No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Él solía decir mucho esa frase, y recién aquí, ahora, me doy cuenta del gran peso que portan esas palabras.
Suspiré. Por enésima vez desde que estoy aquí.
Miré el techo y cada una de sus magulladuras, estaba sucio y desgastado. Por la mente se me pasó que quizás ese techo estaba tan desgastado como yo, y me reí por compararme a mi con un pedazo de cemento.
Volví a suspirar, y así, comencé a recordar.
Comencé a recordar los suspiros que daba al estar frente a él.
Gracias a sus ojos miel. Su piel tostada. Su cabello negro abismo.
Todo de él.
El amor es doloroso, muy doloroso. Y eso es lo único que necesito saber a pesar de que no tuve demasiada experiencia.
Él siempre fue el único en mi corazón, y siempre lo será.
Y solo eso bastó para sentir el dolor del amor en todo su esplendor.
De nuevo... Aquí, con mi cabello blanco desastroso, enmarañado y largo, pienso en todo lo que perdí.
¿Debí confesarme? ¿Debí decirle todo?
Quien sabe... Quizás pude haber conquistado esa mentecita suya. Pude haberme quedado con él por siempre.
Al pensar en eso me arrepiento tanto... Me arrepiento tanto de no haber estado con él.
Comencé a recordar también... La ocasión que probamos ese delicioso aderezo en una pequeña y acogedora cafetería, la vez que nos perdimos en la ciudad. Él insistía en pagar la cuenta, y aunque lo dejé pagar los 10 dólares, cuando no miraba metí 11 en su mochila.
Cuando se dio cuenta, me los devolvió por correo.
Me reí tanto esa vez, mirando el sobre una y otra vez.
Y hasta hoy, lo tengo guardado en un cajón de la casa que hace años no visito.
Recuerdo también... La vez que ambos participamos en un show de talentos, y aplaudí tanto sus increíbles saltos que lo hice sonrojar.
Aun conservo la imagen de su rostro rojo en mi mente. Suspirando cada vez que viene a ella.
Recuerdo también... Esa vez en el hospital, cuando sentándome en la silla de ruedas... Él comenzó a llorar. Me pedía disculpas, aunque obviamente él no tenía la culpa.
Después de ese día, pasé una semana entera tratando de contar chistes para hacerlo reír. Debo admitir que era un asco en eso del humor, y pienso que él se reía de lo ridículos que eran mis intentos en contar chistes.
Recuerdo también... El día en el que nos conocimos... Probablemente debí empezar por ahí la historia.
El aroma del árbol de cerezo bajo el cual yo estaba leyendo, no se ha desvanecido a pesar de los años. Tampoco puedo olvidar el intenso verde del envoltorio de menta que él me dio, el cual era de una marca que siempre me costó pronunciar.
Hablando de eso... Siempre tuve una horrible ortografía. Él tampoco era el mejor en eso, pero sin duda era mejor que yo. Se la pasaba corrigiéndome palabras como:"deceo" o "veso"
A veces me equivocaba solo para que él me corrigiera, con esa hermosa sonrisa suya.
Y él se reía de mi.

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Suspiros (Two-shot KilluaxGon)
CasualeSuspirando... Así recuerdo. (Link de la edición completa: https://www.wattpad.com/story/183648321-suspiros-two-shot-killugon)