Capitulo 4

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Capítulo 4

Mariana salió por fin. Ella y sus amigas se reunieron frente a la puerta de la que habían salido. Durante pocos segundos tuvieron la vista fija en Brenda y Miguel, después todas empezaron a reír. Mariana inclinó los hombros hacia adelante, arrugó las comisuras de sus ojos y cubrió su boca con una mano mientras reía.

Yo estaba a pocos metros de ella, mirando fijamente. No era capaz de moverme, mis pies parecían un par de bloques de hielo. ¿Qué debía hacer?

Durante todo el tiempo que había conocido a Mariana, nunca le había mencionado mi problema con el acné. En ese entonces yo pensaba que era una buena chica, comprensiva, amigable, amable, pero no podía asegurarlo, sólo la conocía en el chat de Facebook, y, a veces, las personas son bastante falsas.

¿Qué hago?, me volví a preguntar.

Mis manos empezaron a temblar y pude sentir una gota de sudor recorrer por mi frente. Ese extraño hormigueo apareció una vez más. Lo sentí en mi cara y espalda. Con mi mano temblorosa limpié la gota de sudor.

Mariana giró a su izquierda y por fin me vio. Alzó la mano y me saludó una vez más, al tiempo que sonreía. Después me hizo un ademán para que me acercara.

Abrí los ojos por el susto. Mi corazón se empezó a acelerar y posiblemente me puse rojo como jitomate.

Quería ir y charlar con ella, pero el miedo era más fuerte que yo.

Negué con la cabeza y susurré "me tengo que ir".

Obviamente ella no me escucho, pero no me importó. Di medía vuelta y empecé a caminar. Mientras lo hacía escuche otro "Uhhhh", que seguramente era para Mariana. Llegué al final de la calle y, antes de doblar a mi izquierda para tomar otro camino, la miré una vez más. Estaba de espaldas hacía mí y, aunque no podía verme, le dije adiós con la mano.

Caminé dos cuadras hasta la próxima parada del autobús. Durante el camino intenté tranquilizarme. Respiraba lentamente para relajarme. Mis manos seguían temblando, así que las metí en las bolsas de mi pantalón. El hormigueo casi desaparecía al mismo tiempo que mi ritmo cardiaco bajaba.

Estúpido, me repetía una y otra vez, ¿Qué carajo pasa contigo? ¿Le tienes miedo a las personas? ¡Estúpido!

Esperé el autobús sentado. Segundos después de sentarme, un grupo de chicas y chicos caminaban por a calle en dirección a mí. Reían como histéricos.

¿Ya vieron al chico sentado?, Qué horrible se ve, No se acerquen, tal vez nos contagie.

Pasaron frente a mí, dijeron algo que no escuché y rieron una vez más. Una vez más me sentí extraño.

Vi el autobús acercarse, me puse de pie y subí.

***

El hablar con Mariana formaba parte de mi rutina de todos los días, sin embargo, esa tarde no quería hacerlo. ¿Qué me diría? ¿Se burlaría de mí? ¿Estaría enojada?

Me conecté y revisé el chat. Estaba en línea.

Dudé en hablarle. Me sentía nervioso pero finalmente lo hice.

Gali: Hola

Por alguna razón desconocida, mi corazón se aceleró.

Mariana: Hola, tú.

Estúpidamente me alegré al ver ese mensaje. No está enojada, pensé. Pero, qué diablos, era el primer mensaje, posiblemente tenía ganas de matarme y yo ni siquiera lo sabía.

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