dos.

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  —Oh querida Anna, ¿no vas a comer?—solo la mire. ¿Ella quería que yo comiera? 

¿Por qué diablos ella iba a querer eso?

Si comia, acabaría con todo por lo que había trabajado. Y no iba a dejar que eso pasara, así que no, le dije que no tenía hambre. Cuando me preguntó porque había perdido tanto peso, simplemente me encogí de hombros. Tal vez si usara ropa mas grande, o dejara que mi cabello creciera; no se daría cuenta.

Tal vez, nadie se daría cuenta.

Yo podría ser otro rostro en la multitud, uno al que nadie le gusta mirar por mucho tiempo. Tal vez, la gente dejara de mirarme como si tuviera dos cabezas. Tal vez, mis padres dejaran de molestarme con que comiera, aunque sea un pequeño bocado. Tal vez, mis hermanos me hablarian de la manera en que solían hacerlo.

Tal vez, no era suficiente.




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