Cementerio Blanco

116 13 7
                                    


El muchacho despertó por fin después de casi un día entero bajo un sueño profundo, el primero para él desde hacía mucho. Se puso en pie lentamente mientras recordaba con expresión indiferente qué hacía en aquel lugar. Miró a su derecha y luego a su izquierda sin saber qué estaba buscando, pero a ambos lados solo había cuerpos sin vida que comenzaban a desprender un desagradable olor. <<He sobrevivido.>> pensó, sin saber muy bien cómo sentirse al respecto. Cuando comenzó a caminar por aquel terreno inestable y deformado por los impactos, se dio cuenta de que le dolía todo el cuerpo como si le acabasen de atropellar. Paró un instante pero se obligó a seguir adelante, al menos el tiempo suficiente para alejarse de allí.

Cuando apenas había avanzado diez metros oyó un fuerte chasquido a su espalda, sonido que reconoció al instante con temor. Se dio la vuelta con cuidado y ahí estaba, otro muchacho algo más joven que él que le apuntaba con la pistola que acababa de cargar.

-¿De qué bando eres?- preguntó el joven armado con valor fingido.

-¿Qué más da eso ya? No hace falta que gastes munición, no te voy a hacer nada. Solo quiero irme de aquí...

-¿Y a dónde vas?

-No lo he pensado.- aquella realidad le quitó las fuerzas y tuvo que sentarse.

-No pensaba dispararte, pero podías ser peligroso...

-No más que una bomba.

El muchacho guardó la pistola en el cinturón del uniforme gris y se sentó junto al otro superviviente.

-¿Cómo te llamas?- preguntó al fin.

-Ryu.

-Que raro.

-Significa dragón.- explicó Ryu con orgullo.

-Yo me llamo Ben, no sé qué significa.- dijo Ben, aunque nadie le había preguntado.

Ryu no contestó y, tras comprobar que Ben no era peligroso, comenzó a pensar si podía servirle de ayuda. No parecía herido, al menos no gravemente y, pese a ser más bajo que él y de constitución más delgada, no presentaba signos de malnutrición, lo cual comenzaba a ser una rareza en esos tiempos. Además el hecho de que llevara pistola le situaba, al menos, en el tercer rango.

-¿Cuántos años tienes?

-Doce, pero voy a cumplir trece no dentro de mucho, creo.- contestó Ben animado por esa muestra de interés por parte de su único contacto humano desde hacía tanto.-¿Y tú?

-Catorce, al menos creo que debería haberlos cumplido ya.

Ambos se sonrieron divertidos por aquella incertidumbre que los asolaba, al fin y al cabo todavía eran niños.

Llevaban algo más de dos horas andando a través del árido paisaje cuando Ryu vió a lo lejos una construcción aislada, parecía una especie de granja desierta. Se apresuró con la intención de encontrar comida, pero solo quedaban los restos de la vida de alguien empobrecido por la guerra y, posiblemente, asaltado y asesinado: el metal se había convertido en óxido, la madera en moho y el conjunto estaba unificado por una densa capa de polvo que volvía opacos todos los colores.

-Creí que encontraríamos comida...- dijo Ryu con desánimo.

-Me muero de hambre, Ryu.

-¿Te crees que yo no?

-Oye, mira est...

-¡Cállate ya!- el hambre de dos personas le hacía sentir doble fracaso.

-Pero, ¡Mira éste periódico!- insistió Ben agitando su descubrimiento frente a su cabizbajo compañero.- ¡Habla de nosotros!

Cementerio BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora