Capítulo 4

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León silbó cuando vio la entrada del edificio donde vivía Ema.

- ¿Ves? Sí eres una princesa - dijo León intentando hacerla enojar. Él la notó distante desde que había salido del edificio de Max.

Ema lo ignoró. Bajó despacio de la motocicleta y le dijo con voz muy baja

- Gracias, León - y empezó a caminar hacia la entrada.

-¿Me dejaras pasar a tu bello palacio princesa?-

- ¿Qué? - Respondió distraída.

- ¿Vamos? - dijo él posandose a su lado y tomando su mano.

Ema suspiró; ya no le quedaban más ganas de discutir.

- Sube - le dijo secamente sin forcejear la mano. Entraron al departamento y Ema vio una fotografía de Max en el recibidor y se le escurrieron las lágrimas. Soltó a León y con rapidez tomó la foto entre sus manos y la arrojó al suelo.

-¿Qué sucede? - preguntó León un tanto confundido al ver tal acto.

- Lo encontré en la cama con otra... una compañera del trabajo -

- Entonces en vez de llorar, alégrate; estarás mejor sin esa escoria. - León tomó el rostro de Ema con las manos y limpió sus lágrimas con los pulgares. Ella se apartó.

El silencio incómodo fue interrumpido por el estómago de León, que gruñó a causa de la falta de alimentos, ambos rieron.

- Ven, te prepararé algo de comer -

Ema preparó un omelette con hierbas y queso crema y lo puso frente a León, quien lo vio con asco.

- Son solo huevos y queso, ignorante. Ahora come, necesito ir a cambiarme -

Cuando estuvo solo, León devoró lo que le había preparado Ema y tomó una manzana del frutero. La frotó contra su chaqueta y caminó hacia la estancia. Se asomó por el pasillo y vio a Ema de espaldas, sosteniendo el auricular del teléfono en su oreja.

León arrojó la manzana al sillón y atravesó al corredor corriendo, alcanzó a Ema y le arrebató el teléfono. Se lo pegó a la oreja y solo escuchó la voz de un hombre con clara entonación femenina. León cortó la llamada.

- ¡¿A quién le hablabas?! ¡¿Le has hablado a la policía, no es así?!-Dijo tomándola de los codos y gritando cerca de su rostro.

-No- Ema lo miró asustada. - Lla-llamé a mi mejor amigo . Por favor, suéltame, me haces daño. -

- ¡No puedo ir a la cárcel! ¡NO, NO, NO! - León gritaba enajenado.

Ema lo sujetó del rostro y le dijo:

- ¡León, calmate o tendré que abofetearte! - Él la miró asustado, con los ojos muy abiertos. El chico arrogante y seguro de sí mismo había desaparecido por completo.

- Ven - le dijo Ema - los dos estamos muy alterados. Preparé té ...

-¿No tienes algo más fuerte? - dijo León haciendo una mueca tras darle un sorbo al té de azahares que Ema había preparado.

- No. Anda, tómatelo, te va a hacer bien -

- Escucha, siento lo de hace rato. -

- Creo que me debes una explicación -

- ¿Qué quieres decir? -

- Dime por qué habría de llevarte la policía... -

León se levantó del elegante desayunador y se frotó el cabello con las manos. Dio una vuelta por la cocina y se volvió a sentar. Ema lo observaba mientras disfrutaba su delicioso té.

INESPERADAMENTE TÚ Liv SanzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora