Ocho horas antes de la maldición

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— ByunBaek, huye de allí.


El aludido apretó el Walkie-talkie que tenía en la mano contra su oreja al escuchar aquello y se mordió el labio inferior antes de contestar.


— ¿Viene hacia aquí?

— Afirmativo. El objetivo Orejas se está acercando a una velocidad de cien kilómetros por segundo.

— ¿Qué? —el chico arrugó la nariz—. ¿Qué no es eso algo imposible para una persona?

— Sí, lo es —contestó.

— Entonces...


Baekhyun apartó el aparato de enfrente de su rostro y respiró hondo. Luego, simplemente, asomó su cabeza de detrás de la pared en donde estaba escondido y observó casi con temor el patio de la escuela.


Casi pega un grito cuando vio a cierto sujeto parado a centímetros de él.


— ¡Aquí estás, Baekhyunnie! —exclamó el chico con una sonrisa mientras extendía los brazos con el propósito de atrapar al más pequeño de estatura.


El otro, sin embargo, lo esquivó ágilmente para ser alguien con una fisionomía algo complicada, y salió disparado hacia el punto de encuentro que habían acordado con su amigo.


— ¡Abortar misión! Repito, ¡abortar misión! —se escuchó gritar desde el aparato con aire agitado—. Objetivo Oveja negra hizo su movimiento. ¡Está detrás de mí!

— ¡Joder con éstos malditos! —gruñó Baekhyun—. 'Soo, a la guarida. ¡Nos vemos en la guarida!

— ¡De acuerdo!


Todo había comenzado en primer año de secundaria.


Era la primera vez en que Baekhyun y Kyungsoo pisarían un instituto tan prestigiado como aquel y, a decir verdad, no se sentían del todo emocionados. Ambos habían decidido ir a la misma escuela desde que habían estado en la primaria, pero ir a una en donde, literalmente, todas las personas rebosaban de belleza y dinero como si fuese la cosa más normal del mundo, de hecho, no había sido el plan de ninguno de los dos ni por asomo.


Porque, a pesar de que se sentían bien con ellos mismos, el estar rodeados de individuos con cuerpos fenomenales y ropa cara no les hacía sentirse mejor. Sobretodo porque ellos, fuera de toda aquella naturaleza maravillosa, pesaban más o menos lo mismo.


Más o menos como unos noventa kilos.


Y ellos sabían que su peso no era el mejor de todos, pero nunca se habían quejado de nada. Es más, si tuviesen que elegir entre ser una tierna bola de arroz andante (como ellos solían llamarse por mero gusto) y un fideo escuálido y sin nada de carne encima, se quedarían definitivamente con la primera opción. Porque ellos no querían cambiar, ellos se agradaban mucho más así como estaban.


Sin embargo, sus compañeros de clase, y al verlos entrar por primera vez por la puerta del curso, no habían pensado lo mismo.

You're not my fuckin' soul mate (Chanbaek/Kaisoo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora