Salí de mi cuarto con la extraña sensación de que alguien me observaba, algo realmente imposible cuando vives sola. Llegue hasta la cocina y mire a través de la cortina entreabierta, la sensación seguía pesada sobre mí. Me mordí el labio para evitar cualquier sentimiento de angustia o pesadez, trataba de recordarme a mi misma que mi intento de secuestro de hace unos meses era la causa de sentirme vigilada, pero estaba todo bien. Nada más se saldría de control.
Voy hacía la cafetera pero entonces recuerdo lo que me dijo la psicóloga: "El café te pone de los nervios", en su lugar tomo una tetera y preparo un té de limón, a lo mejor me calme. Me siento en la mesa y veo el celular vibrar sobre ella, debí haberlo olvidado la noche anterior ahí. Es una publicidad de la empresa telefónica, lo ignoro y tomo mi bolso del sofá para ir al banco. Necesita extraer algo de dinero.
Mi auto arranca apenas le doy la orden, es una suerte luego de haberlo estrellado más de 15 veces en dos semanas. A lo mejor no conduzco tan bien aún. No soy mala, sólo no experta. Una no experta que choca el auto cada día y aún así sigue conduciendo.
Las calles parecen desiertas a estas horas, aunque en la pequeña ciudad en donde vivo no hay tantos habitantes como desearía. Las puertas de vidrio del banco central están abiertas, custodiadas por un hombre que es más musculo que otra cosa, trato de no mirarlo a los ojos al pasar por que realmente intimida.
La mujer de ventanilla, una cuarentona rubia y de piel pálida, parece de un especial malhumor, su rostro me resulta conocido pero no puedo averiguar precisamente de donde.
-Buenos días- Saludo cortésmente mientras rebusco en mi bolso mi tarjeta de crédito-Necesitaba hacer una extracción.
-Las extracciones se realizan en las maquinas-Gruñe.
-Lo se, pero es que es una suma grande de dinero y preferiría hacerla en privado.
-De acuerdo, adelante.El hombre que siempre me atiende sabe como me manejo, el dinero es de mi padre, de su empresa, sin embargo soy la encargada de hacer extracciones para cambios. En este momento estoy intentando hacer algo con el estacionamiento, es algo peligroso y necesito poner cámaras de seguridad, personal seguro y constante y una entrada menos accesible a personas de fuera. Aunque no estoy segura de como se hace eso.
Cuando tengo el dinero ya guardado en un maletín con las iniciales de mi padre "CD", que son justamente iguales que las mías. Estoy a punto de cruzar cuando un hombre entra con un pasamontañas en la cara y un arma en la mano, apenas lo veo siento que pierdo el aire, por que soy quien esta más cerca de él y por que ya viví esta situación antes. Hay 4 hombres al rededor pero ninguno esta dispuesto a hacer nada, miro hacía la puerta en busca de los ojos inquietantes del seguridad, pero ya no esta ahí. Siento todo mi pulso acelerar.
-Quiero que me den 750.000 dolares ahora mismo-Grita el ladrón apuntando a la mujer que me atendió minutos atrás, intentando pasar desapercibida arrojo el maletín lejos de sus ojos, no tiene esa cantidad pero no quiero perder mi dinero o el banco no lo repondrá.
Para mi alivio en ese instante dos patrulleros llegan afuera, alguno de los empleados debió haber activado una alarma silenciosa.
-Mierda-Murmura el hombre- Tú- Me apunta, me siento más pequeña de lo que soy ante su mirada y me congelo, no soy capaz de hacer un movimiento- Ven- Al ver mi falta de respuesta se acerca a mí y me toma del brazo, acerca su boca a mi oído- No quiero lastimarte, coopera y esto terminará rápido para ambos- Siento mi respiración agitada, toma mi brazo y se oculta detrás de mí apoyando el mango del arma entre sus dedos y la punta en mi cabeza. El miedo comienza a recorrer mi cuerpo, mientras que todos los que me rodean sacan sus armas también.
-Un movimiento y la enana muere.
-¿Cómo que enana?- Le espetó molesta, puede que estaba congelada hace unos segundos, pero ese insulto es demasiado para mí.
-Shh. Coopera- Hago silencio de nuevo y me dirige a un auto viejo, creo haberlo visto a uno de los empleados de mi padre. ¿Falcón? O algo parecido era su nombre.El auto arranca y me dirige a una zona de la ciudad que jamás visite, la mayoría de la casa son de chapa o madera, todas son pequeñas. Hay demasiados niños en la calle, descalzos, pequeños, flacos y en su mayoría sucios ¿Y la madre de estos pequeños? Lo compruebo mientras seguimos avanzando, las mujeres lavan la ropa en fuentes grandes o en baldes anchos, la mayoría tiene el mismo aspecto que yo cuando me levanto, lo que no es muy alentador.
Esta realidad es muy diferente a lo que creí.
-Escucha, agrandada- Supongo que el apodo se refiere a mi posición económica, pero no es seguro responder- Estarás conmigo hasta que tu padre, tu madre o quien sea pague el dinero que pedí en el banco. No es personal, tan solo estabas ahí.
-¿Sabes quien soy?
-¿Cómo no saberlo? Apareces en las noticias defendiendo a tu padre cada vez que puedes-Trago saliva- Ahora, espero que te portes bien.Entonces lo entiendo: Me están secuestrando de nuevo.
-Escucha, mi padre no va a darte ese dinero-Se que se lo dará, pero quiero convencerlo de que no para que así me suelte-
-Entonces lo siento por ti- Trago saliva y me siento asfixiada. No sería tan idiota de correr, es más fuerte y seguro más ágil que yo, no podría escapar por que no conozco el camino de vuelta.
-¿Iremos a tu casa?- Pregunto al ver que bajamos en una choza pequeña y que sinceramente, parece estar cayendo a pedazos.
-No, no soy tan idiota. Esto es prestado- Hace una cara de asco, por lo que al parecer tampoco esta conforme. Puedo sentir el horrible olor a no se que fuera del lugar. Miro al rededor, es como si fuese un gran campo con miles de casas en él.-Entra- Ordena mirando al rededor para verificar que nadie me vea, aunque el lugar donde estamos parece ser desierto, me meto a la casa. Hay una heladera, dos colchones muy poco cómodos y una puerta que da de seguro al baño. Aunque no quiero ni siquiera imaginarme lo que debe ser ese lugar.
-Por favor, no me hagas daño- Me atrevo a suplicar.
-No te haré daño, agrandada- Se tira al sillón y guarda el arma bajo llave en un cuadrado tras la heladera- No planeo nada contra ti, no debes tenerme miedo en tanto tu padre pague.
-¿Y si no lo hace?
-No quieres saber- Trago saliva, realmente no quiero saber. Me hago un ovillo contra la pared e introduzco mi cabeza entre mis rodillas. Intento no sollozar, no es realmente peor que la primera vez. Me habían encerrado, maniatado y torturado, además de que un hombre quiso divertirse conmigo. Suerte que los otros dos lo frenaron, prefiriendo a otro tipo de mujeres que prefiero no mencionar, lo agradecí en ese momento.Ahora al menos no tenía nada dolorido, excepto por mi trasero que crujía en el piso de tierra. El hombre se quito el pasamontañas, era ciertamente más joven de lo que hubiese esperado. Debía tener 22 o 23 años, sus ojos son verdes, sus labios se curvan en una linea hacía abajo, y su nariz es pequeña. Es ciertamente atractivo, incluso yo le creería si me dijera que es actor. Es una pena estar en esta situación con él.
-¿Cómo te llamas?- Me animo a preguntar, a lo mejor si hablaba con él, el tiempo se haría menos tedioso. Me dio a entender que no era tan peligroso, sólo quería dinero.
-No se si es seguro que conozcas mi nombre, así que dime Joaco- Asiento y una pequeña sonrisa intenta curvarse en mis labios pero la evito, es un lindo nombre.Oh, por favor, me siento más idiota de lo que soy.
-¿El tuyo? Conozco a tu padre pero no recuerdo tu nombre-
-Me llamo Carolina.
-Es un lindo nombre- Asiente y se recuesta con un poco más de comodidad.
-Bien, te explicaré la situación- Me dice cerrando sus ojos- Un compañero llamo a tu padre hace exactamente 5 minutos desde una cabina para que no puedan encontrarnos, pidió la suma y nada pasará si coopera. Mira, estaré sólo desde ahora así que te diré que: No te haré daño, no te ataré, no te amenazaré pero tú solamente no hagas idioteces. Escapar sería inútil, no sabes regresar, correr estúpido, soy más rápido- Son las mismas opciones que consideré- Gritar no serviría por que nadie te escuchará. Esto no durará mucho ¿Ok?
-Bien.Estaría buenísimo que recomienden la novela así cada vez somos más.
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Me enamoré de un ladrón.
RomanceCarolina jamás imagino que una simple visita al banco podría lograr poner su mundo patas para arriba. Un sujeto entra y la toma como rehén de su robo, ella siente terror sabiendo que no es la primera vez que le sucede, sin embargo el joven con...