Como ya dije, me encontré en un bosque. Un bosque que aparentaba ser de cristal. Tan transparente que podías ver tu reflejo en el suelo. Era muy bonito. A pesar de que los arboles no tuvieran un tronco real, las hojas caían. Impresionante, como despacito caían las hojitas, cristalinas. Miré hacia atrás y vi la máquina del tiempo. Algo destrozada, y tornillos grandes y pequeños alrededor, así que fui a ver que mas había en aquel lugar, para ver si podía arreglar aquel trasto. Yo, para no romper el bosque, iba dando pasitos pequeñitos, como si fuera de puntillas. Cada vez me movía con mas facilidad, al ver que no se rompía el suelo debajo de mí. Al salir de ese bosque me encontré en una calle. Con paredes que relucían, parecían de metal. Este lugar era mas bien oscuro, extraño.
De golpe, vi a un muchacho con la espalda corbada, y muy alto. Su mirada se dirigía a su teléfono móvil. Llevaba una ropa muy rara, los pantalones parecían pesados, con color muy clarito, y en forma de campana, como en los años ochenta. Su camiseta era también en forma de campana, pero tenía tres mangas que le sobresalían, por decirlo así. A mí lo que mas me asombro fue lo que me recordaba a antenas de abeja. Me acerqué a él y le dije...
