Zayn Malik era una persona, en lo que cabe la palabra, perfecta. En todas sus materias daba lo mejor de sí y gracias a eso se encontraba en el cuadro de honor; en los entrenamientos de fútbol ponía todo su empeño para ser el mejor delantero y parte del primer equipo; las clases de canto fue un pequeño capricho de niño, que se volvió un pasatiempo establecido y ahora recitaba en grandes eventos.
No tenía nada que envidiar a nadie, y menos hacia el irracional, impulsivo, bruto y cínico de Louis Tomlinson, compañero de equipo y con quien, desgraciadamente, compartía salón desde dos años.
—Ahh...— el moreno escuchó un jadeo —...Louu... m-más...
No le tenía nada de envidia... más que el castaño tuviese el privilegio de escuchar los suaves gemidos que expulsaba el rizado cada vez que la pelvis del otro arremetía contra su punto dulce.
Tenía tres semanas de haberse enterado de la relación que mantenían el capitán y el chico nuevo del equipo de fut. Fue accidental, él simplemente terminaba de entrenar tarde sus asombrosas habilidades y se dirigía con lentitud hasta las regaderas, cuando una escena muy similar a la que escuchaba ahora, se presentó ante sus ojos.
Esa noche tuvo una erección al remembrar los sonidos morbosos que realizaba el rizado, la cuál no se bajó con una simple ducha fría. Y por impulso e involuntariamente, cómo si de un ritual se tratase, cada noche iba al solitario vestidor de los entrenamientos y escuchaba el acto pornográfico del que eran presos sus dos compañeros de equipo.
No era un fetiche... él simplemente se dedicaba a memorizar el sincrónico canto de los jadeos que creaba la melódica voz de Harry. Y no podía evitar el que sus pantalones le apretaran, pero evitaba el tocarse. Eso lo haría sentir muy sucio.
Y ese día no era la excepción. Los dos estaban tan inmiscuidos en la larga faena que suscitaba ese momento en las duchas, que no se percataron del espectador que les escuchaba en ese momento. De alguna forma, Zayn nunca los veía y simplemente se dedicaba a escuchar... pero algo lo movió a romper la rutina...
Se levantó para lentamente asomar su cabeza de los casilleros que lo cubrían, evitando emitir ruido alguno. Pero un jadeo escapó de sus labios.
La espalda de Harry se encontraba estampada contra el azulejo de las regaderas, Louis se encontraba entre sus piernas, penetrando con ímpetu, aferrándose a sus caderas. Louis recorría con sus manos el cuerpo desde los pezones, hasta el trasero; y la espalda con la ayuda de su lengua, subía y bajaba el delgado cuerpo de Harry frenéticamente, buscando, probablemente, un contacto más cercano.
—M-más fuerte, L-ouu— recitaba entre cada embestida, exponiendo su cuerpo a su amante.
—Eres un vicioso Harry— dijo con voz ronca, mordiendo el cuello ajeno— Por eso me encantas.
El vaivén iba con mayor impulso y fuerza, sacando de forma más rápida gemidos fuertes de la boca de Harry; Zayn sabía, por la manera en que Harry comenzó a masturbar fuerte su miembro, que se avecinaba el momento culmine.
Repentinamente, el rizado volteó, enredando las piernas en la cintura del más bajo, y sin darle oportunidad para ocultarse un par de orbes verdes le miraron sorprendido; lo habían descubierto.
Harry, en lugar de gritar en aviso a su novio de aquel intruso, le sonrió de manera grácil y coqueta, dejando ver esos simpáticos hoyuelos que se le formaban. Su rostro estaba sonrojado, sus rizos pegados a su aperlada frente, sus labios más rosas que de costumbre. Zayn le miró sorprendido, y es que era increíble de lo que se había perdido todo este tiempo. Sin poder evitarlo llevó la mano a su palpitante erección, dándole un fuerte apretón por encima de la tela.