Capítulo 2

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-Eh... Yo... Hola... Es decir... -todas esas incoherencias salían de mi boca. Me sentía nervioso, las manos y la voz me temblaban.

Edson se me acercó.

-Vamos, salúdala -dijo con una sonrisa estúpida de oreja a oreja en su cara.

No conseguía decir nada. El miedo me había congelado. Esta era otra manera en la que esos tipos me humillaban: intentando presentarme a una chica. Ese día estaba parado frente a Wendy, probablemente la chica más popular y guapa de todos los primeros grados. No era la primera vez que lo hacían, una vez una chica casi me dio una bofetada porque esos tontos me empujaron y casi la besaba accidentalmente.

José exhaló mostrando frustración.

-Discúlpalo -dijo-. Wendy, él es... -me sujetó del hombro y me acercó más a ella- Gali.                             Gali, Wendy.

Me quedé en silencio. Todo mi cuerpo temblaba, sentía gotas de sudor recorrer mi frente y mi espalda, me puse más rojo que un jitomate. Ella no decía nada, me miraba con una expresión de confusión y asco. ¿Por qué me miraba así? ¿Por mi estado de nerviosismo o por el acné?. La repuesta era obvia: por ambas cosas.

-Hola -dije por fin casi susurrando.

Di un paso atrás pero alguien me empujó para volver a estar cerca de Wendy.

-¿Eso es lo único que vas a decir? -me preguntó José-. Salúdala bien, wey.

Sabía a lo que se refería: saludarla con un beso en la mejilla, como acostumbraban a hacerlo los chicos "cool" de mi escuela. Wendy también entendió la indirecta, lo que me sorprendió fue que no se opuso, sonrió y se acercó un poco, esperando que yo hiciera lo mismo, pero creo que lo hacía para terminar con todo eso de una vez por todas. Unas manos se posaron en mi espalda y me empujaron lentamente. Mi respiración se aceleró. No quería que sintiera mi piel llena de relieves. Me puse rígido y di un paso hacia atrás con todas mis fuerzas. Al ver eso, Wendy me lanzó una mirada asesina. Ella también dio un paso atrás.

-¿Saben qué? Ya me voy -dijo y después caminó hasta perderse entre la multitud de alumnos que se iban a sus casas.

Me calmé un poco y agaché la cabeza. Me sentía triste conmigo mismo, ¡No tenía el valor de poder conocer a alguien!

-¿Te des cuenta de lo que acabas de hacer? -dijo José- Acabas de rechazar la oportunidad de conocer a una de las chicas más buenas de los primeros grados.

-No cabe duda de que tu destino es morir solo -dijo Miguel.

Todos empezaron a reír a carcajadas, incluso yo esbocé una pequeña sonrisa (Rayos, ¿Qué diablos me pasaba?).

Al mirar a mi alrededor me di cuenta de que la escuela estaba casi vacía.

-¡Vámonos! -dijo Edson y todos empezamos a caminar en dirección a las escaleras, porque sí, me iba con ellos en la salida.

Caminamos varias cuadras, ellos hablaban de cosas como peleas, deportes, alguna estupidez que habían hecho en el día. Yo permanecía en silencio hasta el final del grupo. A pesar de que estaba con ellos, nunca me había acostumbrado a su forma de ser, sus costumbres, su forma de hablar o sus gustos.

Llegamos a la calle en la que yo tenía que doblar a la derecha y ellos continuaban su camino. Me despedí de ellos chocando las manos. Empecé a caminar y después vi a un grupo de chicos y chicas de otra secundaria que venían en dirección contraria hacia mí. Una vez más me sentí nervioso. Apresuré el paso y cuando pasé al lado de ellos sentí un ligero hormigueo en la cara. Unos metros más adelante, escuche que todos empezaron a reír. ¿Se están riendo de mí?, pensé, es lo más seguro.

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