4

240 10 0
                                    


—es nuestra casa -  sentenció el hombre con voz oscura, antes de atraparla entre sus brazos.


Todo había sido una cruel mentira su pecho se sentía obstaculizado y las lágrimas ya se negaban a desbordarse. La visión había terminado de destrozar su corazón. Acurrucándose en una bola se quedó en el suelo frío mientras gemía levemente.
¿Porque ella? No hacia falta haber sido tan cruel y jugar con ella, su honor se había ido al suelo y ahora sería un repudio más. Si no quería estar ligado a ella desde el principio  se hubiera negado y hubieran encontrado a alguien más.
Recordó las manos de Hijikata en el rostro de la mujer de cabello marrón oscuro y sus labios sobre los de ella, eso era doloroso pero más sus palabras al encontrarlo.
—yo ..- ella había arrojado la peineta al suelo frente a el antes de correr.
Mientras más recordaba sus lágrimas salían cada vez más dolorosas.
El anhelado día había llegado y sus ropas eran de color blanco puro con su cabello recogido en un moño elegante, los aldeanos y allegados así como personas importantes del imperio saludaban con gran fervor, el mismo emperador les había visitado y como regalo de bodas les había honrado con más tierras. Sus amigos extranjeros también les habían dado tierras y mandado especies y perfumes costosas así como telas de las más finas. Los más arriesgados habían enviado ropa de bebé y cosas para los futuros hijos de la pareja. Hijikata actuaba respetuoso y serio dando gracias cordiales y hablando de negocios con los hombres. Ella se había quedado con algunas mujeres casadas y las menos conservadoras le hablaron de los consejos en las noches de boda, su rostro estallaba en miles de tonos de carmín al oírlas y podía afirmar que de sus oídos brotaba humo, le habían contado lo doloroso que sería, pero también que lo disfrutaría. Ella no quería pasar a esa parte el "ritual" pero todos los nobles querían la muestra en la mañana para luego marcharse.
Cuando todos se retiraron a las habitaciones designadas, se vio presa en el cuarto que compartirían, se había cambiado el vestido por uno más ligero que le aligeraba la carga a Hijikata. Cuando la puerta se abrió miro a su marido con la vista repleta de lujuria y trago saliva.
Su ritual había terminado con una gran mancha de sangre en las mantas de seda, mezclada con los fluidos de sus cuerpos, su parte inferior ardía y su cuerpo escondía marcas de amor en lugares innombrables así como la marca de colmillos que se había vuelto en una luna menguante en su nuca, el signo de su unión, Hijikata también tenía una en la unión de su cuello y hombro. Ella se estremeció al sentir la mano dura del hombre en su vientre acariciándola tiernamente. Ella quería llorar, su mente le negaba dejarse someter pero su cuerpo lo hizo, y dado que era oni la procreación estaba más que asegurada, así que seguramente ya estaría llevando al heredero.
Las celebraciones en la mañana continuaron y poco a poco les fueron dejando, dejando en el infierno de vivir con el.
El sonido del blandir de las espadas hacia eco en el bosque de árboles de sakura junto con la danza de las flores las espadas danzaban en furia, la fuerza del hombre medio demonio casi igualaba a la del oni puro, estaba seguro que le ganaría, en un descuido el arma callo de las manos del hombre y Hijikata aprovechó para clavar el boken en su corazón, lamentablemente otra estado lo golpeó esta paso por su vientre haciéndole toser sangre cayó al suelo de rodillas y miró al oni egoísta que sonrió, su atacante apareció frente a el y no podía creer lo que sus ojos le mostraban, su dulce Chizuru le había apuñalado por la espalda en un acto vil.
—¿porque Chizuru?— le preguntó un poco cansado.
—yo.. Mi familia, nunca lo entenderías— le respondió mientras era tomada en brazos por  Kazama que tenía una estúpida sonrisa en el rostro.
—estúpido rasetsu ¿enserio pensaste que ibas a separamos? Es más fuerte el deseo de los onis puros— le dijo antes de dejarlo allí agonizante y abatido.
Sus ojos se cerraron y su cuerpo cayó al suelo.
Cuando se despertó estaba adolorido y vendado por lo que supuso que  unos aldeanos le habían salvado. El los miró extrañado  era un rebelde después de todo.
—no te preocupes estarás bien, nos dijeron que eras prometido de Kozaku-san, esa dulce chica nos a ayudado mucho y esta es una buena forma de regresar el favor— respondieron los aldeanos al verlo.
Su pecho se estremeció, era una mentira el y la heredera ya no tenían nada que ver, pero parecía que los demás creían que si, sabía que era deshonroso si se hubiera esparcido el rumor, así que debieron esperar a que se muriera. Gruñó.
Se paso varios meses en ese lugar hasta que había recuperado su fortaleza nuevamente, seguramente todos pensaría que había muerto y Chizuru se estaría burlando en su cara. Había mucho que pensar, pero estaba seguro de algo no se rendiría tomaría a la heredera por la fuerza si era posible! Debía restablecer su honor.
Las manos callosas acariciaron el vientre hinchado bajo el kimono, estaba tranquilo y transmitía con sus manos la sensación a su hijo, estaba tan feliz, tenía lo que había deseado con su traicionera amante. Colocó con cuidado su barbilla en la cabeza de la chica y dejó sus manos en su vientre protectora mente ella movió una de sus manos y la puso sobre las de el. Se sorprendió por el repentino contacto pero la dejó. La mujer poco a poco era embaucada por la corrupción de ese hombre, si era relación o no ya no le importaba era muy difícil escapar y no lo lograría y por el bien del bebé debía quedarse con el y su amor.
Tres años habían pasado tres años desde la restauración del Meiji y las cosas cambiaron, las regenterias perdieron poder y sólo los más ha llegados al emperador lograron sobresalir, las empresas militares rebeldes perecieron poco a poco como sus compañeros y el seguía en búsqueda de la mujer a la cual rompió el corazón una vez. Su deseo, se había vuelto una especie de amor enfermizo y la posesión la quería para el y la tendría. La última noticia que había tenido fue de su estancia en el sur y a esa villa se dirigía.
Cuando camino por el lugar miro lo feliz que parecía pero sus celos crecieron al ver a un hombre acariciar la mejilla de su mujer de manera romántica, estaban demasiado cerca, y sus dientes se apretaron peligrosamente. Ella estaba sonrojada y sus ojos de ciervo brillaron en alegría, antes de que el hombre pudiera besarla vio como ryusei-dono se acercó y alejó al joven de su prometida. Ella río de las acciones del hombre y ambos se fueron a otro lugar.
Estaba más que celoso, iba a destruirlos si se negaban en dejar a su "mujer" regresar a el, porque después de todo ella ya le pertenecía.



Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora