Capítulo 1

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Desperté por los rayos de luz que entraban por la ventana de mi habitación. De reojo vi como mi abuela Clarie abría las cortinas.

Abrí y cerré mis ojos hasta que se acostumbraron a la luz del cuarto cuando oí decir a mi abuela mientras me acariciaba el pelo - Arriba Nathalia. Son las 8, vamos.

- Abu, pero hoy es sábado, déjame dormir más - proteste mientras me giraba hacia el otro lado de la cama.

-Prometiste ayudarme en la cafetería - Oh mierda, lo olvidé. - ¿Lo olvidaste, verdad? Prepárate mientras hago el desayuno, abriré en una hora. - me informó mi abuela y se fue de mi habitación.

Me levanté haciendo un esfuerzo terrible, solo había dormido cuatro horas y todo por culpa de quedarme en las carreras. Dios que sueño. Enserio, esto solo me pasa a mi.

Hace casi ya tres años que mi madre, Anna, murió de un tumor en el cerebro, a pesar de no ser la mejor madre y no estar muy unida a ella la echo de menos. Al ocurrir esto, mi abuela Clarie se hizo cargo de mí dado que mi padre nos abandonó a mi madre y a mi llevándose consigo a mi hermano mellizo, Marc, cuando yo tenía 8 años, es decir, hace casi 9 años que se fue. Al principio lloraba todos los días por su culpa pero cuando empezó a pasar el tiempo y me di cuenta que no volvería, me empezó a dar igual si estaba o no estaba. Por este motivo ahora vivo con mi abuela en una preciosa casa de dos pisos en Londres.

Al salir, saludamos como de costumbre a nuestro vecino Frank. La cafetería de mi abuela quedaba a dos manzanas de su casa, siempre íbamos caminando dado que no tenemos mucho dinero y preferimos no gastarlo en gasolina para el coche.

Cuando llegamos, mi abuela, abrió las puertas, el resto de trabajadores que solo eran dos chicas y un chico más llegaron 15 minutos antes de abrir y empezaron a preparar todo para el comienzo del día. Mientras tanto, yo me enviaba whatsapp con un chico que había conocido el día anterior, Taylor creo que se llamaba.

-¡Nathalia! - me regañó mi abuela - Te traje para que trabajases y no para que te quedes con el móvil ahí quieta. Coge una escoba y empieza a barrer. ¡YA!

- Voy, voy. - murmure mientras guardaba mi móvil y cogía la escoba. Iba a tener un largo día por delante.

(...)

Estaba agotada, justamente hoy se le ocurrió a todo el barrio venir aquí, pero bueno, mi abuela estaba más que feliz. Con suerte ya era hora de cerrar, nos dirigíamos hacia casa cuando sonó mi móvil.

-¿Sí? - contesté.

- Nat te paso a buscar en 30 mins ¿te parece? - era Bianca, aquí en Londres era como la única persona con la que podía hablar de cualquier cosa.

- Bianca, estoy agotada he tenido que trabajar en la cafetería todo el día. Nos vemos mañana ¿vale? -conteste mientras oía un reproche de su parte pero colgué antes de tiempo.

Entramos al departamento. Ambas estábamos tan cansadas que nos fuimos directas a dormir. Me puse mi pijama y al de dos segundos ya estaba en el séptimo sueño.

Al día siguiente me desperté sobre las 11 de la mañana y me dispuse a desayunar. Estaba bajando las escaleras para ir a la cocina cuando oí a mi abuela hablar por teléfono y parecía bastante enfadada. ¿Con quién estaría hablando? Me quedé quieta para escuchar la conversación y mi sorpresa fue cuando escuche que mi abuela decía el nombre de mi padre.

- Si,si,si lo sé Ken pero entiéndeme, no voy a poder seguir haciendo como si nada - dijo mi abuela.

- ¿Te crees que me gusta la idea de que mi nieta se vaya contigo? ¿Cuando la abandonaste y la arrebataste de estar al lado de su hermano? - decía mi abuela molesta.

No puede ser, mi padre me quería llevar con él a no sé donde. Sin hacer ruido subí a mi habitación, se me había quitado las ganas de desayunar y solo quería llorar y dormir. Al final me quedé dormida llorando.

Eran las cinco de la tarde cuando mi abuela entro a mi cuarto para despertarme y con ello decirme que me preparase porque esta noche tendríamos un invitado para cenar. Me fui a duchar, me puse unos jeans oscuros junto a una blusa blanca de tirantes con una sudadera negra y mis vans favoritas, las granates.

Me dirigía a la cocina donde estaba mi abuela para ver si podía ayudar con algo y ella al hacerme una señal con la cabeza hacía la mesa lo entendí, quería que pusiese la mesa. Cuando acabe fui otra vez donde ella.

-Ya he acabado abu, si no te importa voy a tocar el piano un rato - la dije mientras salía de la cocina e iba al salón del piano.

Siempre se me dio bastante bien la música y solo lo hacía cuando estaba preocupada o triste, y en este caso no sería diferente. Cuando tenía tres años vi a mi padre tocar la guitarra por lo que al ser yo tan pequeña quería aprender, fue él quien me enseñó a tocarla. Después de ver que no se me daba nada mal la guitarra mis padres me apuntaron para aprender a tocar el piano y a cantar pero esto último no lo hago delante de la gente dado que me da vergüenza.

Estaba tan concentrada tocando que no me di cuenta que habían tocado el timbre y que el invitado se encontraba detrás de mí.

- Siempre se te dieron bien los instrumento - dijo una voz ronca, a lo que me di la vuelta y fruncí el ceño, me sonaba ese hombre pero no sabía de que.- Nati.

Nati, me dijo Nati, y solo había una persona en el mundo que me decía así y ese era mi padre.

- Pap... ¿Ken? - pregunté atónita aún con el ceño fruncido. - ¿Que haces tú aquí?

- Clarie dijiste que hablarías primero con ella...

- Sí bueno, no tuve la oportunidad - contestó mi abuela mientras íbamos a la mesa. ¿De qué está hablando?

Los tres nos sentamos a la mesa y empezamos a cenar en un silencio bastante incomodo.

- ¿Qué haces aquí? -volví a preguntar.

- Nat, tu padre ha venido para llevarte con él y con Marc a Los Angeles. -contestó mi abuela cuando se me calló el tenedor en el plato.

Estaba flipando - ¿Qué?

- Nati, tu abuela me llamó hace unas semanas y me dijo que no podía seguir manteniendote. -estaba flipando, enserio, ésto no puede ser verdad.

-¿Cómo?¿Cómo que no puedes seguir manteniendome? -grité- Eso me da igual yo no me voy a ir contigo, ni si quiera te conozco. Además que no voy a irme con la persona que me abandonó y me dejo con una alcohólica y drogadicta el resto de mi vida.

-NATHALIA NO HABLES ASÍ DE TU MADRE - me regañó mi abuela. - Te irás con tu padre, yo no puedo seguir pagando tus gastos no tengo suficiente dinero cariño. Además de que en poco irás a la universidad y las dos sabemos que no tenemos el dinero suficiente para que vayas, y no pienso dejar que arruines tu futuro porque yo no tenga dinero para pagártelo. Mañana a la tarde te irás, sube ha hacer las maletas por favor.

Estaba en shock, no podía creerlo. Pero hice caso y me fui a mi cuarto en donde empece a preparar mis cosas para mi nueva vida en Estados Unidos.


Nathalia Colins (Lindsay Hansen) en multimedia.






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