Capítulo 2: Encuentro con el placer.

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-¿Q-que esta... que esta haciendo profesor?.

Fueron las únicas palabras que pude decir entre diversos tipos de sensaciones. Su mano se sentía también, era tan grande, tan suave, tan masculina. El marcador se escapó entre mis dedos, estaba segura que estaba temblando. Mi corazón comenzó a latir más fuerte, y una especie de adrenalina invadía mi pecho.

-Ya no puedo ocultarlo más -me susurro al oído. -te deseo Samantha, desde el primer día que te ví.

Su boca en mi oído me puso la piel de gallina, su cálido aliento hizo que me erizara. Depositó un pequeño y tierno beso sobre mi cuello mientras que bajaba lentamente mis bragas, ¿Dios que es lo que estoy sintiendo?.

Una nalgada término con mi silencio, me voltee.

-¿Ah si? pues muestrame que tienes.

Después, sus labios contra los míos, con su entre pierna ejercía presión en mi zona pelvica. Sólo éramos él y yo contra el tablero, aún no puedo creer que mi primer beso se lo haya llevado mi profesor de secundaria. Fue besándome mientras me quitaba la blusa, por un momento sentí vergüenza por mi sostén azul con pequeños gatitos estampados. «En serio, en que estaba pensando cuando los compré». El admiró mis pechos con esmero, espero que no sea por los gatitos.

-Eres... eres realmente hermosa, justo como te imaginaba todas la noches, espero no ser atrevido.

"Eh... levantaste mi falda, creo que no hay nada más atrevido que eso».

Sólo guarde silencio. Sentí como sus fuertes brazos me tomaron por la cintura y terminaron sentándome en su escritorio. Mi corazón fue latiendo aún más fuerte cuando fue desabrochando mi falda. Ahora lo único que me cubría era mis medias veladas negras y el estupido sostén de gatitos.

«Ahhhh eso se siente tan bien». Pasó su lengua húmeda por uno de mis senos, sin perder más el tiempo, fue desabotonando su camisa, dejando a la intemperie sus hermoso abdomen marcado. Seguido de esto desabrochó su pantalón, su sexy calzoncillo combinaba a la perfección con su camisa blanca, y esas piernas uhm, eso era lo mejor de todo. Finalmente, su entre pierna queda totalmente descubierta, jamás había visto uno de cerca, mis amigas me habían hablado de ellos pero no sabía que podían ser tan... provocadores.

Oh Dios, con razón ese tremendo bulto en el pantalón todo las clases, menudo pene que posee. Es tan largo pero no tan grueso, tan lampiño pero tampoco sin bellos, tan... PERFECTO.

Sin darme cuenta, su nariz y mi vagina estaban a pocos metros de distancia, gracias al cielo aún no tenia bellos ahí, estaba tan excitada con tan sólo sentir su respiración en mi entre pierna.

-Ahhhhhh.

Se me escapó un gemido, esta vez no lo pude evitar.

-Ahhhhh.

Ups, ahí va otro. Su lengua se sentía tan húmeda, tan caliente, ¡cielos!, esto se siente también.

De arriba abajo, de adentro hacia afuera, su lengua no paraba de moverse.

-¿Que tal se siente eso Samantha? -me preguntaba desde abajo.

-No pares, SIGUE, SIGUE.

No me juzguen, sólo me estaba dejando llevar por el momento.

Entonces, llegó mi turno. No sabía como hacer eso, nunca lo había hecho y nunca había visto un vídeo porno, sólo sabía lo que me habían contado mis amigas. «Vamos sólo... chupa».

-Ohhhhhhh -soltó un gemido. -No pares, ¡asi!.

Su pene estaba tan duro, estaba tan caliente, su glande era tan suave. Mi lengua lo saboreó lentamente, luego lo metí a mi boca mientras succionaba de adentro hacia fuera. Era como chupar un palo insípido y gelatinoso, pero cielos ¡se sentía tan jodidamente bien tenerlo en mi boca!.

Me levante, de nuevo sus labios chocaron contra los míos, esta vez los besos eran mucho más intensos, mucho más salvajes. Me indicó que me sentara nuevamente en el escritorio, sabía lo que venía ahora, nuestros dos genitales fueron acercándose lentamente, masajeó un poco mis pechos y me beso apasionadamente. ¿Realmente perdería mi virginidad con mi profesor? Dios, soy sólo una niña. ¿Que coño estoy haciendo?.

«Niña o no, sabes que esto se siente jodidamente bien». Callate, eres mi conciencia se supone que me aconsejes en situaciones así.

Lo sentí, su pene roso con mi vagina, al parecer no había entrado. Se desvío un poco hacia mi pierna, y vaya que estaba duro.

Y a sólo milímetros de penetrarme, una luz blanca iluminó mi cuerpo, una luz cegadora, ¿acaso soy un ángel? «Pues para ser francas un angel no estaría haciendo esto». Una vez más conciencia ¡callate!.

La luz se hizo aún más intensa.

Maldita PubertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora