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Capítulo 1

"Una carita familiar."

Lo

El rostro de ella era una completa gracia, su barbilla podía llegar tocar el suelo si baja un poco más, y sus ojos podían salirse de sus órbitas. Gus mira a Peter con una sonrisa triunfante, esto ya se lo esperaban. No es tan sencillo creerle a tu amigo gay una cosa como esta, después de todo, no te encuentras a hombres homosexuales en cualquier lugar.

-¡Es que no te lo creo! Te acostaste con el rubio...

-Pues créelo, pequeña amiga -dijo Gus con su sonrisa triunfante.

Él le enseñó una marca en su cuello que iba del color rojizo al morado, casi como un moretón. Lo, reprimió un grito. El que un chico le haya hecho eso a su mejor amigo -y antiguo amor- le ponía los pelos de punta. Una frase más y Peter rompería en carcajadas.

-¡Te dejó un maldito chupetón, puta madre!

Y ahí estaba, una estruendosa carcajada salió de la garganta del tatuado, dejando aún más atónita a Lo.

-Es triste saber que mi sexy amiga no tuvo un revolcón hormonal ayer -dijo Peter, dejando que unas pequeñas risas se le escapen entre palabras, chocó puños con Gus. Lo los miró con una ceja alzada y una sonrisa irónica. Hasta parecía que no la conocen.

-¿Quien lo dice, ah? Les mostraría las marcas pero no están en lugares apropiados para mostrarse en público -dijo ella levantando sus cejas con picardía.

Ellos la miraron con insistencia. Ella sin decencia alguna abrió sus piernas y levantó ligeramente su falda, dejando ver tres marcas en la parte superior de sus muslos.

-¡No inventes!

Les guiñó un ojo antes de girar con autosuficiencia. Caminó moviendo sus caderas descaradamente como casi todo el tiempo, se dio cuenta como algunos chicos le silbaban y hablaban de lo bien que se veían sus largas piernas con esa falda. Sonrió. Lo no era una chica popular, pero era conocida por mucha gente. La mayoría de los chicos sabían de su existencia gracias a revolcones, toques o besuqueos a escondidas y la chicas conocían de ella gracias a su gran sentido de la moda, celos y rabia sobre su escultural figura. O simplemente porque se había metido con sus novios. A Lo no le gustaban las amigas, ella pensaba que eso era tener una competencia más, aunque en el fondo se sentía sola. Sus únicos amigos eran: Gus, el gay más sexy que hayas conocido; Peter, demasiado rudo para ella; y Daniel, un calenturiento más virgen que el papa. Aunque, ¿quien dice que el papa es virgen?

Lo era muy feliz y afortunada de haber encontrado a su pequeño grupo de amigos, ya que hay muchachos con los que no puedes ni entablar una conversación normal porque no tardan en insinuarse. En cambio, esta es la parte buena de la historia, porque Lo en su casa era un ángel, sus padres no sabían lo que ella era en la universidad. De seguro pensaban que era virgen, ya que nunca había llevado a un chico/novio a casa. Lo era una sabelotodo -en su carrera- y es por eso que tenía tanta libertad al salir a fiestas o borracheras. Obviamente sin que ellos se enterasen.

-¡Tienes que apurarte! -insistió Gus mirando la casa de la pelinegra con precaución.

-Listo -dijo jadeando ella, luego de ponerse su verdadera personalidad, la que sólo usa a la vista de sus padres y sus amigos. Se bajó de la camioneta de un salto y Gus reprimió un grito con una mano en su boca. A veces podía llegar a ser tan femenino- ¿Qué?.

-No quitaste tu maquillaje.

Ella soltó un pequeño chillido desesperado antes de tomar su crema desmaquillante y ponerla sobre toda su cara, tomando una de sus viejas camisetas retiró su maquillaje con rabia.

Lo y élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora