ocho.

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Y finalmente llegó el verano. El verano es bueno. No tenía que preocuparme por los chicos de mi clase. O la gente en los pasillos. No tenía que preocuparme por las horribles miradas que me dan las personas cuando me ven. Porque si me quedo encerrada en mi habitación, nadie podría verme.

¿Correcto?

A mis hermanos les gustaba demostrar lo que equivocada que yo estaba. Así que un día vinieron y me arrastraron hasta el Centro Comercial. 

Ellos dijeron que sería divertido.

Malditos mentirosos.

El centro comercial no era divertido. Podía sentir a todo el mundo mirandome. Ardor en mi cerebro, dándome ganas de volver a encerrarme en mi habitación. Pero los fuertes apretones de mis hermanos no me lo permitieron. Así que tuve que soportar la tortura. Tuve que caminar en medio de ellos, aunque en realidad, todo lo que quería hacer era correr. Escapar.

Pero, tal vez me lo merecía.

Tal vez


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