Infinity

Capitulo 4

Hotel Berkeley(Londres), 2015

03:00 A.M

Tiziano continua dando vueltas en la cama,las mismas vueltas que da su cabeza tratando de dar una explicaciòn a lo sucecido horas atràs. Està cansando, frustado,confuso y no sabe en que punto pudieron torcerse tanto las cosas como para que la unica mujer a la que ha querido por encima de todo y de todos decida, tras este reencuentro fortuito, que no lo conoce de nada, que tan solo 'han trabajo juntos'

En que ha podido fallar? Que tipo de herida sin cicatrizar ha dejado en Martina para que esta siga cerràndole un corazòn que en realidad nunca llegò a abrirle del todo? Normalmente todo en su vida apunta a que por norma general el ùnico culpable de sus desgracias es èl y solamente èl. Uno recoge lo que siembra y en cuanto a sembrar paranoias y desgracas  ninguno le gana pero en este caso, en su relaciòn con Martina, no cede ni cederà jamàs. Tiziano està convencido de que no fallò en nada, absolutamente en nada, le diò màs de lo que jamàs ha dado a nadie, sin misuras, ni dobleces, ni miedos ni dudas, ni preguntas, ni presiones, ni tapujos ni verguenzas.

Se revuelve con las sàbanas igual que comienza a revolverse sus tripas, no existe nada peor que la sensaciòn de un reproche no dicho o un porquè no formulado. Es como una especie de bilis en el estòmago que hace que todo lo que sientas sea àcido, àcido como el comportamiento de Martina.

En la oscuridad de la habitaciòn solo parpadea la luz fluorescente del reloj digital de mesa que indica que aùn quedan, como minimo, cuatro interminables horas para levantarse y ocupar su cabeza con otras cosas, si es que puede. Pero no puede. Cuatro horas son muchas horas. Son muchos minutos. Demasiados segundos. Es un tiempo valioso que puede emplear en levantarse, vestirse, tomar el ascensor que lo lleve a la cuarta planta de este mismo hotel, dirigirse a la habitaciòn nùmero 111 y vomitarle a Martina toda su bilis a la cara.

Se mira al espejo, està pàlido y las bolsas sobre los ojos delatan su insomnio, pasa ambas palmas de las manos por su pelo en un intento fallido de parecer una persona normal en lugar de un loco spicopàtico que camina en mitad de la noche por los pasillos. Se repite que tiene que hacerlo. Que tiene que hablar con ella, que tienen que resolver este asunto, que es inutil seguir asi, que necesita una respuesta y que la necesita ya, aunque sean las tres de la madrugada.

Puerta 111. Su nudillos golpean delicadamente la puerta en un ruido tan sùtil que duda que hasta la persona con el oido mas desarrollado del mundo pudiese haberlo oido. Tiene miedo, para que vamos a engañarnos, pero a veces el dolor puede màs que el miedo y sus nudillos esta vez golpean la puerta emitiendo un sonido mucho màs sonoro e contundente.

Pocos segundos despuès siento unos pasos que se avicinan a la puerta, es entonces cuando todo su valor y el discurso ensayado poco antes en el ascensor se van juntos a la mierda.

La puerta de abre, al otro lado una Martina confusa y medio dormida lo observa algo desorientada. Tiziano la contempla de arriba a abajo, sus infinitas piernas estàn desnudas y siguen siendo la màs absoluta de sus perdiciones, el cabello revuelto semi recogido en un imperfecta cola de caballo que acentua unos rasgos faciales perfectos, dolorosamente perfectos. Lleva puesta una sencilla camiseta blanca al menos cuatro tallas màs grande que ella que desprende un olor intenso y algo seco que reconoce al instante como el olor se quedaba impreso en su cama cada vez que Martina pasaba por ella.

Su voz lo trae de vuelta del entremundo de los recuerdos

-Que haces aqui Tiziano? - mira su reloj de mano y emite un soplido que se debate entre el fastido y el cansancio – son las tres de la...

-Si Martina lo se, son las jodidas tres de la madrugada, puedo pasar?

La puerta termina por abrirse del todo, Martina piensa que serà menos fatigoso dejàrle pasar y aguantar la tormenta que quedarse discutiendo en el pasillo. Parece resignada