Los Sueños Que Me Llaman

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Cuando Stiles abrió los ojos supo que estaba soñando. Se encontraba de pie en medio de su habitación, en sus manos tenía ese extraño cofre que había visto en la estantería de Deaton. Sin embargo, esta vez el cofre estaba abierto, pero en su interior no contenía nada, estaba completamente vacío, a excepción de una bolsita del mismo tamaño que el cofre, de color azul aterciopelada y con un cordón plateado. Con cuidado Stiles la cogió con una mano, la bolsita era suave al tacto y al igual que el cofre estaba adornada con extraños dibujos plateados.

Dejando el cofre en la cama, abrió mejor la bolsita para ver que había dentro, pero se decepcionó al encontrarla vacía. Sin saber que pensar de ese sueño tan extraño volvió a dejarla dentro del cofre, y girando sobre si mismo, echó un vistazo a su habitación. Había algo extraño, pero no sabía decir con exactitud que era. Lo único que encontraba fuera de lugar, era que estaba completamente ordenada. Nada de libros tirados por el suelo, nada de ropa amontonada en la silla del escritorio, y la puerta de su armario se encontraba ligeramente abierta. Algo verdaderamente extraño pues no le gustaba tener la puerta abierta, ni siquiera un resquicio.

Stiles avanzó en silencio hacia la puerta de cuarto y asomó la cabeza para echar un vistazo, al comprobar que estaba solo bajó las escaleras pendiente a cualquier sonido. Una vez abajo, miró a su alrededor, y le embargó una sensación que hacía años no sentía, una calidez que le llenaba el corazón, y una añoranza inexplicable, haciéndole querer derramar lágrimas.

Su vista se dirigió hacia la salón, llamando su atención, allí en la pared había una estantería y en ella habían marcos con fotos. Según recordaba él realmente no tenia nada de eso. Con la curiosidad por delante, agarró uno de los marcos para ver la fotografía, sin embargo no logró distinguir nada. Era como si la foto hubiera salido demasiado iluminada, como si hubiera sido hecha mirando al sol, así no podía ver quienes aparecían. Extrañado Stiles miró hacia las demás comprobando que pasaba exactamente los mismo, no había ninguna foto que pudiera ver. Paseando por la sala tocando los muebles, descubrió que todo estaba limpio, no había polvo por ningún lado. Ahí no estaba el viejo sofá, ése que siempre se quejaba al igual que su padre por lo incómodo que era cuando uno dormía en él.

- Stiles...

Paró de mirar a su alrededor cuando escuchó que le llamaban. Con paso lento salió del salón, mirando hacía la puerta de la entrada. Con el corazón en un puño, observó como se abría lentamente, sin ayuda de nadie. La puerta se abrió de par en par, dejando que la luz entrara dentro. Al otro lado de la puerta no había absolutamente nadie, solo una luz cada vez más intensa, haciéndole entrecerrar los ojos.

- Stiles...

Sin saber el porque, Stiles avanzó hacía la entrada de la casa, la luz se intensificó obligándole a cerrar los ojos por completo. Sin saber a que esperar decidió abrirlos de nuevo con cautela, para encontrarse con que ya no estaba en su casa, ni siquiera estaba cerca de ella. Había vuelto a su primer sueño: al bosque.

Parado en medio del bosque, rodeado por sus altos árboles, buscó lo que sabía que debía encontrar: Los árboles que creaban un arco. A unos metros de su derecha, los vió, doblados y arqueados, tal y como los recordaba. Sin miedo avanzó hasta que se colocó justo delante, sin tener muy claro si debía pasar entre ellos como la primera vez o simplemente esperar.

- Stiles ven - escuchó que le llamaba

Delante suyo, vió como se formaba una figura negra, sin identidad, más alto que él, más corpulenta. Segundos más tarde, la sombra se transformó de nuevo, algo más alta que la primera y un poco menos corpulenta.

- Stiles... Ven conmigo Stiles – pidió la segunda figura

- ¿Quién eres? - preguntó desconfiado

En este lado...o  en ese del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora