se reduzcan o se eliminen por completo, y añoran el día en queno tengan ninguna responsabilidad. Esta no es la manera en la que el Señortrabaja. Él vino al mundo a buscar hombres que tomen responsabilidades. Él dijoque vino "a buscar y salvar lo que se había perdido". Él no vino sólo a tenercontacto con ellos, sino que vino a buscarlos. Necesitamos tener esta clase decarácter para seguir adelante con el Señor.En 2 Pedro 1:5-7 dice: "Poniendo toda diligencia, desarrollad abundantemente envuestra fe virtud; en la virtud, conocimiento; en el conocimiento, dominio propio;en el dominio propio, perseverancia; en la perseverancia, piedad; en la piedad,afecto fraternal; en el afecto fraternal, amor". Esto es diligencia. Pedro, en elgriego, usó seis veces la expresión "y en". Esto muestra que un hombre diligentesiempre le añade a lo que ya tiene; no se contenta con lo que tiene. Debemoscultivar tal carácter. Siempre debemos añadir a lo que tenemos y nuncadetenernos. Siempre debemos estar "añadiendo ... y en". Tenemos queesforzarnos para siempre avanzar. Esta es la única manera de ver resultados. Sisomos apáticos y perezosos por naturaleza, no llegaremos a ninguna parte.Algunas personas no sienten responsabilidad alguna en la obra de Dios; nosienten ninguna carga sobre sus hombros. Nunca han pensado en mejorar niextender su obra. Nunca han pensado en ganar más personas para el Señor ni enesparcir el evangelio a las partes más remotas de la tierra. Pueden tolerarlo todo.¿Cómo puede Dios usar a tales personas? Si no ven que nadie se salva hoy, loaceptan como algo normal. Tampoco se alarman si nadie se salva el día siguiente.¿Cómo pueden tales personas trabajar para Dios? ¿Cómo se puede llevar a cabo elpropósito de Dios con tales obreros. Dios necesita obreros que no se den porvencidos, sino que siempre busquen añadir a lo que ya tienen. Sólo tales personaspueden participar en la obra del Señor. Leamos de nuevo las palabras de 2 Pedro1:5-8: "poniendo toda diligencia, desarrollad abundantemente en vuestra fevirtud; en la virtud, conocimiento; en el conocimiento, dominio propio; en eldominio propio, perseverancia; en la perseverancia, piedad; en la piedad, afectofraternal; en el afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, yabundan, no os dejarán ociosos ni sin fruto para el pleno conocimiento denuestro Señor Jesucristo". Pedro dijo que debíamos ser más diligentes. ¿Cómopodemos ser diligentes? Añadiendo a lo que ya tenemos. Esta es la manera de serlibrados de la pereza. En otras palabras, la pereza sólo se puede neutralizar con ladiligencia. ¿Cómo podemos volvernos diligentes? Siempre añadiendo eincrementando a lo que ya tenemos. Siempre debemos sentir que no tenemos losuficiente; no debemos estar conformes con lo que hemos logrado y no debemosdetenernos hasta que abundemos y ya no estemos sin fruto en el pleno conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Hermanos y hermanas, tenemos quecombatir nuestra indolencia añadiendo "y en". Debemos prestar atención a lapalabra de Pedro. Si sólo predicamos la doctrina de la diligencia, sóloexhortaremos a otros a que sean diligentes y sólo necesitamos decirlo una vez,pero Pedro repitió este patrón varias veces, del versículo 5 al 7. Él nos estabamostrando que únicamente se puede ser diligente cuando se añade una y otra veza lo que ya se tiene, hasta que se posean estas cosas en abundancia. Esta es laúnica manera de no estar ociosos ni sin fruto. Hermanos y hermanas,necesitamos orar para que Dios cambie nuestro carácter. No queremos serperezosos. Queremos ser aquellos que laboran con alegría, que están dispuestos atrabajar y que buscan constantemente la oportunidad de servir al Señor.Pedro no se detuvo aquí, sino que prosiguió. Leamos el versículo 15, donde dice:"También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáisen todo momento tener memoria de estas cosas". La palabra diligencia se usaaquí una vez más. Pedro les encargó diligentemente que recordaran estas cosas.Tal vez él había visto entre ellos demasiados perezosos, por eso tuvo querecordarles estas cosas con diligencia. Hermanos y hermanas, tenemos queaprender a servir a nuestro Dios de manera diligente y seria. Debemosaprovechar cada oportunidad para servirle. Además necesitamos poseer unadisposición y un carácter siempre diligentes. Un buen obrero es aquel que tieneno sólo sus manos y pies en la obra, sino también su mente y su corazón. Si unapersona no es diligente, no será de mucha utilidad en la obra del Señor. Unapersona que es perezosa por naturaleza, le será completamente inútil al Señoraunque su doctrina sea muy buena. Todo aquel que le tema al trabajo y a laresponsabilidad y que no tenga el deseo de hacer nada, no es apto para servir aDios. Tal clase de persona no es útil para la obra.Las dos Epístolas a Timoteo y la Epístola a Tito son cartas acerca de la obra delSeñor. En 2 Timoteo 4:9 dice: "Procura con diligencia venir pronto a verme". Siuna persona es diligente, vendrá pronto. Pero si es perezosa, vendrá lentamente.Pablo dijo: "Procura con diligencia venir pronto a verme". El versículo 21 dice:"Procura con diligencia venir antes del invierno". Tito 3:12 también habla de ladiligencia. En estas epístolas acerca de la obra se recalca mucho la diligencia.Judas dice lo mismo en el versículo 3: "Amados, poniendo toda diligencia enescribiros acerca de nuestra común salvación...".Pablo habla de la diligencia también en otros pasajes. Al mencionar elarrepentimiento de los corintios, dijo: "Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡Qué solicitud produjo en vosotros!" (2 Co. 7:11). Lapalabra solicitud en este versículo equivale a la palabra diligencia en el griego.Hermanos y hermanas, si alguien quiere aprender a servir al Señor, ¡éste tieneque despertarse y darse cuenta del gran peso de responsabilidad que adquiere, dela urgencia de la necesidad que lo rodea y de lo efímero que es el tiempo! La vidaes muy corta. Si la persona está consciente de ello, será diligente y tenaz, pero sino está consciente de la naturaleza efímera del tiempo, de la urgencia de lanecesidad que le rodea ni del peso de la responsabilidad que tiene, no será capazde lograr mucho en la obra de Dios. Si la carga es puesta sobre nosotros, notendremos otra opción sino laborar, aun si tenemos que privarnos de alimento,sueño y descanso para lograr la meta. Esta es la única manera de hacer quenuestra obra avance y progrese. Si consideramos el descanso como lo másimportante en nuestra vida, no llegaremos muy lejos en nuestra labor. Hermanosy hermanas, nuestro tiempo casi se agota; la necesidad es tan desesperante ynuestra responsabilidad es cada vez mayor. Por consiguiente, como moribundos aquienes se les está extinguiendo el aliento y se les está desvaneciendo laoportunidad, debemos entregarnos por completo a predicar el evangelio aaquellos que se están muriendo a nuestro alrededor. Pero si arrastramos nuestrospies con pereza y no sabemos ver las necesidades en nuestro entorno, ni vemosnuestra gran responsabilidad ni el poco tiempo que nos queda, no lograremosacabar mucho de la obra del Señor. Hoy es el tiempo en que todo siervo de Diosdebe servir con una urgencia apremiante. ¿Quién puede continuar con su perezabajo tal presión? Hermanos, tenemos que levantarnos y disciplinar nuestrocuerpo a fin de ser diligentes. Tal como lo dijo Pablo, tenemos que abofetearnuestro cuerpo y ponerlo en servidumbre. No es suficiente con decir que estamosdeseosos de servir al Señor. Si somos perezosos, no seremos capaces de afrontarningún problema que se nos presente. No piense que la pereza es algo sinimportancia. En 2 Pedro 1:8 se implica que la pereza es ociosidad y esterilidad. Laociosidad y la esterilidad no deben estar en nosotros. Tenemos que abofetearnuestro cuerpo una y otra vez hasta darnos cuenta de que la única manera paratrabajar y ser útiles es mediante un sacrificio total, genuino y diario, de nuestravida. No podemos engañarnos a nosotros mismos. Algunas personas dicen quedarían su vida con gozo por el Señor. Sin embargo, llevan una vida perezosa.Tratan de no involucrarse en nada. Si tales personas quieren venir a la obra sindejar atrás su carácter, hábitos y manera de ser, descubrirán que detienen la obradel Señor. Si Pablo cada vez hubiera esperado por un llamamiento macedonio afin de acudir a laborar, el libro de los Hechos sólo tendría la narración del viaje dePablo a Macedonia. Pero el llamamiento macedonio fue sólo una misión entre muchas en la obra de Pablo. En cuanto al resto de su obra, Pablo la llevó a cabocomo respuesta a la carga que llevaba delante del Señor. Si tenemos que esperarhasta que los hermanos vengan a suplicarnos para estar dispuestos a trabajar,nos quedaríamos esperando el resto de nuestra vida y no pasaría nada.Laboramos porque tenemos una carga, porque sabemos que el tiempo es corto,que la necesidad es muy grande y que el ataque de Satanás es feroz. Nos vemosforzados a ser diligentes. De otra manera, la pereza puede hacer que una personaútil se vuelva inútil. ¡La pereza puede reducir la gran capacidad de una persona, auna tercera, quinta o incluso una décima parte! Todo aquel que conoce a Dios yque es útil en Su mano es diligente.TRESVolvamos al pasaje de Mateo 25:18-30. ¿Qué dice la parábola de este pasaje? Endicha parábola vemos que en el tribunal enfrentaremos dos posibles acusaciones,el cargo de "malo" y el cargo de "perezoso". El esclavo era malo porque albergópensamientos negativos acerca del Señor. Tal vez muchas personas no sean así demalas, pero nueve de cada diez tendrán que admitir cuando estén delante delSeñor que son esclavos perezosos. En aquel tiempo el propio Señor pronunciarála sentencia: "Y al esclavo inútil, echadle en las tinieblas de afuera" (v. 30). ElSeñor considera que un siervo perezoso es "inútil". Tal vez nos preguntemos porqué el Señor usa a cierto hermano. Lo usa porque él se dedica día y noche a sulabor. El camino está con los diligentes; ningún perezoso puede adoptar estecamino. A fin de tomar tal camino tenemos que sacrificarlo todo. Hermanos yhermanas, si no resolvemos el problema de la pereza, no podremos realizar obraalguna. Una vez que nos volvemos perezosos, nuestra capacidad se reduce a lamitad, y si continuamos por ese camino, terminaremos con sólo una décima partede lo que valemos. En la actualidad hay muy pocas personas que conocen alSeñor. Si arrastramos nuestros pies perezosamente para laborar y no nosesforzamos un poco, ¿cómo podremos lograr algo? No considere este asunto a laligera, ni tampoco piense que la diligencia es un asunto insignificante. Muchos enel pasado se han hecho inútiles, se han desperdiciado y se han quedado postradosa lo largo del camino, por causa de su pereza. Tomemos esto como una solemneadvertencia. Miremos al Señor desde este día en adelante pidiéndole que noscapacite para revertir completamente nuestro hábito y nuestro carácter. Que elSeñor erradique de nosotros la pereza. No debemos ser perezosos y quedarnossin nada que hacer. Si lo somos, nuestra obra no tendrá ningún futuro.Debemos disciplinar estrictamente nuestro cuerpo a fin de que nos obedezca entodo. Tenemos que ser diligentes y no perezosos. La pereza es la enfermedad más común en nuestra obra. Tal vez nueve de cada diez personas sean perezosas. Unsiervo del Señor debe tener la energía para esforzarse siempre en avanzar. LaBiblia usa el buey en lugar del caballo como un símbolo de nuestro servicio. Elbuey es constante, y puede hacer el mismo trabajo hoy, mañana y el díasubsiguiente; jamás se cansa. Si trabajamos un día porque nos sentimos bien ydescansamos el siguiente día debido a que no nos sentimos tan bien; o sitrabajamos sólo cuando el clima es excelente y descansamos cuando hay malclima, jamás veremos resultados en nuestra obra. En cambio, si avanzamos pasoa paso, día tras día, sin descanso y con firmeza, tarde o temprano veremos losresultados. Que Dios nos libre de hacer las cosas en forma superficial y necia,para que podamos ser como el buey, firmes, soportadores, constantes, tenaces ydiligentes, trabajando diligentemente todo el tiempo. Sólo así podremos avanzar.El libro de Proverbios habla de la pereza más que ningún otro libro del AntiguoTestamento. Presenta un cuadro muy claro de lo que es la pereza. La palabrahebrea atsel se traduce catorce veces, como "perezoso" u "ocioso" (6:6, 9; 10:26;13:4; 15:19; 19:24; 20:4; 21:25; 22:13; 24:30; 26:13-16). Se traduce una vez como"pereza" (19:15). La palabra hebrea remiyah también es traducida en dosocasiones como "perezoso" (12:24, 27). Salomón describió claramente lo que es lapereza.Ya que la pereza es un hábito que ha sido desarrollado a través de los años, nopodemos esperar corregirlo en uno o dos días. Si no nos ocupamos seriamente enresolver dicho hábito, puede que éste siga con nosotros por el resto de nuestravida. No pensemos que por escuchar un mensaje resolveremos el problema. No estan sencillo. Este hábito ha tomado años en formarse y ha llegado a ser parte denuestro carácter. A menos que tratemos con él severamente delante del Señor, nopodremos erradicarlo de nosotros. Esperamos que aquellos que esténacostumbrados a la pereza estén aún más conscientes que tienen que eliminar supereza, pues a menos que resuelvan este asunto sobriamente, no podránparticipar en la obra del Señor. La obra de Dios no puede tolerar a los haraganes.Ninguna persona perezosa puede producir una obra apropiada, porque sumanera de ser siempre trata de ignorar o posponer el trabajo. Cuando a talespersonas se les presenta algo que hacer, ellos desearían que ese trabajodesapareciera. Aquellos que tienen el hábito de la pereza no tienen esperanza encuanto a la obra de Dios. Todo siervo del Señor tiene que ser una personaocupada, que siempre esté en busca de algo en qué ocuparse. Debe tomar sobre sítodas las cargas y debe profundizar en cada problema; no debe evadir ningúnproblema. Todo siervo de Dios debe aceptar toda clase de responsabilidades y nodebe temerle a los problemas. Hermanos y hermanas, debemos terminar con nuestro mal hábito de evitar trabajos, problemas y tareas. Debemos resolver estocabalmente. Un perezoso nunca podrá servir a Dios.