Sangre, espesa y cálida sangre cubría cada rincón de mi cuerpo.
Mi rostro, mi cabello, mi boca soy capaz de saborearla ese regusto metálico tan exquisito para mi y sonrío deleitandome con su sabor.
Observo el cuchillo en mi mano, no me había dado cuenta de que estaba ahí.
- ¡¡No por favor!! -chilla una voz detrás de mi.
Sonrío complacida.
Conozco esa voz a la perfección.
Ina, con su rostro cubierto de sangre y las ropas desgarradas me observa desde el piso, su pequeño cuerpo temblando violentamente.
- Matala -me ordena una voz dentro de mi cabeza-. Hazlo no te contengas.
Me acerco hasta la chica sonriendo en gran manera y me arrodillo a su lado, se lo que haré; la matare, deseo hacerlo y no me detendré.
- Siempre fuiste tan estúpida.
Y clavo el cuchillo en su estomago, la estúpida grita una y otra vez mientras yo la apuñalo repetidas veces sumida en un total frenesí, controlada solamente por mi sed de sangre, su sangre se mezcla con la ya existente en mi cuerpo y sigo apuñalando su cuerpo sin vida.
- Solo dejalo fluir -repite la voz en mi cabeza.
Concuerdo con ella y sonriendo lo hago dejo fluir mi sed de sangre, dejandome consumir por mi deseo hundiendome en mi locura.El sonido de la alarma me hace despertar de mi plácido sueño, palpo la mesita de noche en busca del maldito despertador que no deja de sonar taladreandome los oídos.
Una vez lo encuentro apago la alarma.
Estirándome en la cama pienso en lo sucedido el día anterior y sin poder evitarlo pienso en James y sus malditas palabras.
Me levantó de la cama y voy directo al baño para tomar una ducha e ir al colegio.
Pensar en el hijo de Johan solo hará que me ponga de mal humor y no quiero eso.
Me visto con el uniforme del colegio y bajo a desayunar con Roxana.
- Buenos días -la saludo una vez en la cocina, ella me sonríe de aquella manera que sólo ella sabe, llena de una alegría infantil que me hace querer vomitar.
- Buenos días cariño.
Le sonrió con falsa alegría y le ayudo a servir el desayuno. Mientras ella me cuenta que iremos a comer a casa de su novio; la ignoro, asintiendo y sonriendo en los momentos indicados pero sin prestar atención a ni una sola palabra de lo que dice porque realmente me fastidia la idea de tener que volver a ver a James, después de que dijera que soy una psicópata lo deje solo y me encerré en mi habitación sin ánimos para discutir y con la cabeza echa un lío.
Y entonces recuerdo los golpes que le di, su labio roto y miro a Roxana ¿Que mentira le habrá dicho el chico?
- ¿Te contó James lo que paso ayer? -le pregunto tratando de no mostrar interés en lo absoluto y le doy un trago a mi vaso de jugo.
Roxana levanta su mirada de su plato.
- Si -murmura cabizbaja-. No puedo creer que le robaron su cartera, pero lo peor de todo es que lo golpearon.
Sonrió, buena esa James. Pienso, el chico es inteligente.
- Si, no se que hubiera echo si el no hubiera estado ahí -finjo como tan bien se hacerlo y Roxana se traga el cuento.
Me mira con preocupación y amor, ese asqueroso sentimiento.
No decimos nada mas y terminamos nuestro desayuno en silencio.
- Se me hace tarde.
Me levanto de la mesa y llevo los platos al fregador.
- Vale que tengas un buen día -me sonríe y besa mi coronilla lo que aumenta mis ganas de vomitar-. Johan vendrá por nosotras a las tres.
Asiento tomando mi mochila y abriendo la puerta.
- Nos vemos -me despido y salgo de casa.
Camino por las calles pensando en cuanto desprecio a la estúpida humanidad. Aunque a pesar de odiar a cada persona en el mundo hay unas cuantas a las cuales no quiero asesinar cada que abren la boca la primera que encabeza mi lista es Roxana esa mujer a pesar de hacerme querer vomitar cada que sonríe, habla y me abraza soy capaz de soportarla porque simplemente ella es la única persona que tengo en el mundo.
Después de ella se encuentra Tyler, y por ultimo pero no menos importante esta Helen Sykes; la extraña chica que se sienta conmigo en calculo.
Ella es algo así como mi amiga, aunque aquella palabra me desagrada es la única que se me ocurre para describir el tipo de relación que Helen y yo tenemos, la chica es la única con la que hablo en el instituto y eso es gracias a que es una muy inteligente persona y a su extraña fascinación por dibujar cadáveres.
Sonrío al pensar en ella. No me importa en lo absoluto pero su debilidad logra ponerme de buen humor, su inseguridad y falta de autoestima me encantan, la vuelven manejable vulnerable a mi.
