Capitulo 19

1.9K 83 2
                                    

  Despedida de soltero
Nunca me había pasado esto. Bueno, en realidad sí, pero no a este nivel.
Sin embargo, fue sólo ese gesto, levantar la mirada de su libro de historia para dejarme hipnotizada.
—Martina... ¿estás escuchando? —la voz de Jorge me sacó del limbo en que me hundieron sus ojos. Asentí repetidas veces para que me dejara en paz y yo pudiera seguir mirándolo. Hasta el día de hoy no me daba cuenta de lo hermoso que se veía con el ceño fruncido escarbando página tras página para hacer su tarea.
—Deberías estar haciendo tu tarea en vez de distraerte con mi cabello —dijo sin apartar la vista del libro.
—Y tú leyendo en vez de estar pendiente de lo que haga y lo que no —le respondí, volviendo al tono arrogante y terco que utilizaba cuando estaba junto a él para que no se diera cuenta de lo estúpida que me dejaba con solo estar a mi lado.
—Martina... nos casaremos este fin de semana, podrías dejar de pelear al menos, ¿no lo crees? —replicó. Bufé sonoramente, por supuesto que sabía que nuestra boda sería este fin de semana, por eso estaba así: tan cambiante. Podía ser dulce y de repente enojona. Los nervios me comían viva.
—De acuerdo —no tenía caso resistirme, además, con la mirada de cachorro que tenía Jorge sería muy imposible negarme.
Estos últimos días él también lucía nervioso: cometía errores, tropezaba con sus propios pies e incluso reprobó en una prueba. Pero eso no pareció importarle, algo lo tenía muy preocupado y estaba muy segura de que no era por la boda.
Iba a averiguarlo.
Llamé a Lodo para que fuera a la casa, ella llamó a mechi y Mechi a Alba. Después de media hora, estábamos las tres en mi habitación pensando qué podría tener tan afligido Jorge.
—¿Y si ya no se quiere casar? —postuló Lodo.
Una parte de mi se alarmó muchísimo, era la parte que ansiaba estar con Jorge.
—¿En serio lo crees? —le preguntó Mechi.
Lodo lo pensó unos segundos y refunfuñó.
—Claro que no, pero era sólo una idea.
—Pues se aleja mucho de la realidad —agregó Alba.
Estuvimos mucho tiempo pensando y cuando oscureció, las chicas terminaron por ver Titanic en la televisión. Yo las observé mientras ellas le gritaban al capitán para que no chocara contra el iceberg, extrañaría formar parte de este grupo. No quería decir que dejaría de ser amiga de ellas, jamás me separaría de las mejores amigas que alguien podría desear, pero desde la próxima semana las cosas no sería lo mismo: ellas podrán tener novios y salir sin preocupaciones, mientras que yo estaré casada. Sin mencionar que cuando acabe el año sólo quedaremos Facu y yo en la escuela. Crecer apestaba.
Eso me recordó el libro de Peter Pan que Jorge me regaló. Me levanté para buscarlo en mi estantería, pero no estaba. Pasé por al lado de las chicas, que ni siquiera notaron mi presencia ya que estaban ocupadas viendo como Jack besaba a Rose, y salí de la habitación.
Seguro se me había quedado en el cuarto de Jorge y había olvidado traerlo cuando me cambié.
Toqué la puerta un par de veces, pero nadie respondió. Entré de todas formas, las luces estaban apagadas, pero del baño se traslucía un débil resplandor. Y también se oía el sonido de la ducha.
Encendí la luz y comencé a buscar mi libro, tenía que estar por alguna parte. Revisé debajo de la cama, en los muebles, en el closet, en el velador e incluso en la mochila de Jorge. Y ésta última fue la que llamó mi atención.
"Estarías mejor con otra"
"Es una idiota"
Los volví a arrugar y los tiré al suelo. Reconocía esa caligrafía: Katherine.
De pronto, el agua se cortó y escuché como Jorge cantaba una canción dentro del baño. Recogí los papeles y los guardé otra vez dentro de la mochila, el pomo de la puerta giró... corrí a toda prisa y me escondí dentro del closet, apretujada entre la ropa desordenada de Jorge.
Así que eso era lo que tenía tan nervioso a Jorge, que Katherine lo molestara. Pero sabía que había algo más, Katherine no causaba mucho daño, seguro había dicho o hecho algo peor.
Jorge salió envuelto en una toalla de la cintura para abajo y se sentó en la cama. Estuvo así por unos minutos, sin mover ningún músculo hasta que se levantó de golpe y comenzó a secarse. Lo veía a través de la puerta del closet que había quedado entreabierta, pero dejé de espiarlo cuando se quitó la toalla.
Ya lo había visto desnudo, pero bajo los efectos de las hormonas. Ahora estaba completamente consciente.
—Sal de ahí, arrugarás mi ropa —dijo de repente.
Salí de mi escondite y para mi suerte al menos ya se había puesto sus boxers. Me tendió la mano para que me acercara a él y cuando se la di, tiró de mí y me abrazó con fuerza.
—Jorge, ¿estás bien?
—Martina, te amo —lo soltó así, sin verlo venir. Esas palabras siempre me confundían, complicaban mis ideas y hacían que mi estómago burbujeara en mariposas.
Todas esas cosas enredadas, más las cartas que leía hicieron que las temibles palabras que nunca creí pronunciar salieran de mi boca sin pensarlo.
—Yo también te amo, Jorge.
Lo dije, inconscientemente, pero lo dije.
Me separé un poco de él para ver su expresión, tenía su mirada fija en mí, sin parpadear. Pero tenía una sonrisa, una ancha y hermosa sonrisa.
—¿Lo dices en serio? —no me quedó de otra que asentir y aceptar su beso, tampoco podía negarlo, eso sería horrible.
Aunque no me alejaba de la verdad. De verdad las cosas que sentía por Jorge habían cambiado bastante, ¿por qué otro motivo sentiría celos cuando él se acercaba a otras chicas? ¿O por qué me preocupaba cuando él estaba mal y lucía decaído? Si eso no era amor, no sabía lo que era.
—Jorge, mejor vístete o te enfermarás otra vez.
—Te pongo nerviosa, a que es eso.
—Ya quisieras —le contesté.
—Entonces, ¿por qué estás sonrojada? —me tomó la mano y comenzó a acariciar mis dedos, como siempre lo hacía cuando se sentía culpable.
—Porque te dije que fe gabama —oculté las últimas palabras detrás de un juego de letras. Jorge besó mi mejilla y me volvió a abrazar.
—Yo también fe gamo, creo que eso ya lo sabes.
—Genial, entonces dime qué son esos papeles que tienes en la mochila.
(...)
Al otro día intenté calmarme, pero no pude. En el recreo salí rápido de la sala antes de que Facu me detuviera y fui a encarar a Katherine
Ella estaba sentada en el jardín de la escuela con sus amigas. Caminé con seguridad hasta Katherine la golpeé en el ojo. Sus amigas comenzaron a gritar y alguien me agarró del brazo para alejarme.
—¿Qué estás haciendo, Martina?
Era Facu. Me apartó de Katherine que lloriqueaba en el suelo.
—Golpearla, ¿acaso no me ves? ¡Es una maldita!
Facu entrecerró los ojos, confundido. Claro, él no sabía nada de lo que me había contado Jorge.
Katherine le envió esos papeles a Jorge , pero no se quedó tranquila con eso, como yo supuse. Conversó con él y le dijo que la única razón por la que se quería casar conmigo era por el dinero de mis padres.
Jorge repitió innumerables veces que él me amaba y que no lo hacía por conveniencia. Eso no era necesario decirlo, ya lo sabía desde hace mucho tiempo. Pero tampoco dejaría las cosas así, Katherine tenía que pagar por ser tan estúpida.
—Cálmate o crearás un alboroto —me dijo Facu. Le hice caso y me tranquilicé, Katherine no dejaba de llorar y podía notar como su ojos iba poniéndose morada.
Sonreí ante mi victoria. Que nunca más se le ocurriera volver a molestar a Jorge o para la otra le quebraría los dientes.
Entonces sentí eso de nuevo. Aquel sentimiento de posesión y calidez en mi pecho que tuve cuando miré a Jorge ayer leyendo su libro.
Definitivamente era amor. Y llegaba justo a tiempo para la boda de mañana.
(...)
Por la tarde Facu me llamó, estaba con Ruggero y Nico al teléfono. Avisaron que irían a ver a Jorge esa noche y que se lo llevarían por unas cuantas horas, pero que lo regresarían listo y presentable para la boda.
No supe lo que se tramaban, así que llamé a las chicas para idear un plan.
—Es una despedida de soltero, ¿Qué más podría ser? —señaló Machi. Fue como una iluminación, los chicos se lo llevarían de fiesta seguro a un club donde mujeres en poca ropa le bailarían por dinero.
No podía permitirlo.
—Entonces nosotras también tendremos una —les dije.
—¿En serio? Deja que llame a los bailarines y consiga algo de cerveza —Sol se puso de pie y comenzó a marcar un número en su celular.
—¡No, Sol! Iremos a espiarlos
—Ah, que aburrido
Reí ante su entusiasmo y las animé a que me acompañaran, pero ninguna quiso.
Al final terminé conduciendo sola por la autopista, de noche y perdida. Se habían llevado a Jorge hace una hora, pero no me rendiría, lo encontraría y me lo llevaría de vuelta a casa aunque sea tirando de su oreja. Ahora que por fin me daba cuenta de que su plan para enamorarme había funcionado, no lo dejaría vagar por la ciudad con bailarinas desnudistas, mucho menos con Nico a su lado.
(...)
La música sonaba hasta destirparme los oídos, había varios escenarios individuales con caños y bailarinas por todos lados, eran exuberantes y estaban tan tapadas en maquillaje que eran irreconocibles.
No fue difícil encontrar a Jorge , ebrio hasta más no poder saltaba al lado de Nico quien bailaba en un caño para su espectáculo personal. Era mejor que Nico le bailara a que lo hiciera otra. Pero estaban demasiado cerca y eso me ponía nerviosa.
Ruggero estaba tirándole billetes a una chica que servía las cervezas, que se notaba a leguas que no era parte del show, pero eso no parecía importarle a Ruggero, ya que seguía desparramando dinero. Facu bebía y bebía un vaso tras otro.
Me acerqué a ellos con paso seguro y apresurado, tenía que mostrarme seria para que Jorge me hiciera caso.
Sin embargo, en el preciso momento en que estuve lo suficientemente cerca para agarrarlo del brazo y tirarlo para que dejara de hacer el ridículo, ocurrió lo más inexplicable y raro que haya visto o imaginado en mi vida.
Nico besó a Jorge.
Fue algo simple, casi un desliz por error, pero no pude evitar abrir los ojos y quedarme estática mirando la escena.
Debían estar muy, pero muy ebrios para besarse. Y se me ocurrió una brillante idea: las fotografías duraban para siempre.
Saqué mi celular y les tomé una adorable foto de su romance de una noche, se volvería loco mañana cuando se la mostrara.
Nico también lo miró y tenía la misma expresión que yo, diría que incluso más asustado. Se percató en mi presencia y se levantó hasta quedar a mi lado.
—Por favor, dime que vienes para llevarme lejos de este lugar —me gritó encima de la música.
Le guiñé el ojo como un gesto para que se tranquilizara y confiara en mí.
Si quería sacar a Jorge de allí', tendría que ponerme a trabajar de inmediato.
Me subí a la plataforma donde Nico y Jorge bailaban (ya habían dejado de besarse, pero seguían muy juntos) y me puse al medio de los dos. Jorge perdió el equilibrio al verme y cayó de espaldas al suelo, pero se puso de pie enseguida como si nunca se hubiese golpeado y se refregó los ojos repetidas veces mirándome.
—Hola, cariño ¿no te alegras de verme? —le dije cargada de sarcasmo.
—¡Martina, ¿qué haces aquí?! —gritó aún sin poderlo creer.
—¡Te vine a buscar, nos vamos ahora antes de que termines acostándote con Nico!
—¿Irme? La fiesta recién empieza, ven, baila conmigo —intentó sujetarme de la cintura, pero le di un empujón y cayó otra vez al suelo, sin embargo, esta vez no se puso de pie y que quedó allí. Se durmió tan rápido como cayó.
Con la ayuda de Facu sacamos a los chicos y los acomodamos en el auto. Procuré dejar bien separado a Nico de Jorge.
Facu se fue de copiloto y me dijo que fue idea de Nico hacer una despedida de solteros. Mataría a Nico cuando estuviera sobrio.
Le dije que Facu que podía quedarse en mi casa, pero insistió en volver a la suya, así que le presté el auto en cuanto llegué a casa. Me despedí de él y le recordé que él sería el padrino de bodas junto con Lodo, dijo que no había problemas, que ya lo sabía y que no podría olvidarlo.
Facu como padrino de bodas era una historia un poco confusa. Hace dos meses, Lodo me había pedido ser la madrina, y como era mi prima le dije que sí. El problema era el padrino, ya que Lodo no quería estar con Nico porque la haría reír sin parar en medio de la ceremonia, Sol se pondría celosa si lo era Ruggero y Samuka estaba descartado simplemente por ser Samu (y porque se pondrían a discutir por cualquier cosa)
No le vi nada malo a Nico, no pelearía ni la haría reír y nadie se pondría celosa, pero lodo seguía negándose, hasta que Jorge me dijo que tal vez a Lodo le gustaba y la ponía nerviosa ir con él.

Facu me ayudó a bajar a los chicos y después se marchó.
Mis amigas seguirían en mi habitación viendo películas o desordenando todo lo que encontraran. Dejé a Ruggero y a Nico en el cuarto de huéspedes y ni siquiera me animé en limpiarlos o quitarles la ropa para que estuvieran más cómodos. Quería ver la cara con la que despertarían mañana. Y por supuesto, la resaca.
Jorge fue otra cosa. A él lo arropé y le puse su pijama, estaba medio inconsciente cuando lo llevé a su cuarto, pero me pidió que por favor durmiera con él. Apestaba a alcohol y seguro intentaría algo en medio de la noche, sin mencionar que seguía algo conmocionada por verlo besar a Nico, pero accedí a su petición por cariño. Era mi última noche como soltera y tal vez debí haberla pasado sola en mi habitación para añorar la soledad y la independencia, pero preferí pasarlo con un Harry ebrio por una simple razón.

Jorge... —le susurré al oído cuando me acosté a su lado. Él se removió un poco y roncó. Creí que se había dormido, pero carraspeó y murmuró algo.
—Dime, Martina—dijo arrastrando las palabras.
—Yo no fe gamo —le dije. Eso lo hizo despertar de inmediato y mirarme con los ojos desorbitados, pero seguros.
—Pero tu dijiste que... que... —balbuceó.
Le sonreí y lo besé con cuidado, no me causó asco su estado, besar a Jorge siempre era mágico.
—Ya sé lo que dije, pero te quiero aclarar que ya no fe gamo, sino que te amo —y eso pareció calmarlo, porque susurró algo como un "yo también" y por fin se durmió profundamente.
Yo no lo pude hacer hasta bien entrada la madrugada, en una cuantas horas más estaría casándome con el chico que tenía a mi lado y me ponía a pensar en todo lo que pasé durante ochos años, desde que lo vi llegar hasta el día que me dijo por primera vez que me amaba.
Me dormí con un solo pensamiento, que era afortunada de tener a jorge y que lo sería mucho más cuando sea mi esposo.  


MARRY ME - JORTINI TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora