diario rosa ¡adiós!

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Regresando a mi ciudad, lo llame estaba con mis labios hambrientos esperando sus besos, nos amamos una y otra vez sin muchas palabras, cuando el cuerpo se sacio de todo el amor, empezó una conversación de amigos, no pude hablar de mi embarazo pues él se me adelanto comentándome el nuevo embarazo de su esposa, yo calle no pude controlar mis lagrimas, el quiso decir tantas cosas pero yo no sé lo permití, lo bese y me dormí en sus brazos, a la mañana siguiente el ya no estuvo a mi lado, comprendí que no era mío, y debía aceptarlo, el teléfono sonó muchas veces en mi oficina y en casa, mas no conteste, hice maletas y me fui al pueblo, allí me instale.
Antes que naciera mi hijo, mi abuela falleció, vi en el rostro de mi madre la necesidad de huir, ella no me lo decía pero yo lo sabía, había hecho lo mismo cuando murió mi padre y mi hermano, así que le propuse ir a mi departamento en la ciudad y vender la casa del pueblo, ella acepto e inmediatamente volví a la ciudad del recuerdo, esperando de corazón no cruzarme con Renato jamás, abrí mi oficina nuevamente, llame a Sergio para que se encargara de la venta de la casa en el pueblo, no había hablado con él desde hace mucho tiempo, pero sabía que él se dedicaba a bienes raíces, y podría ayudarme con eso, así quiso el destino unirnos, a pesar de mi gran barriga Sergio me propuso matrimonio y yo acepte. Con su negocio de bienes raíces vivimos en varios lugares, luego cambiamos de ciudad, mi hija cumplió tres años, cuando la tristeza volvio y se llevo a mi madre, yo me embarace otra vez, había aprendido a querer a Sergio, aunque sentía que lo traicionaba con mis recuerdos, me dedique al hogar con abnegación, como una vez lo había hecho mi madre.
Anabela y yo no habíamos perdido contacto nuestra llamadas no eran frecuentes, pero conversábamos en nuestros cumpleaños y año nuevo, nunca le hable de mi relación con Renato, realmente yo sabía mucho mas de ella, que ella de mi, esta vez su llamada no era en una fecha especial, simplemente había organizado una reunión de amigos y me invitaba, yo dude al principio, pero luego acepte después de todo lo único que me quedaba de mi niñez y juventud eran ellos mis amigos, y el recuerdo. Sergio me apoyo y se quedo con los niños mientras yo viajaba; Así llegue a la ciudad donde nací, al barrio donde quedo parte de mi vida, busque un hotel y me dirigí a casa de la madre de Anabela, revivimos tantos recuerdos saludando a los vecinos, y a los amigos que llegaban de diferentes lugares, y los que habitaban ahí mismo, cuando estuvimos los diez incluido Renato, empezó el alboroto como ayer, ese ayer maravilloso de risas y juegos fuimos a nuestro parque, esperamos que los niños dejaran el columpio, para correr a él, no sé por qué aun en edad adulta eso nos atrae, fuimos a bailar y a comer, a cantar y emborracharnos en la vereda del barrio donde alguna vez de niños jugábamos rayuela, de jóvenes hablamos de amor y calificaciones, el tiempo había construido ese puente y volvimos a vernos físicamente distintos, la miradas que Renato y yo cruzábamos eran las mismas, se ofreció llevarme al hotel pero el auto se desvió, no reproche, la luna estaba llena, tan llena como mi corazón de amor, el auto se detuvo frente al mirador de la ciudad, no era el único ahí, había más amores, unos tal vez de ocasión, otros tal vez eternos, prohibidos, que se yo, mas el nuestro era todo eso en uno. Me pegue a su pecho, deseando que el tiempo se detenga, sabía que en la creación era el precisamente él, quien me había dado su costilla, por eso su abrazo me llenaba tanto, le agradecía el estar ahí cumpliendo mi sueño de verlo otra vez, lo he soñado tantas veces y por fin estuvo a mi lado, nos quedamos abrazados por horas tantas que el amanecer nos sorprendió, no hablamos de nada, no hicimos el amor, ni nos despedimos, no hubo la promesa de volver a vernos, solo el destino o la suerte dirá. Regrese a casa y sentí que nada me pertenecía, míos solo eran esos momentos que la vida quiso que Renato estuviese junto a mí, míos eran solo mis recuerdos, ha pasado catorce años ya, lo miro de pronto alguna vez, pero solo serán miradas nada mas, nos cruzamos en algún lugar, el con su familia yo con la mía, como si no tuviéramos nada que decir, ni nada que sea nuestro, es en esos instantes pienso si todo fue verdad, si realmente es amor.

Desde mi adolescencia escribí muchas cartas a Renato jamás se las di, este diario es algo más que el no leerá, hoy que nuestra hija cumple diecisiete años, hoy que miro la sonrisa de Renato en mi pequeña, hoy que encuentro este diario rosa, la nostalgia volvió.
....Adiós mi querido diario, ya llene alguna de tus paginas, no son muchas lo sé, la nostalgia de un amor se reduce a pocas palabras y mucho sentir, no puedo llevarte conmigo mas, y aunque a veces tenga el arrebato de salir corriendo para ver si la vida con Renato hubiese sido maravillosa, no lo haré, Sergio no se lo merece, pues con él a pesar de mis recuerdos la vida ha sido bella, ha sido un buen padre y un buen esposo, lo quiero de verdad. Perdón mi querido diario en esta casa que voy a dejar hoy, en este jardín donde se queda algo de mí, debajo de este árbol que alguien sembró con amor te dejo.
VERONICA.

Lo siento madre, por haber desenterrado tu diario, se que lo sembraste debajo de aquel árbol de limón, pensando tal vez dejarlo morir, a escondidas te vi enterrarlo, y así mismo lo rescate. Siempre quise saber quién era mi verdadero padre y hoy cuando te vi esconder algo, supe que ahí estaba la respuesta, lo sentí, una fuerza me llevo a él; te aseguro, que no fue solo curiosidad, el me llamo, el no quería ser semilla muerta, el se sentía revelador, ¿cómo pensaste que moriría si solo llenaste pocas páginas?, no llegaste a su fin, aun te pedía más. tu amor por mi padre no murió, sus decisiones y sus caminos fueron distintos y el destino siempre les dio más, y hoy me toco a mí, cuando tuve la edad en que pensaste que estaba preparada para saber redujiste mi historia a un gran amor que no pudo ser, dijiste que se separaron y mi padre se fue sin saber que yo nacería, y que tu jamás lo buscaste, saber que soy hija de un gran amor que me crio un ser maravilloso, no es suficiente, hoy sé mas, al igual que tu voy a guardarme esto, pero lo voy a buscar, quiero saber si él te vio igual, si el sintió igual, si en verdad soy hija de un amor correspondido.
No me ha sido difícil localizar a mi padre, Anabela me ayudo, cree que quiero organizar algo para ti y me ha dado la las direcciones de los amigos del barrio, hoy hablare con mi padre, le entregare el diario y le daré mi teléfono, no sé si tu leas esto algún día, siento que lo harás; hasta que este diario no llegue a su ultima pagina, aquella del final feliz, cuando tu escribas fin, sobre el corazón rosa. Allí tal vez lo puedas enterrar.
Te amo mama

... Cristina.

Cómo pudiste ocultarme algo así, como pude no escucharte, por que se nos fue la vida, donde te perdí. Este diario dice tanto y dice poco, quiero recuperar el tiempo y sé que no puedo, la impotencia de no poder retroceder me consume. Hija, como no te disfrute, como no me di cuenta, este amor adolecente traspaso el tiempo, cuando vi a tu madre otra vez quise tenerla con locura, juro que deseaba se fuese conmigo a París, no sé por qué no se lo dije, tal vez tenía miedo de que solo fuese una obsesión de los dos y nos arrepintiéramos luego, quería que lo nuestro no acabara jamás. Cuando tu madre fue a verme créeme que no podía pensar en otra cosa que no fuese nuestro encuentro. En parís vi a Verónica dormir a mi lado, pegada a mi piel, la amo, deseaba que se quedara, deseaba que así ella lo decidiera, no pedí perdón la deje ir para que no se sintiera engañada jamás, tenía derecho de amar a otro hombre pues yo no era el mejor. El destino nos unió otra vez y viniste tu, como no lo supe, se que ella no querrá estar conmigo, sé que no dañaría a Sergio, ni a tu hermano, mas déjame disfrutarte, déjame saber que a ti no te perdí.

Renato.

Que obsesión la tuya mi querido diario, otra vez vuelves a mis manos, ¿no quieres morir?
Estas ahí como Renato apareciendo alguna vez para no ser olvidado jamás, como olvidar tanto amor. Pensar que Renato pondría de nuevo tus hojas rosas, en mis manos, me eriza la piel, pues bien una vez mas no dijimos nada solo nos miramos, lo puso en mis manos y se fue, sentí el mismo frio del primer beso, de nuestra primera vez, eses frio que te calienta el alma, ese amor allí latente, tenue y callada la llama sigue viva.
Pero si debo llenar tus paginas voy hacerlo, voy a contarte mi historia con Sergio, la historia de un amor distinto, sin sacrificios, queriendo y punto, dando y nada más, y cuando ponga el fin en el corazón rosa, te enterare por que quieras o no ese es tu destino.

VERONICA.

FIN.

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