Capítulo 1: Todo empezo esta mañana.

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Si tan sólo no hubiera decidido seguir por ese estúpido callejón tal vez no estaría aquí, en esta camioneta, con rumbo a quien sabe donde y para hacerme quien sabe que. Que suerte que estaba amordazada, por que un sin número de malas palabras se venían a mi mente que en este momento no me molestaría en gritarlas.

Y pensar que todo parecía tan normal esta mañana.

*Ese viernes por la mañana*

-¿Samantha ya estas lista?.

-Voy Ma', no desesperes.

-¡Pues apurate que llegarás tarde a la escuela!.

-Ahg.

Después de un largo, largo cepillado con mi cabello fui hasta donde estaba mi madre me monté en el auto y me dispuse a terminar la tarea de matemáticas. Deberían de darme un premio por saber escribir con tanta turbulencia.

-Sam, hoy voy a tener que pedirte un favor.

-Si mamá lo que digas.

-¡Sam!

-QUE

-Esto es en serio. Necesito que apenas salgas del colegio vayas directamente a la casa. ¿OK?

-Ahg, ok.

El auto se detuvo, me despedí de mi madre con un beso en la frente. Aunque aveces era un poco cortante, ella y mi padre eran lo que más amaba.

-No vemos después cariño.

-Bye ma'. Saluda a papá de mi parte.

El pequeño auto rojo se alejó.

-¡Hey Sam! - me saludó Jenny desde lejos.

Jenny era mi mejor amiga, más bien la única que tenía, es decir, tenía más amigos pero, Jenny era tan auténtica, tan verdadera. Jenny era esa clase de persona que te puede guardar un secreto toda la vida.

-¿Como estas Jen?.

-Genial, ¿vas a mates?.

-Si ¿y tu?.

-Igual.

-Entonces vamos.

Como siempre el pasillo de la escuela estaba abarrotado de estudiantes, se podía apreciar el olor a colonia barata de cada uno. Por suerte me gustaba respirar por la boca, a veces.

Después de sacar algunos libros del casillero, me dirigí junto con Jenny a clases. Y de repente me sonroje.

Se me había olvidado completamente que Marckus tomaba esta clase conmigo. Me quede viéndole como tonta, supongo que lo notó por que me regalo una pequeña sonrisa. Marckus era del tipo callado, inteligente, guapo y amable, todo al mismo tiempo. Recuerdo la vez que todos los alumnos de la clase de proyecto de vida fuimos a piscina, agradezco tanto a esa moneda que me hizo llegar hasta el vestidor de los chicos, en donde pude apreciar la perfecta y descubierta espalda ancha de Marckus y esos huequitos que se forman antes de llegar al trasero, que por cierto, también estaba descubierto. Dios se me hizo agua a la boca, es lo más cercano que he tenido con la pubertad, por que los chicos de 17 años son tan sexys. Pero, la suerte no me alcanzó mucho como para ver su parte delantera, más bien, mi pie se cayó el inodoro. Por mirona.

-Señorita Winkie ¿ha cumplido con su deber?

-Ahm... ¿que?... es decir, si maestro aquí esta.

Odiaba que me llamaran por mi apellido, era como tan... infantil. No sé pero Winkie me sonaba como a un nombre de un unpalumpa.

Jenny soltó una pequeña risa.

Lo peor era que este profesor, no sé, era como si... me odiara desde lo profundo de su alma y con todas sus fuerzas, como si fuera un pequeño demonio enviado a acabar con la felicidad de mi vida escolar. En lo trabajos siempre me ponía más bajo que los demás, en los exámenes me daba menos tiempo a mi para responder, y siempre, absolutamente siempre me llamaba Señorita Winkie. Y saber que me volvía a tocar clase con él a la última hora.

El día avanzó con naturalidad. De clase en clase, trabajo tras trabajo. Creí que los más extraño que me pasaría hoy era haber sacado la nota más alta en arte, claro era muy buena, pero no tan buena.

Ya se acercaba el momento de salir, estábamos en la última hora, note que Marckus no había entrado a clase, algo de lo más extraño ya que nunca llegue a verlo faltar al colegio. De seguro era algo extremadamente importante, esperó que esos hoyuelos andantes estén bien.

La campana sonó, guarde mis cosas tan rápido como pude y me dispuse a obedecer lo que había dicho mi madre. Pero el profesor me detuvo.

-Señorita Winkie ¿podría esperar un momento?

Sólo di un largo suspiro y asentí.

El salón estaba vacío, el colegio estaba medio vacío, y yo seguía aún en clase por que a don Ken le dio por hacerme un ejercicio de recuperación a mitad del año. Si, don Ken, aunque era tan fastidioso, Clark, de alguna manera era sexy y todos sabíamos eso por eso le pusimos por apodo Don Ken.

Estaba lo más apresurada que podía resolviendo los ejercicios, sabía que llegaría tarde y mi madre de seguro me castigaría.

-Bien Samantha, un ejercicio más. -me dijo señalando al tablero.

¿¡Samantha!? ¿me había dicho Samantha? bueno creo que esto se convierte en lo más extraño del día. El ejercicio era en el tablero por lo que procedí a pararme de mi asiento y tomar el marcador. Estaba tan alto que tenía que ponerme en puntitas, creo que lo había hecho de aposta para verme sufrir. De repente en el puesto número uno de lo mas extraño que me había pasado hoy, cambia a:

El profesor me alzó la falda y me tocó una nalga.

Vaya, hasta rimó.

Maldita PubertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora